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So sin justicia el conflicto entre España y los Esta- 1 los Unidoslia atraído las miradas del mundo entero. I Los hombres reflexivos de Euiopa y América espe- raban, con el corazón palpitante, el resultado de una lucha que, en realidad, no era otra cosa que el certamen en que dos razas, esencialmente antagónicas, se disputaban la supremacía sobre el Continente descubierto por Colón, y en los varios su- cesos de una guerra que, tanto por su duración cortísima, como por el escaso número de los combatientes parecía de poca monta, veían no la guerra misma, sino la solución de este pro- blema que lleva un siglo de planteado: ¿ejercerá ó no el sajo- nismo, la hegemonía en esta parte del mundo? Y la expectativa ansiosa de lo que la suerte de las armas decidiera, era mayor todavía en los pueblos latino americanos, que, aunque obligados por el Derecho Internacional á guardar correcta actitud de neutralidad, no podían presenciar sin emo- ción profunda el desenlance del drama que habría de decidir de sus futuros destinos. De todos esos pueblos, el nuestro es el que, por razón de su situación geográflca, ha manireslado mayor ansiedad por los resultados de la pelea; y conocerla en todos sus detalles es una necesidad imperiosa, no de curiosi- dad histórica ó de refíexíones sociológicas, sino de interés vital. . by Google Allá muy en el fumlo de nuestros corazones de mexicanos, de hijos de tos vencidos de Chiirubiisco v del Molino del Rey, pal|»ilaba iniiy vivo el deseo de (jue las armas españolas pusie- sen un valladar ¡nsuperaiile al coloso anglo-sajón. Del triunfo de ellas, del castigo de la arrogancia y de la avidez norte-ame- ricana, dependía el que México tuviese un plazo de medio sÍ- fíln de seguridad, durante el cual, organizándose y robuste c-iéndfise á la sombra de una política juiciosa y progresista, podría scgurameote constituirse en potencia capaz de defender su existencia como nación. El Dios de los líjércitos, como diría el Presidente de los Estallos Unidos en sus proclamas, alribuycndo á causas me- lal'isicas sucesos (pie la tienen natural y muy ciara y eviden- te, se declaró resueltamente ptj'tidario de los norte-america- nns. A pesar del lioroismo de los soldados y de loa marinos es¡iañ()lcs ese Dios parece (¡ue decidió que en las altas esleías políticas az que diese un pretexto tionrusü para el abandono de las colonias de América. No es España ciiirtamente, ta cual, en realidad, gana con la pérdida de Cuba y de Puerto Rico; es la raza latina de Europa y América la que algún día pedirá al actual Gobierno Español, y ante el tribunal de la Historia, estrecha cuenta de su egoísta conducta. Aunque, s¡ hemos de ser justos, tendremos que confesar que esa raza habría podido, Ó por ¡o menos debido hacer algo en pro de su propia causa, y no dejar á España sola en la palestra, como dejó á México en 1846. • by Google No cabe duda, pues, que en el sentido politico, la cuestión de ¡a hegemonía sobre el continente americano se resolvió en favor del sajonísmo. No habrá ya (|uien dispute á los Estados Unidos la supremacía sobre las naciones de origen español. ¿Pero con esto tjuedó defiítitívainente resuelto el caso? No encontrará ya el espíritu yanqui resistencia en su obra de sa- jonización de la América? En el orden político, en el de la fuerza de las armas, qui- zás en el del comercio, no cabe duda. Pero en otro orden, en el moral, en el de las costumbres, el de la civilización pecu- liar del latinismo, todavía hay mucho que decir. Moralmente, España no está vencida en América. Las cuestiones de conquista, de gobierno, de dominio po- lítico se resuelven en una sola batalla, no así las morales, tas de civilización, que requieren un combate incesante dorante siglos enteros, y que, á lasveces suelen resolverle en el sentido de la victoria de los vencidos por la fuerza de las armas. No aconleció otra cosa con los bárbaros vencedores del imperio Riunano. Los conquistadores fueron conijuistados por aque- llos mismos que se doblegaron bajo el yugo; y, quizás sean buenos deseos de nuestro ferviente latinismo, pero no deses- ileranios de la causa latina en América, á pesar de la recien- te derrota de España. En el punto verdaderamente importante, en el de la influen- cia moral del espíritu que la Madre Patria, semejante en Ame- rica á Roma en el mundo antiguo, supo infundir á los pue- blos de este Continente, la victoria no es aun del sajonismo. Bien puede España haber perdido sus últimos pedazos de tierra en esta parte del mundo que pobló con su sangre y cultivó con su getiio. No por eso habrá sfllado el acta de de- finitivo divorcio de las naciones que son sus hijas. Su espíri- tu, esparcido desde México basta el Cabo de Hornos, con su- lengua con sus costumbres, con su religión, seguirá impe- rando á pesar de todas las victorias de! sajonismo en el terre- no de los hechos. Todavía habrán de transcurrir muchos si- glos sin que deje de ser la América Española una prolonga- by Google cii^n de Cspaña del lado de acá, del Atlántico: innumerables generaciones de iiispano-aincricanas haltrán de suuederse án- ses de qtie la última deje de encaminar sus miradas y sus lenlimientos hacia la noble tierra de donde vino á este Con- tinente la vida del alma, con las ereeneias,^! idioma y las cos- lumltres, y alg;o de la vida étnica, con la sangre inTiindida eomo savia en el arliol de la población indígena. Una ley sociológica ineludible, una ley que no pueda ser abolida por medio de l»atallas ganadas lo exije asi, Y esla ley, ley de be- lencia es tan iinperiusa para E'^paña, obligiíndola á no apar* tar su aleneión de la América que civilizó, como para las naciones que de la colomización española proceden. l'or lo que á líspaña se refiere, la ley de berencia consiste en la bereneia de ella misma; es decir, la misión de la líspa- ña actual y futura, continuando la tarea (]ue en América se iiii[>uso la l<].s[)aña del tiempo de Isabel la Calóüca. El pasado de las naciones, lo triismo que el de los individuos, les forma á las unas y h los otros, obedeciendo á la ley eitada y siem- pre visU en la Historia, ciertos anlecodenles peculiares, de los cuales no pueden prescindir en su vida sobsecuenle; porque estos antecederiles, del género intelectual y moral, imprimen á sus respectivos caracteres un sello especial, una ídiosinvra- eia, que les dá forma propia y viene á ser part» constitutiva as étnicas, ni nsicas, sino por motivos psicológico?, es evidente que la he- rencia que España les dejó, y que no es más que la identidad de PUS aptitudes morales é iiitelpcluales con la de les españo- lea, les impone como una necesidad su unión estrecliü, en el orden de los sentimientos y de las manifestaciones del espí- ritu, con la Madre Patria. Así como no pneden prescindir del idioma que Cspaña les legó, porque es la base de óu vida in- telectual, tampoco podrán prescindir de aquellas sentimienlns, que son el cimiento de su modo de ser moral. Para renun- ciar á ellos, necesitan dejar de ser lo que son, ó lo (pie es lo mismo, perder su vida nací mal. !ín los pueblos hispano-ame picaños, la conservación del españolismo que heredaron es uria necesidad de existencia. Si España se ve obligada por sus hijos de América, estos le están, por inteiés vital, á no rom- per los vínculos que los ligan con aquella. Puede decirse más todavía: para los hispano-amerieanoi', la necesidad de conservar incólume la herencia española que recibieron con el ser, es mas fuerte hoy que antes, hov que el peligro del sajonismo triunfante se presenta irtas amenazailor que nunca. Ahora es cuando deben ios pueblos americanos que reoonocen un origen latino fomentar y cultivar con más empeño los caracteres de diferenciación propia que constituyen su independencia nacional; y ya que España, vencida, no pue- de darles el apoyo de sua ai'mas, que al menos busquen, en la conservación de las tradiciones ibéricas, el apoyo moral que fortalezca su ser genuino. No hay que desesperar, pues. En el libro del cual es pró- logo este humilde escrito, se verá como á pesar de los pro- digios de heroicidad de! tipo individual es|iañul, representado por la marina y el ejército de tierra, la España política rindió las armas, casi sin resistencia, por razón de conveniencia que no nos es dado valorizar. Pero perdamos cuidado los la- tino-americanos: todavía la partida no está ganada por el sa- jonismo, todavía pasarán siglos y más siglos, antes de que b, Google nuestro espiritu, nuestra lengua, nuestras costumbres y nues- tra civilización, latinas todas ellas, sean arrastradas por la olea- da del Norte. España venciJa en el campo de los hechos, sigue siendo la dominadora de más de las tres cuartas partes del Conti- nente Americano, en el terreno moral. rUANCISCO icriio en la actualidad y que estarían listos para el servicio con cuatro horas de aviso, asciende á un millón doscientos mil hombres. El Ministro de Guerra tiene en su poder comunicacioues de los Gorbernadores de ios Estados y comandantes de las guar- dias nacionales, asegurando que con cuarenta y ocho horas de aviso pueden poner á disposición del Gobierno diez millones cien mil hombres armados y equipados para el caso de un conflicto.» r.os sucesos posteriores han demostrado plenamente la fal- sedad de este despacho, puesto que á pesar de los llamamien- tos de Mr. Me Kinley, n'.> en cuarenta y ocho horas, sino en va- rias stniaiías, apenas fué posible levantar un ejército de . . . 125,000 hombres y gastando mucho más de cien millones de pesos . Si á H dificultad de obtener noticias exactas, se agrega el resultado de los esfuerzos de algunos periódicos españoles ó mexicanos que prohijan noticias de agencias no conocidas, quedamos sepultados eu un caos de incerlidumbre. Hacemos al presente un esfuerzo para no, calificar la conduc- ta de semejantes periódicos. Además de las narracioues de varios testigos fidedignos, uo hemos omitido aducir el mismo testimonio de los correspousa- b, Google 1 1 IffS ameTÍcaiios de la Prensa Asociada, y aun insistimos en ci- tarlo repetiilas veces, siempre rjue hallamos en él confesiones que tie'-ríeii á favorecer la causa de Kspañ-t. pues ^n tsles ca- sos, lo creemos de una autoridad iudisciilible, por razones que saltan á la visla; de la misma manera que si á los periódicos españoles se les escapasen conceptos favoraliles á la conducta de los Estados Unidos, en el proceso de la guerra i]ne acaba de terminar. No se hallarán en esta obra muchos juici')S respecto de la guerra, pero s! una reunión de hechos lomadus de fuentes ofi- ciales y, en una palabra, todos los elementits necesarios para formarse itna opinión concienzuda é imparcial. En realidad no s: mos capaces de afirmar desde luego cua- les sean las consecuencias precisas que habrán de aBa.— La Liiisiana y la Florida. — Francia juzga ahiitrdfls las roclaraaciones americanas, — Priiiieros movimientos Kn favor de la insurrección. — Expediciones de Narciso López. — Apoyo de los Estados Unidos á loa filibusteros. I. ic principio (ie las desavenencias entre España y los í Rstados Unidos puede decirse que data del año de J iSoo, cuando poco después de emancipada esta nación, iipezó á hacer una activa propaganda en todas laa coluniüs americanas para instigarlas á que sacudiesea el yugo del dominio Español, A este fin se enviaron á los agentes americanos Pike. Lewis y Craik á ciue recoirieraii nuestro país, así como Cuba y Puerto Rico, predicándolas doctrinas de Jacobo Monroe (t) y toman- do á la ve?, una multitud de datos relativos á su riqueza, co* mercio, defensa de sus puertos y elementos de guerra, los cua- les datos, si se tiene en cuenta que á la sazón dirigía Estados Unidos reclamaciones contra el Intendente españolen la Lui- siana, por motivos que se verán en seguida, no podía disimu- larte que el móvil que guiaba á aquel gobierno á tomarlos, no era otro que el de estar prevenido para el ca.so de un conflicto, que desgraciadamente hemos tenido que presenciar al fin, si bien un siglo más tarde. España accedió á aquellas reclamaciones y tuvo que perder la Luisiana debido á una cabala del coloso aventurero Napo- león Bonaparte, á quien fué cedida por el débil Carlos IV, á cambio de un reino que jamás llegó á poseer España: el de Etruria, Vinieron en seguida otras demandas de los Estados Unidos, por el hecho de haber consentido España en sus puertos las (I) Nombrado Uioistro de KelacioneH j rriá» tarde Presidente do la Repúblic». b, Google ]6 presas de guerra de los corsarios fraoceses, demandas que de pronto no fueron atendidas, pero tampoco se rechazaron con ener- gía, siendo aplazada su reHolucióa para más tarde. Entretanto los Estados Unidos se apoderaron de Amalia y Movilacon pre- texto de retenerlas en depósito, mientras se contestaba á sus reclamaciones, aunque en definitiva no volvieron ; a á poder del Gobierno de la corona. En aquella época era tolerado en la Unión americana el con- trabando con las colonias españolas del continente, y todo el ■que quería rebelarse, encontraba en aquel país apoyo y protec- ción decididos. Por el tratado de 1795 había concedido España á los Esta- dos Unidos un depósito por tres afíos, en Nueva Orleans, á ori- llas del Missisippi, para facilitar la salida del país de sus pro- ductos, y queriendo dar una muestra de benevolencia, que no fué sino de debilidad, consintió en admitirlo otros cinco años más. sin nuevo permiso. Pero como el Intendente de la Lui- siana notase que tal depósito era causa de los continuos con- trabandos deque hemos hablado, lo suprimió repentinamen te, lo cual fué pretexto paralas reclamaciones entabladas por los Estados Unidos. España dando otra prueba de debilidad, restableció luego el depósito. En 1804 el mismo Jacobo Monroe fué enviado á E-^paña co mo representante de América, con facultades para arreglar las diferencias pendientes entre ambos países, más habiendo exi- gido concesiones y franquicias imposibles, no se llegó á una solución satisfactoria y el enviado tuvo que regresar á su país sin haber terminado su mis'ón. España solicitó entonces de Francia su opinión respecto á los puntos objeto de sus diferencias con los Estados Unidos, y aquella nación por medio de su comisionado Mr, Tailleyland, declaró las demandas americanas como absurdas pretensiones destituidas de razón. Seguían propalándose con gran calor por toda la América las doctrinas de Monroe, cuyas tendencias en el fondo eran desper- tar las ideas de rebelión contra el Gobierno de la Península y hacerla independencia de todos los dominios españoles. Sin duda inspirado en ellas el Gobierno de Washington, pro- puso á España la cesión de la parte occidental de la Florida; más fué enérgicamente rechazada esta proposición, lo cual con- tribuyó á acabar de convertir á aquella República, en un cen- tro de maquinaciones hostiles al poder colonial, continuátidose las misiones laborantes con más ahinco. A la vez que se había enviado á México al teniente america- no Pike, se mandó al caraquense Miranda á Venezuela, uno y otro con expediciones que, si uo iban en son de guerra, sí levaban como único punto de mira el insurreccionar estas co- b, Google 17 lonias españolas, provistos de todi clase rte eIe:aentos para ha- cer una vigorosa propaganda, ayudadas por los periódicos de la Uuióu. España tuvo conocimiento de semejantes trabajos, y sus efec- tos desastrosos para la Península se dejaron s.;ntir desde luego. Con este motivo ordenó á su representante en Washington, gestionara diploniálicamente la conservación de las colonias, así como que se impidiese por todos los medios la organización y salida de expediciones. Hl representante, que lo era Don I,ais de Oniri, trabajó empeñosamente en su delicado encargo, aun- que sin éxito alguno: las expediciones continuaron, como se ve- rá en seguitla, y las intrigantes gestiones que el Gobierno ame- ricano hacía para apropiarse la Florida, dieron por fin el resul- tado, y el 17 de Julio de 1821 le fué entregado este hermoso territorio. El primer movimiento furraal en favor de la independencia de Cuba debió tener lugar el 17 de Agosto de 1823. Agentes norte y sud americanos habían inmigrado á la Isla y trabajsban secretaiuen'e para atraer á sus doctrinas á todas las clases sociales. Eran en su mayoría partidarios de Bolívar, por lo cual aquel movimiento fué de.signado más tarde con el nombre de Conspi- ración de ¡os Soles de Bolívar. Contaban con algunas armas y municiones y sobre todo con el apoyo moral de Norte-América, que sea por !a prensa 6 por medio de sus agentes los excitaba á seguir el ejemplo de los de- más reinos americanos ya emancipados en aquella fecha. Esta conspiración fué descubierta casualmente por un escla- vo que era el prensista de la iiñprenta donde .se hacían las ho- jas de propaganda. Este, sin calcular las consecuencias de su acción, extrajo furtivamente una prueba de la proclama y la llevó á mostrar á su prometida; la cual prueba, pasando por distiutas manos, no tardó en ir á dar á las del General Vives, actual gobernante de la Isla. Se descubrió que e-taban de acuerdo en la con,spiracÍón más de setecientas personas; se les recogieron varios impresos, ar- mas, banderas etc. y todos los promotores fueron puestos en pri- sión y castigados severamente. Según las declaraciones de los acusados, la conspiración tenía por objeto la independencia de Cuba. Con el escarmiento producido por los castigos del General Vives se calmó por entonces la excitación, y cesarou los esfuer b, Google IS zns para difundir la idea de rebelión durante algunos añi)H, no ccurrieiido entre tanto sino ligeras tentativas de muy poca ini- pi rlanci». No pasaba lo mismo en Estados Unidos, donde con franque- za se foimaban juntas de simpatlzatiures con la insurrección y se contribuía públicanieiitt; para ayudar á aquella causa. En 1 843 trajo no pocas dificultadt-Hy complicaciones al gobier- no de la Isla la difusión de las doctrinas abolicionistas de la es- c'avitud, que conlaban muchos prosélitos entre los mismos cu- la nos. Tres años más tarde se propuso desembozad a mente la idea de anexión de Cuba á los Estados Unidos, cuando en 1846 el senador Mr Yule, de la Florida, propuso á la Cámara la com- pra de la Isla. Tan arraigada e-ftaba en la opinión pública la idea de anexión, que fué preciso que los periódicos de Cuba des vanecieseii las falsedades publicadas por la prensa americana al afirmar que las negociaciones en este sentido, prosperaban en España. En aquella época el ex-general español Don Narciso López, acérrimo enemigo de los intereses coloniales y fiel ejecutor de sus propias ambiciones, había emprendido, de acuerdo con al- gunas sociiidades secretas cubanas y americanas, extensos tra- bajos en favor (lela insurrección. En 1848, siendo Gobernante de Cuba el Conde Alcoy. obser- vó que en poco tiempo desembarcaron una multitud de indivi- duos sospechosos, ■ ue no eran otros que los emisarios norte- americanos é ingleses que llevaban el encargo de sublevar los ha hitantes de Cuba y proclamar la anexión á los Estados Unidos. Se hal)ía puesto á la cabeza de los alborotadores el expresa- do Narciso López que intentó con mal éxito un levantamiento en Trinidad y Cienfuegos; fué descubierto por Alcoy con mu- cha rportunidad y sofocado completamente. Huyó López al extranjero para continuar en su empresa, ayudado por la propaganda que hacían los apóstoles america- nos y por las sociedades secretas de que hemos hablado. Trató de organizar una luieva expedición en !a isla del Gato [Cat island] del grupo de las Baíiamas, hoy propiedad de In- glaterra, donde varios aventureros ameticauos y descontentos españoles se reunieron para invadir á Cuba, de acuerdo con el partido exaltado de la Isla. Pero no fué tampoco llevada á efecto esta expedición. Los agentes del Conde Alcoy tuvieron noticias oportunas de los preparativos, y mediante enérgicas protestas al Gobierno americano se consiguió que fuera disuelta la reunión y aún, que ofreciera el mismo Gobierno impedir la formación y salida de nuevas expediciones, del territorio. b, Google 19 Sin embargo de estas promesas, poco creídas, se pidió á Es- paña el aumento del ejército de la Isla y algunos vapores más, para resguardar las costas, temiendo el Gobierno de Cuba fuera á nece.sitar muy pronto de estos refuerzos, como así sucedió. Lope?, á la vtz recibía rí>inií>s de Ins pEifrinlris cobauos y or- ganizaba una segunda expeüción i.n 1S49. (¡ue hal)ía de man- dar él en persoüa. Red uto al afecto sns panidaiios entre la gente de peores costumbres ile los litados Unidos y l IjO.s demás comprometidos en este levantamiento sufrieron la misma peiiM en otros lugares de la Isla. Poco iitfiuían segurami-nte estos sucesos en el ánimo de Ló- pez y los suyf's, que continuaban los aprestos de nua expedi- ción, Jista la hizo preceder el mismo López de las noticias más absurdas, favoritbles á su causa y publicadas en los periódicos anexionistas americanos; las cuales repercutiendo en la Isla, volvieron á López tan abultadas y descouocidas, que ellas fue- ron la cau^a que determinó el epílogo de su azarosa vida y la captura completa de aquella desgraciada expedición, según vamos á referirlo. El examen de la correspondencia volvió á darle á Concha el resultado que buscaba. Por este medio se puso al tanto de los preparativos para la expedición. Se hizo ésta á !a vela en los primeros dí:is de Agosto, Eran cuatrocientos cincnenta hombres y llevaban consigo gran can- tidad de municiones de boca y de guerra. Según los rumores que se habían hecho circular, se sabía que el sentimiento de rebelión era general en la Isla, que la Haba- na se había levantado en armas y estaba en poder de los insu- rieclos. Tales noticias eran creídas con fe ciega por López, Dicho esto, no parecerá extraño que el día 1 1 fueran avista- dos por el vigía del Morro dos vapores que eran los de la expe- dición de López, que intentaba desembarcar en la Habana. Mas como no viese en la costa ningún indicio de que la ciudad estuviera en poder de los relieldes, tuvo que dirijirse al Morri- llo de Manimaní, punto cercano á Bahía Honda. Tan luego como se supo en la Habana, salió el Pizarro en persecusión de López, quien al saltar á tierra pudo notar su error, al ver que era recibido fríamente por los habitantes de la isla; algunos campesinos hicieron fuego sobre sus soldados y al internarse en la costa, hallaba las villas desiertas. Mientras 150 individuos verificaban el desembarque, López con los 300 restantes había ocupado Las Pozas, donde fueron atacados inopinadamente por el General Ena, á quien se unió después el Coronel Morales, dispouieodo entre ainhos de uua b, Google 23 fuerza de cerca de 2000 hombres, ciento ciucueiita caballoa y cuatro piezas de artillería. Hicieron abandonar sus posisíones al eneiiiigo, que huyó al campo. El díit 17 fueron sorprendidos en el Cafetal Rosales y tuvie- ron una acción muy reñida en la cual quedó fuera de combate el General Kna. De^^puéa de otros encuentros habidos en Aguacate, San Cris- tóbal y el Rosario, fueron los insurrectos perdiendo terreno y c:ij-endo prisioneros eu manos de sus perseguidores, hasta que al fin el 24 de Agosto, en un lugar del camino de Santa Cruz de los Pinos á Pinar del Río, fué capturado López, con siete de los suyos que le acoin piulaban, por medio de una emboscada que prepararan los cabos de ronda españoles Zea y Castañeda, y se les trasladó á la prisión del castillo del Morro. Fueron sentenciados á la última pena y ejecutados el iq de Septiembre de 1851, así comocincuenta filibusteros americanos más, frente al castillo de Atares. Castañeda el aprensor de López fué alevosamente asesinado tres años más tarde por los partidarios de éste (1) La ejecución de filibusteros americanos trajo algunas dificul- tades al Gobierno de España en sus relaciones con el de los Es- tados Unidos. Estas llegaron á tal grado de tirantez, que el Cón- sul en Nueva Orleans tuvo que abandonar su puesto y aun fueron env¡ad;;s algunos buques de guerra americanos para apo- yar las demandas de una explicación por el hecho referido. No obstante, la claridad con que aparecía la justicia por parte de España hizo á aquella nación deponer su actitud y al año si- guiente volvió el Cónsul español á Nueva Orleans y los buques de guerra fueron retirados. El año de 1852 fué notable por la actividad en los trabajos de la Sociedad secreta La EUrella Solitaria. Extendía sus ra- mificaciones desde Nueva Orleaus, donde estaba su matriz, á cerca de cu are uta ciudades americanas. Sus socios se obligaban á coadyuvar persoual y moralmente á que lodos los pueblos de la tierra gczasen de libertad. Contribuían cada mes con una cantidad la cual se invertía en armas, víveres etc, para los in- surrectos. El Capitán General D. Juan de la Pezuela, encargado en- tonces del gobierno de la Isla, ejercía una escrupulosa vigi- lancia. Hizo varias aprehensiones de agentes extranjeros insu- rreccionistas y aun de mujeres que se ocupaban en fabricar car- tuchos para los rifles que se esperaban de los Estados Unidos. (1) Hallándose Castarieda en el café do "Marte y Relon" en la Habana, la tar- de del 12 de Oetubre de 1854, fué muerto por un dis]>aro inie, á través do la tí- driera do uua ventana, rocibtó en el criíncu, dcgántlolo muerto en el acto. b, Google 24 Rstas aprehensiones dieron por resultado el desciibriinieuto de otra conspiración llatnada de Pozos Dulces, atribiiída al Con- de de este nombre, cuñado de López. El 23 de Febrero del año siguiente fueron sentenciadas diez personas, acusadas de ser los promotores de !a conspiración. De éstas fueron ejecntailas D. Francisco Valdez, D. Eduardo del Cristo, D. Manuel Hernández Perdomo y D. Juan Alvarez. I,os demás estaban prófugos. El conde de Pozos Dulces fué de- portado á la Península. Siendo entonces Presidente de los Estados Unidos Mr. Pier- ce, le fué dirijida uua petición por los anexionistas en la que reclamaban su apoyo para apoderarse de Cuba. Es de notarss que tal petición estuviera secundada por algunos senadores americanos. A principios del año de 1854 surgió un incidente qne volvió á poner en peligro la annonía entre las relaciones diplomáticas de España y Estados Unidos. Este incideute fué el del vapor americano «Black Warrior.» Cedamos la palabra á iin escritor contemporáneo que lo re- fiere de esta manera; «El 28 de Febrero de 1854 fondeó en la baliía de la Habana el vapor americano Black, Warrior, mandado por su capitán Bullock, quien al recibir las instrucciones escritas para ajustar sus maniobras en el puerto, así como se practicaba en todos los puertos españoles, sí negó á enterarse del documento, sin de- volver por consiguiente el duplicado cual se le exigía, con la firma de quedar impuesto de cuanto en la instrucción se deter- minaba; así como se uegó á presentnr el manifiesto de la carga del buque y á manifestar si iba 6 no de tránsito, diciendo sólo que estaba en lastre. Excitados con tal proceder !a curiosidad y el amor propio de los empleados fiscal ets y comunicidoel he- cho por el resguardo á !a aduana, ordenó el administrador de ésta, D. Mariano Adriansens, en vista de la resistencia de Bu* Ilok, que se verificas-; la visita de fondeo, y apercibido en el ínterin el capitán del vapor, pidió, algunas horas después de fondear, permiso para s^lir del puerto. Pero las órdenes de la Hacienda siguieron adelante, y verificado el reconocimiento ó visita de fondeo, resultó que estaba el buque cargado de pacas de algodón y no de armas, como se había corrido !a voz. En vista de esto y con arreglo á la instrucción de aduanas, se le hizo presente al consignatario la multa en que el capitán había incurrido y se le propuso, para evitar conflictos, que adicionara á la relación de rancho la caiga del buque, á lo que contestó descortesmente aquél, entablando protestas con verdadero ca- rácter de amenazas M «He dicho que el capitán de! Black Warrior había pedido permiso para salir del puerto, á lo que se le contestó que pro- b, Google 25 cediendo con arreglo á la ley la descarga del buque, se le haría la gracia de permitirle seguir su viaje, siempre que prestara la correspoudieute fianza; el consignatario Tyng se negó y el ca- pitán RuUock: abandonó el buque al ver lo que se le obligaba, no queriendo presenciar la descarga ni él ni e¡ cónsul de los Es- tados Unidos, resuelta por los funcionarios de Hacieuda vein- tiséis horas después del fondeo, en lugar de esperar á las cua- renta y ocho prescritas en la citada instrucción de aduanas.» Estos son los hechos, motivo después de complicaciones in- ternacionales, que llegaron á tomar un carácter grave. El Presidente de ios Estados Unidos Mr. Pierce, en su men- saje de 1854, llamó á la cuestión del VVarrior un casus belli. España con su reconocida falta de energía en sus gobernan- tes, admitió pagar la indemnización exijída por fl dueño ó ar- mador del buque y que ascendió á $53,000 b, Google b, Google CAPITULO H. erra stpacatist* dnicrioana. — Caiisna do esta guerra é influjo sobro la insurrec- ción de IttH Antillas espafiolas. — Santo Domingo y Puerto Rico. — Grito de Yara. — Coincidencia con los sucesos revolucionarios iIp la Península. — Cau- dillos cubanos insurrectos, I i guerra ititestína que asoló en los años siguientes á «la gran República, influyó de una manera especial en Jla insurrección de Santo Domingo, Puerto Rico y Cu- la, porque Sí quiso tomar como causa de ella la abo- lición de la esclavitud, tan debatida ya por entonces en aque- llas islas, cuyos habitantes eran muchos esciavo.s. No fué esta en realidad la causa eficiente de la guerra de se- cesión. Se había "enido creando una división pt'ifunda entre los habitantes de los Estados del Sur de la Unión y los d^l Nor- te, nacida de la diversidad de razas, de carácter, ocupaciones etc. Eran aquellos en su mayoría ricos agricultores que por los abundantes frutos que les prodigaban sus campos, vivían con gran desahogo, con opulencia si se quiere; guardaban una po- sición comercial preponderante sobre los del Norte y muy su- perior á la de éstos, que eran industriales y comerciantes casi todos. Además, ios unos eran de origen latino y franco-latino, en tanto que los otros eran sajones y angln-sajones. La religión de éstos era la protestante, los del Mediodía eran católicos. La diferencia de origen, de índole, de aspiraciones y de reli- gión hizo pues robustecer cada día aquel inveterado antago- nismo, hasta que el incidente de la abolición de la esclavitud, lo transformó en odio mortal, surgiendo entonces la guerra. Para contrarestar el dominio de los surianos acogieron con gran empeño sus competidores del Norte el proyecto de abolir la esclavitud, que á la vez que les atraería el aplauso del mun- do civilizado, conquistándoles el título de filántropos, era en realidad un rudo golpe á su poderío, porque millares de ¡os b, Google 38 trabajadores del Sur eran esclavo?, quienes i:or su actitud para las faenas agrícolas y por lo exiguo de los salarios con que se les retribuía, formaban el elemento principal de la riqueza de aquellas comarcas. Inicióse una ; ctiva lucha por los habitantes de los Estados septentrionales contra la esclavitud. Se enviaron agentes ex- pensados por ellos á los campos del Sur con la misión de suble- var y libertar á los esclavos, [ij originándose no pocos desór- denes. Llegaron las elecciones de i8fio y en ellas designaron sus res- pectivas candidaturas los partidos republicana y demócrata; éste á Donglas y Jhonson paia ta presidencia y vice- -presiden- cia de la R;públtca y aquel á Breackinridge y I,aiie, para los mismos cargos, respectivamente. Pero ni unas ni otras preva- lecieron porque un tercer partido medio, llamado de la Uirótt const'tucional que propuso á Mr. Bell, les disputó el triunfo, sin obtenerlo tampoco: éste fué en favor de Abrahara Ivincoln, candidato de los republicanos de Chicago, que tuvo una ma- yoría de 1,866,157 votos, coutra 1.375,157 que favorecieron á Douglas. Derrotados ios demócratas del Sur con la elección ds Lin- coln, á quien se conocía en todo el país como furibundo aboli- cionista, no trataron ya de ocultar su hostilidad al resto de aquella nación y quisieron llevarla luego á las vías de hecho, cumpliendo sus antiguos deseos de emanciparse. La Carolina del Sur fué el primer Estado que enarboló el estandarte de la rebelión, proclamando su independencia el 20 de Diciembre de aquel año. Le siguieron los Estados de Geor- gia, Alábanla, Missisippi, Florida, Texas y Luisiana. El resto de la república trató de impedir se llevase á cabo la escisión. Es notalile que ésta vez no se inspírase la nación ame- ricana en el mismo criterio con que intervino en nuestra cues- tión de Texas, ni en la de Cuba, últimamente pues en lugar de concederles la libertad que reclamaban estos Estados, empren- dió contra ellos una sangrienta lucha para subyugarlos. Tal fué el principio de aquella guerra formidable que asoló á ese país durante cuatro años, siendo á la postre derrotados y soraelirios los surianos, El objeto de este libro y sus dimensiones nos impideu seguir paso á paso la relación de aquellos hechos sangrientos á cuyo epílogo precedió el asesinato del mismo Lincoln por el actor C. Wilkes Booth, la noche del 15 de Abril de 1865. mientras ce- lebraba los triunfos de las armas federales en el teatro Ford. (1) Uno lie patos Ofspiitps, aciiiiíMlo ile wiilipión, fué jiizgaiio «I 2 ile Diciembre de 18,1!* y ftlinrcAiio cu Charleston por Biiiitenr'jR do la Corte del Estado de Vir- gitiiív, «firnbaiU por p1 gotiprnailor Mr. Wisc. b, Google Los Estados del Sur, según hemos dicho estaban poblados por descendientes de la raza latina, con identidad de interesen y costumbres á los pueblos latino-ainencanos del continente, I,a derrota de ios confederados significó el exterminio de la pri- mitiva raza colonizadora.; la supresión del elemento hispano la- tino en la conformación política de aquella Rt-pi'ibUca. O fti otros términos, se dio un paso más hacia el cumplimiento de ese vie- jo fenómeno ohservndo en la historia, lo inisuio en los paises ci- vilizados que salvajes: las razas septentrionales irriipcionan ó invaden de tiempo en tiempo el resto del mtindo y lo dominan. Efectiva fué la influencia de la guerra norte americana so- bre las Antillas españolas. El año de i86,^ estalló la insurrección en Santo Domingo, en la parte de la Isla reconquistada cuatro años antes por Espitña. Un año más tarde se hai>ía extendido !a guerra á todas ¡as provincias, siendo imposible por entonces para el gobierno peninsular sofocarla debido á la situación anor- mal poique atravesaba. En Enero de 1865 el Capitán General del ejercito D. Ramón María Narvaes presentó á las Cortes el proyecto de abandonar la Isla (sin ruborizarse, dice con intención iin historiador ib?- ro) que fué aprobado y sancionado el i" de Mayo de aquel Doii Francisco Serrano, antecesor del entonces Capitán Ge- neral de la Isla de Cuba, D. Domingo Dulce, se declaró en Es- paña partidario de las reformas atitillanas. Tomó dos veces la palabra en el Senado con objeto de defenn Teniente, Caballera rechaió la propuesta coa indignación. b, Google 3* í,as protesias de! Ministro español e» Washington obügaroie al GiitiitTiio á detener y á hacer prisioneros á los que flotabatv eniharcücioiies con elenieiitos de guerra; pero al mismo tiempo (lió eiHouces «na prueba más de s« parcialidad eii la cuestión' cubana. Clin destino á la vigilaucia de las costas d« Cuba, España hidn'a iiianda de Agosto las Ama-/onas cubanas. Céspedes, contestando á las medidas de la autoridad, ordenó el incendio de todos los plantíos de caña. Eueron incendiadas, adt-más, Bauao, Guaimaro y Ca-corro. D. Antonio Kernáudez Caballero de Rodas que desde Julio había sucedido al general Dnice en el mando de Cuba, seguía luchando contra la revolución ayudado por los batallones de voluntarios así de la Isla como peninsulares. El número de sol- dados en Octubre de 69 era de 80,000, los cuales á pesar de las críticas circunstancias p :rque atra.vesaba la Península, no dejaron de aumentarse constantemeute. Sólo de España habían desembarcado 26 batallones y 25 escuadrones, que sumaban 34,500 plazas. Se habían recibido también i4buques, 20 caño- nes Krupp, 25,000 fusiles de distintas marcas y 5,000 kilogra- mos de pólvora, á lo cual hay que añadirlas treinta barcas ca- ñoneras construidas eu Nueva York, que al fin fueron devuel- tas. Habiendo las autoridades prorrogado el térmluo para que se «cogieran al decreto de amnistía los insurectos, se preseota- b, Google 39 ban de cuando eo cuando pequeñas partidas. No obstante, lar- dó todavía ocho años cuatro uieses en pacificarse la Isla, á pe- sar de las medidas dictadas por la autoridad y de los abundan- tes refuerzo;-' que se recibían sin interrupción. Incontables fueron en este tiempo las escenas de sangre ho- rror y desolación que á diario tenían lugar en el campo de la guerra. Villas, ingenios y caseríos incendiados, pacíficos habi- tantes asesinados con crueldad, mujeres y niños atropellados y Vfjados, multitudes %'agando por los bosques, desnudas, ham- brientas, siguiendo á los rebeldes ó bien huyendo de ellos, fu- silamientos de prisioneros, sin interrupción, por uno y otro bando y olvido de todo sentimiento humanitario. I,as pasiones llegaban á su más alto grado de excitación, y tanto es así, que el historiador iniparcial se halla perplejo ante las notas contradictori; s y falsas que en sus partes oficiales pu- blicaban uno y otro partido. Sumando por ejemplo el número de bajas que durante la guerra afirman los partes españoles haber hecho á los rebeldes, resulta una cifra monstruosamente inexacta, mayor á la de los habitantes de la isla, capaces de pelear; en otros términos, de ser exactos esos partes tendría que haberse terminado con la población toda de Cuba. Tenemos á la vista un parte oficial correspondiente á la .segunda quincena del mes de Diciembre de 71, época en que se aseguraba que la revolución se había casi extinguido. El parte á que aludimos dice: «resultado de las acciones habidas en la quincena: muertos al enemigo, 164, — prisioneros 6052, presentados 556.U Lo cual es absurdo. Por BU parte los insurrectos eran también amigos de las ma- yores exageraciones. En la comunicación que Céspedes dirigió al presidente Graut, le aseguraba que su ejército era de 60000 hombres bien disciplinados, que una escasa minoría no parti- cipaba ds sus ideas, que estaba su gobierno establecido formal- mente con sus Cámaras legislativas, sus Ministerios ele, lo cual no era sino empírico. Esta circunstancia, así como la de ser extraña al plan de es- te libro la narración circunstanciada de los sucesos de la gue- rra disidente, nos excusan de describirla punto por punto. Los jefes principales fueron siendo ejecutados á medida que caían en manos de sus perseguidores: Goicouria, Céspedes, Agramonte, Donato Mármol, Covadas, Castillo Mola, Betan- court. Agüeros, Salomé Hernández, Marcano, Rosas y otros, no existían ya el año de 74 al tomar posesión del gobierno de la Isla por tercera vez D. José de la Concha. En el mensaje que el Presidente Grant dirigió al Congreso americano en 1875 se quejaba déla continuación de aquella guerra, la cual con las circunstancias que la acompañaban era — decía — una ofensa á las leyes de la humanidad. También b, Google 40 se hacía saber en dicho mensaje que España había pagado á los Estados Unidos 80,000 pesos de indemnización á lay fami- lias de los tripulantes del Virginhts. En los años de 76 y 77 se presentaron muchos insurrectos deponiendo las armas; algunos de ellos iban acompañados de sus familias. En los partes que rendían las tropas españolas se hacía raeucióii de gran número de mujeres y niños, entre los presentados. Empezaba pues la pacificación. El general D. Arsenio Martínez Campos, ayudado del gene- ral Jovellar, ñié quien tuvo la fortuna de llevar á cabo los arre- glos para terminar con la guerra de rebelión. (1) El expresado gobernante liizo proposiciones á los ji' fes rebel- des para que se ajustara un trabado de paz y .se suspendieran las hostilidades. Conferenció personalmente con Máximo Gómez, jefe enton- ces de la insurrección, y logró después de varias entrevistas que se firmara uu tratado cuyas bases eran: Primera. — La isla de Cuba recibirá la misma organización política y administrativa que tiene Puerto Rico. Segunda. — Amplio perdón para todos los delitos políticos desde 1868 y libertad para los que estén Kufrie-ndo sentencia y para los pri.sioneros políticos y perdón general para los deser- tores de las filas españolas. Tercera. — Se dará libertad á los negros y chinos que estén en el campo insurgente. Cuarta. —Ninguna persona que reconozca al gobierno español en virtud de este tratado, podrá ser obligada á hacer la guerra á no ser que se establezca la paz en todo el territorio. Quinta. — -A todas las personas que desdan salir de la isla se les darán medios para hacerlo, sin entrar en poblado, si así lo desean. Sexta. — Se hará la capitulación de cada fuerza en lugares despoblados donde se depositarán las armas. Séptima. — El General en jefe español, con objeto de facilitar la adhesión de otros departamentos á estas condiciones, dará li- bre paso para todas las vías terrestres y marítimas. fJíTÍíii'a. — Las bases anteriorss se consideran generales para todos los departamentos de esta Isla que acepten las proposício- Este tratado se firmó el día 10 de Febrero de 1878 y se dio orden de que las hostilidades fuesen suspendidas en toda la isla. {!) lil spcreio paia l.al.er iO.ísnzüdo el ésito en la parifiead habían p.Kli1. 1 ioaña Hii'siiriLn psñoles. que Martínez Campos dunJ gruoHas ¡ sumas á \m jefi.' depueltran Us armas. b, Google El tratado sa firmó en el punto llamado el Zanjón, por lo cual es conocido con este nombre. No todos los jefes insurrectos estuvieron conformes en las bases que Gómez aprobó, propuestas por Martínez Campos. Por las dificultades que los rebeldes tenían para reunirse, así como por la grau extensión que éstos dominaban, no fué' po- sible comunicarles la noticia de la celebración de los tratados de paz, sino hasta muchos días después. Aigunos de los jefes á quienes no se les había consultado su parecer parí firmar e! tratado, se dieron por ofendidos y no qui- sieron observar sus bases. Entre ellos el raás notable quizás fué Antonio Maceo, á quien veremos figurar en primer térmi- no durante la segunda insurrección. Este valiente jefe tuvo algunas entrevistas, si no conferencias, con el General Martínez Campos; pero no quiso tratar del asun- to de la pacificación de la Isla. En 1878 que fué entrevistado por un repórter del IVoríd. ma- nifestó su grande entereza para seguir combatiendo, á pesar de que se hallaba, en los momentos de la entrevista, herido en veintidós distintas partes del cuerpo, á consecuencia de los com- bates empeñados últimamente con los voluntarios. De estas le- siones dieciseis eran de bala, y las demás de machete, Las decantadas reformas, prometidas desde tantos años aotes, no se llevaron á cabo, ó mejor dicho, no se trató de ponerlas en práctica sino hasta diez y siete añ js después, que la guerra se- paratista hizo explosión de nuevo, según lo veremos en el capítulo que sigue. La insurrección que terminó en 78 costó á España mucho dinero y muchas vidas. De 2oo,odo voluntarios enviados en el transcurso de 68 á 78 sólo quedaban al fin de la guerra 120,000; es decir, había desaparecido más de la tercera parte. Además de las expediciones que hemos citado ya detallada- mente, eu la imposibilidad de publicar una nota comoleta men- cionando cada una, haremos constar sólo algunas de las prin- cipales ñetadas en las costas americanas, durante la primera insurrección. Sabido es ¡ue estas expediciones eran por lo general despa- chadas furtivamente, apelando á mistificaciones y engaños pa- ra evitar fuesen estorbadas á su salida ó al desembarcar en Cuba. A muchos de los vapores que las conducían se les cambiaba el nombre ó la biuJ^ra, ó aabis cj3í.s; la ¡myor parte eran b, Google 42 destinadas á un supuesto consignatario, con la manifestación de dirigirse á un lugar lej ano de Cuba; trasbordaban ,su carga- mento en alta mar á otro buque prevenido de antemano, el que lo conducía á su verdadero destino. Por tal razón no dejaban luiella de su salida ni su desembar- co, porque éste se verificaba en un lugar despoblado de la cos- ta cubana. Gran parte iban en goletas ó barcas sin nombre, 6 lo ocultaban cuidadosamente sus fletadores. Los escritores españoles que describen el principio de aque- lla guerra dicen, como D. Emilio Sonlére, que "diariamente .salían expediciones,» lo cual, prescindiendo del sentido hiper bólico de la frase, da una idea de la mucha frecuencia con que se repetían. Por este y otros fundamentos no es aventurado afir- mar que los datos que publicamos en seguida sólo comprenden una pequeña parte del total de expediciones habidas en los cua- tro primeros años de dicha guerra. Para que se vea el valor de los servicios que á los insurrectos hacían los simpatizadores americanos, hay que «otar que algu- nas de estas expediciones costaban millones de pesos, y los ar- tículos de guerra se remitían en cantidades fabulosas. I,a expe- dición del «Arago,» por ejemplo, qne está muy lejos de ser la más importante, llevaba 6.000.000 de cartuchos metálicos, lo.ooo fusiles, doce cañones de á 6 y á 12, 2,000 arneses com- pletos y varios proyectiles sólidos y huecos para los cañones. No creemos ocioso hacer constar estos apuntes que revelan lo que en el curso de este libro se halla patentizado: los ene- migos de España encontraron desde un principio grande apo- yo en los Estados Unidos. b, Google S o esa H = m .5-2 3 -2 c -S = í;-^ S 3 S S S-ÍES^a. . 2 3í "i . óa' 3 >■ 9 §1 8- 5, b, Google b, Google CAPITULO IV. I 1 grandes muestras de alegría fué recibida la noti- a de !a terminación de la guerra por todos los babi- í fantes de la Isla. iAqiiel pueblo tras nueve años de constante lucha, sentía-e ya exKn;^ii',', ávido de recobrar su tranquilidad y de volver r.l caminu ¿e U paz benéfica que le rehabilitara en sus inmensas pérdidas, causadas por la tea incendiaria y por la de- vastación que tras sí habían dejado las hordas de foragidos, mezclados, para confundirse, con los patriotas. Aquellas familias huérfanas, aquellos hogares desiertos, aque- llas tribus acéfalas, clamaban piedad, de uno á otro confín de h) Antilb, y pedían en un tono más conmovedor que el que pu- dieran lialier empleado todos los oradores del mundo, el térmi- no de tanta crueldad y desolación. El general Martíne» Campos fué el afortunado gobernante á quien cupo la suerte de realizar en pocos meses lo que sus ati- tecesores no habían iojjrado en varios años. Uniendo la severidad á los halagos fué p':co á poco dome- ñando á aquellas huestes rahacias á todo lo que significara ce- jar un punto en sus propósitos, hasta conseguir que acudieran dóciles á su llamado, para firmar las bases de un convenio amis- toso. El pueblo le aclamó entonces llamándole el héioe de la paz. Fué objeto de múltiples manifestaciones de gratitud por haber puesto fin á aquella guerra que amenazaba acabar con los ha- bitantes de la comarca. b, Google 46 Para celebrar este plausible acontecimiento se organizaron festejos públicos. Desgraciadamente aqnella paz no fué tan duradera como ha- bría sitio de desearse. T,os jefes insurgentes que no quisieron adherirle al íratado deiZajón, emigraron de la Isla para con- tinuar paulatinamente sus trabajos separatistas, en las juntas revolucionarias de Rstados Unidos. Algunos escritores españoles así lo comprendieron y encare- cían al gobierno la necesidad de implantaren Cuba !as señadas reformas, ya que no la autonomía. El escritor J. Sedaño dijo: «la guerra de Cuba está aniquilada, está vencida, pero no está muerta y no lo está por culpa del gobierno, ni io estará mien- tras no se cambie de conducta." [r] Desde poco tiempo después de firmada la capitulación por Máximo Gómez, se reorganizó la Junta cubana de Nueva York y se empezaron á reunir fondos para el envío de expediciones filibusteras cuando llegase Ja ocasión propicia para reanudar la guerra. Esta Junta tenía ya entonces delegados en nuestro país, en Colombia, lírazil, Venezuela, Perú y casi todas las repúblicas sud-araericanas. No cesaron por completo las tentativas de invadir á Cuba y resucitar la revolución. Durante los dieciseis nños que transcu- rrieron de una á otra guerra, hubo pequeños levanlamicntos sin importancia, excepto uno verificado en 1S84. que llegó á to mar serias proporciones, pero fué extinguido al cabo. Cuando e! tratado del Zanjón cumplía exactamente dieciseis aiíos de terminado, estalló con más fuerza la revolución cu- bana. Las primeras noticias que se publicaron á este respecto, afir- maban que tina partida <Íe bandoleros había aparecido en la Is- la y que su única misión eran el robo y el pillaje; poco después se supo que no una, sino varias gavillas merodeaban en tos ca- minos cometiendo toda clase de depredaciones é infundiendo la alarma entre los pacíficos habitantes. Que no era esta la verdad de lo ocurrido en Cuba lo demos- traban claramente dos hechos muy signifirativos. El uno era la inusitada festinación con que .se disentían y aprobaban en las Cortes las reformas para la Antilla, siendo inmediatamente aprobadas y puestas en práctica, á la sazón que circulaban los rumores sobre tales desórdenes. El otro hecho correlativo fué el nombramiento del general Martínez Campo.s para Capitán general de la Isla. 1.:*." Tomo I(. pSg. by Google 47 En efecto, se trataba tle reprimir iio ya las correrías de unos cuantos foragidos sino el renacimiento de la insurrección, y con este motivo, á la vez qne se planteaban las reformas pedidas ha- cía tanto tiempo, que qu'tarían el pretexto de la revolución, se enviaba al Mariscal Martínez Campos, único que había po- dido extinguir en poco tiempo la pasada guerra, y cuyos bue- nos servicios tenía muy presentis el gobierno espai"oL Era en realidad el peligro uifis serio de lo que al principio se supuso: los jefes rebeldes Bartolomé Massó, Antonio T.ópiíz, Amador Guerra, Santos Pérez Colona, Manrara, Miró, Rabí, Dr. Juau Gualiierto Gómez. Martí y otros habían dado el .tiri- to insurrecto en el pequeño pueblo de Baire, secundados por muclios de sns partidarios. El movimiento principió con gran fuerza. A fines ilel mes de Febrero había sobre las armas 6 ooo rebeldes con lunniciDnes suficientes de boca y de guerra, y se afiliaban por centenares los descontentos. De la Junta de Nueva York se habían reci- bido provisiones y armamento americano y continuábase ayu- dando por todos los caminos al movimiento. El i6 de Abril de aquel año llegó á U Isla el general Martí- nez Campos, nombrado para dirigir las operaciones, y [Ktcos días después contaba con 40,000 voluntarios enviados de Espa- , ña. También el general Primo de Rivera tomaba posesión de su mando. Máximo Gómex que había permanecido fuera de la Isla de- sembarcó el mismo mes, procedente de Santo Domingo, trayen - do algunas tropas y provisiones. Volvieron pues á desarrollarse escenas idénticas á las de la insurrección pasada. Se inició la más ruda campaña con- tra los rebeldes á quienes se trataba como bandidos; ellos por su parte no queriendo desmentir este dictado, se hubieron de entregar á toda clase de excesos y depredaciones, incendiando las sementeras y hostilizando á todo el que no se alistaba en sus filas. El general Martínez Campos publicó desde luego una pro- clama excitando á la sumisión á la autoridad é imponiendo se- veras penas á los que contribuyeran directa ó indirectamente á la continuación de la guerra, y después de dictadas estas me- didas emprendió !a campaña personalmente, con mucha activi- dad. Sus esperanzas fueron tales al principio, que en una comu- nicación oficial aseguró al gobierno de España que la pacifica- b, Google 48 cióii era obra de pocos meses, pues había destruido los princi- pales focos del desor<.len. Casi al mismo tiempo el jefe rebeliie Guerra enviaba el sí- guiante mensaje á su correspoiisül en Cayo Hueso: «Oiíííi al Herald prevenga á nuestros números amigos eii ]os listados Unidos que no crean todos los cuentos sobre derro- tas de revolucionarios, inventados diariamente por las autori- dades españolas, putís .son absolutamente falsas. Nuestra situa- ción es muy satisFacíuria y para á mediados de Junio tendre- mos en compañía 20,000 honil)res.» líl periódico referido envió poco después á dos representan- tes suyos á lispañ'i, con objeto de c(ue iiiquir'esen el verdadero estado de Ja opinión de los hombres prominentes, sobre la cues- tión de Cuba. Loh enviados especiales del Herald pudieron com- probar que existían en España dos sentimientos que domina- ban á todos los demás, á saber: un deseo general de cultivar las n¡ás amistosas relaciones con los Estados Unidos y una de- ciilida y unánime resolución de que España no se deshiciera de la isla de Cuba por ningún motivo. Tal fué el resultado de la consultas Tieiihas á Cánovas del Castillo, Sagasta, Moret, Cautelar y á los jefes de la oposición. III. A fines del afío ele 95 el ministro español en Washington Sr. Dupny de Lome, describiendo el carácter político de la guerrai de Cuba, la posibilidad de extinguirse y la influencia america- na, se expresaba en estos términos: "f^a insurrección cubana es un fracaso. Mas supouiendo que mañana triunfara y .se realizase la absoluta iudependeTicia de Cuba, el resultado sería la divisióu de la Isla en dos gobiernos: el df Oriente que formaría una república negra, y el de Occi- dente, con una república blanca. El alzamiento es pura y sim- plenjente una insurrección negra, aunq'ie nu he de negar que haya blancos identificados con el movimiento, porque siempre habrá visionarios, criminales y vagos dispuestos á tomar parte eu cualquiera reyerta. «Cuanto más adelanta el movimiento, más claro se va viendo que sus jefes .son criminales y que su obra se dirije principal- mente contra la propiedad particular. I,a gran mayoría de !a población cubana no simpatiza con ellos. Casi todos los cabeci- llas de más importancia son negros; el único blanco de cuantía en las filas insurrectas es Máximo Gómez, y estoy persuadido de que ha recibido $ 45.000 por sus servicios. No es la primera vez que se ha vendido, y el general Martínez Campos puede probarlo. b, Google 49 «Los insHrrectos se proponen ahora enviar á Cuba á Calixto García, poiqne comprenden la necesidad de tener más jefes blancos, por el efecto que esto lia producido en el t-xterior. «García debe la vida á España, su hijofuií cuidado per unes- tro Gobierno, y después de todo no ha titubeadn eu fnliar á su palabra de honor. García es un monumento viviente de Iíi cle- mencia española. "Hay muy poco peligro de que los Estados Unidos lecnnoí:- cau como beligerantes á los rebelde.';, que no son otra cosa sino merodeadores dedicados á destruir sin consideración ninguna más las propiedades de aiuericauos y cubanos, que bis de espa- fioles. La razón por la cual los rebeldes quieren que este país los reconozca, es porque de este modo esperan fomentar un es- píritu de malquerencia, y, finalmente, la gnerra entre E-paña y los Estados Unidos, para que los soldados americanos vayan á pelear por ellos, «E^tos conspiradores contra la paz de las dos nacicmcs saben muy bien que las fuerzas españolas se encneutran y marchan sobre el enemigo, éste se fracciona en pequeñas i-artidas (]ue huyen. Si los Estados Unidos reconocieran el estado lie beli- gerancia á la insurrección, España adquiriría el derecho de vi- sita en alta mar. Kn virtud del mismo, el de registrar, y regis- traríamos á los buques sospechosos que se dirigieran á Cubít. «... Las pritensioiics de los insurrectos no >e inspjrnn eu la buena fé, no siendo otra cosa que esfuerzos, apenas diafraiía- dos, para enredar en graves difienllades á los dos gobiernos, . . "Muchas personas preguntan: ¿en qué consiste que el G'-ue- neral Martínez Campos no concentra sus tropas, marcha con- tra las guerrillas y acaba con la insurrección? Tanto valdría que yo preguntara por qué el Jtfe de policía de Nueva Ynrk no se pone á la cabeza de numerosas fuerzas de policía uiiiforuiada y marcha contra los criminales que infestan la ciudad, acribando de una vez contra las trangresiones de la ley? Cada vez qne las fuerzas españolas se coufentran y marchan sfibre e¡ enemi- go, esté se fracciona en pequ>;ñas partidas que huyen y .'■e ocul- tan en los montes. Nuestras tropas no pueden e.star á la vez en tudas parles, «Las par'idas ó guerrillas se presentan subrepticiamente eu tal ó cual lugar, roi>audo y quemando á su paso y cuando se envía una columna á castigarlos, se desvíinecen. Es cosa difí- cil el coger á ¡as guerrillas y bien claro lo ha visto el Gobierno americano en sus luchas con los indios. No quiero decir que entre los insurrectos no haya hombres valiente-s, ni que no pe- leeu de vez en cuando; pero sus operaciones no constituyen b, Google verdadera guerra. Los rebeldes y sus jefes uegros no se dedicaí» & pelear coutra los soldados de Kspaña, siuo más bien á perju- dicar la propiedad particular. «España ha enviado á Cuba 190,000 honibies de tropa y el mes entrante se enviarán 7,000 más. en adición á un regimiento de artillería montada y á un batallón de stñales. «España tiene toda clase de elementos para sofocar la insu- rrección; lus rebeldes no tienen la menor probabilidad de éxito, y es cuestión de tiempo el que, agotados sus recursos, se en- treguen. La masa general de las partidas ptodrá hacerlo sin te- mor, pero los cabecillas, responsables de los crímenes cometi- dos, serán castigados severamente. 'Comprendo muy bien los .sentimientos que han impulsado á muchos ciudadanos de este país á hablar en favor de lo que creían una lucha por la libertad. Peru el verdadero carácter de la rebelión no se puede ocultar y se va comprendiendo. El Go- bierno de los Estados Unidos ha manifestado honrosas dispo- siciones á cumplir las obligaciones qua le imponen sus tr^ta- doscon España; más su que pretenda formular censuras ene- mistüsas, parece que las leyes del país son bastante elásticas para permitir que personas que un día se denominan cubanas y al día siguiente ciudadanos americanos, tengan establecido en Nueva Yoik un centro desde el cual llevan adelante de la manera más pública, operaciones dirigidas á perturbar el sosie- go del territorio de una nación que está eu paz coa los Estados Unidos. «España ha traído á Cuba á un estado de gran prosperidad. Recuérdese lo que era Santo Domingo bajo España y mírese el estado en que se halla hoy. •T,o mismo digo de los países de la América del Sur, hablan- de de^de luego con el respeto debido á esos jóvenes gobiernos «La mayor desgracia que podría sobrevenirle á Cuba sería perder la protección de España. Así lo comprende la mayoría del pueblo cubano, y por eso no simpatiza con los rebeldes.» A fines de Enero fué removido de su puesto el general Mar- tínez Can pos quien al ser entrevistado por un repórter, dijo: «Ya no soy Capitán General. Ahora soy un particular, y puedo de- cir á U: que mi rc>nod6n no dará los resultados que se van bus- eando. » Fué nombrado interinamente el general Marín y a príncipíoi de Febrero de q6 se nombró al general D. Valeriano Weyler pera que prosiguiese la campaña. b, Google 51 Ciiaudo desembarcó en la Isla se expresó en estos términos A cerca de su iiiisión: "La situación es inny grave: con el enemigo á sólo nueve millas de la capital; con el espíritu de las tropas es[iaíiolas ba- jando más cada día; con el ejército inútilmente subdivídido en pequeños destacamentos, no es posible que haya un peer estado de cosas.» No repetiremos aquí las proverbiales medidas extremas á que apeló el General Wcyler, sólo diremos qne al ser publicado el bando en que Iíís anunciaba, obtuvo como contestación otra proclama de Nfáxtmo Gómez, en que le hacía saber que si fu- silaba á todos !os prisiüueros de f;uerra, él, (Gómex) en justa represalia, haría fusilar también á todos los españoles que vi- nieran á sus manos. Se expidió por Weyler el memorable bando que disponía la concentración en las ciudades, de todos los campesinos y en ge- neral de cuantas personas residiesen en el carneo, las cuales deberían refugiarse dentro de las líneas espaüulas, para ser protegidas. Todos los pasaportes y salvoconductos fueron de- clarados nulos, y coufor'iie á una segunda disposición, todo el qne desease viajar por el interior, tendría qne solicitar pasapor- te, dando garantías de sli persona, objeto de su viaje, papelea etc. Y por 6n expidió un tercer bando por el cual delegaba po- deres y facultades extraordinarias en el ramo judicial, á los di- versos Generales y jefes del ejército, con objeto de juzgar su- mariamente á los reos políticos. Al día siguiente se leía en los periódicos este cablegrama de la Prensa Asociada: «El Presidente Cleveland está muy indignado contra los ban- dos publicados por el General Weyler en Cuba, I,os considera bárbaros y contrarios á todas las reglas de un estado de hosti- lidades entre naciones civilizadas. «La medida que todos los habitantes de los campos abando- nen sus propiedades y se pongan al abrigo de las líneas espa- ñolas, y que de no hacerlo así serán considerados como rebel- des y tratados como tales, la considera como altamente atenta- toria, sobre todo en el caso de ciudadanos americanos, que po- seen valiosas propiedades en los campos» Bn 21 de Febrero comunicaba lo siguiente, con motivo de los debates eu las Cámaras, para la adopción de Ias«resoiuciones,« el representante d¿ la Prensa Asociada: "Las probabilidades de una guerra con España, como resulta- do de la adopción por el Senado de la «resolución» reconocien- do la biligeraucia de los revolucionarios cubanos, han conmo- vido ayer á todo el país desde Alaska hasta la Florida; y el discurso del senador Morgan ha sido el tema obligado de todas las conversaciones. b, Google 52 'En general no es una sorpresa para el país el que se ílegae á reconocer la beligerancia de los revolucionarios, porque ta! reconocimiento es el deseo claramente expresado hace mucho tiempo de todo el pueblo aiiiericnno, "En cuanto á ios temores de que sobrevenga una guerra con España, con motivo de ttil reconocimiento, el sena'-lor L'idge dijo ayer que es el deber de los Estados Unidos obrar firmen te sin vacilaciones y de una manera efectiva y agregó «las pa^ sadas relaciones entre los Estados Unidos y Españi no presen- tan lazo alguno de gratitud, de consideración, ni mucho meno» de intimidad ó de sangre, para bjcernos vacilar en lo que de beraos hacer.» «Entre los asertos del ¿enador Morgan figura el de que E-ípa- fia, al fin y al cabo, agradecerá á los Estados Unidos el que le ofrezca una oportunidad de declararle la guerra, «porque de esa manera i,e desembarazará de Cuba con cierto decoro.» «La idea de una guerra con España, dijo Mr. Morgan, no debe hacer vacilar al Congre.so en adoptar la resolución, que reconoce la beligerancia de los cubanos hacia los cuales hay la obligación, de parte de los Estados Unido.s de ayudarlos á sa- lir de la insoportable tiranía que, justamente, quieren sacudir» «Mr. Pratt preguntó qué efecto tendría la aprobación de la resolución sobre beligerancia, si el presidente Cleveland le nie- ga la suya. «Mr. M Tgan contestó que la cuestión es muy deücad i y que merece ser estudiada. «Mr. Hale dijo; «yo creo que la guerra con España tiene que ser el resultado de una resolución que, en este sentido, toine- moso. «Mr. Morgau continuó diciendo que «es evidente que el or- gullo de España está en juego en la pérdida de la isla de Cuba; pero que también loes que preferirá perderla en una guerra cou los Estados Unidos y nó porque ios cubanos se la arrebaten.» «El mismo senador cuando continúo su discurso se quejó de la condición de los cubanos en aquella guerra, llevada á cabo contra ellos por el general Weylcr con toda clase de actos de exterminio, hasta convertir la i.sla en uu océano de sangre. Los diarios de Madrid y de la Habana contestaron á las fra- ses de Morgan en un tono áspero y vehemente. £1 Imparcial de Madrid acusó al Sr. Cánovas del CastiÜo detener un exceso de paciencia con <.iesos yankes.-» El mes siguiente se observaba ya en toda España un mo- vimiento antiamerícauo. En Sau Sebastián se había abierto uua suscripción para la compra de buques. b, Google 53 H" Toíedo, M;iLT(5a, Cádiz y Salamanca, hiibu inaiiifesiJi' ciones anti-aDiericaiias muy vtlieiiienle.s, li-tas (i eiiiost racionéis desordenadlas auiuentanin iles^de que «1 6 de Abril sígniente ,se aprobó pw l;i Cámara de represen- tantes americanos el recoiiocimientií de la beligerancia cnliana. Poco después de esa fecha se abrió en listados Unidos una suscripción á unetnprésti'o de 2.000, oí>0 de [lesos subre Ídilds ■de la República Cubana, con f^ian éxit<(. Desde Califamia á Maíne hiiln) demanda por cTios y se pu- dieron colocar á 6¿l4 centavos en cada peso, ¡K»t término me- dio, y en muy poco tiempo. Las alarmantes milicias propaladas por los ¡leriódicus ameri- canos en Abril de 96 contribuyeron nw poco á annitntai la ti- TanteK de las relaciones diplomáticas enue K'iiiafi;) y los ICsla- dos Unido', así ciniio también, el liabcr sido expulsados el mes Riguienle por el General W^^yler los periodistas corresponsales ■del WorM y e\ Joicntal. de Nueva Yoik. Citaremos dos despachos »ie la Agencia cpaiiamevicun News BnreauM fechados el 29 de Abril, que refieren dos estupendas historias, sin otro resultado que el que acal)amos de indicar: «Nueva Yort. Abril 29. — La legación española en Washing- ton y el Cónsul General de Kspaua en este puerto acaban de di'scnbrir un plan fraguado por cnbaiHís para volar un buque de guerra esp üo¡ y al mi-^nu» tiempo interceptar uno a por tclégraf'j sus órdrnes á los jefes esp^iñ^Ies envía (los á distintos riuidiiis para combatir á los iiisnrrecto'i. Con estas medidas, así como con la deportación á Fernán 'i> Poo de algnriDS presos politices y Tiiienibrns de la prensa de Ira Habana, se creyó qne la revolución estaba próxima á termi- nar. Lai cxpedícioiías filibusteras continuaban con pcqr.íñoH in- tervalos. Kl -Thiee Fiiei-.d^;,» el "I,:iuread:i» y el "Beriniida" ha- bían deíembarcado grandes cai^^Miicntos y tas, el primero de dichos vapnn"; fue decomi.sado eu Jaiksonville, por orden de! Minis'erio de Hacienda. En Nio, de que el abandono de la isla im- plicaba la deshonra de la nación, no le permitía cebernador Mitcliel, de la Florida: Favorezco de todo corazóu todo aquello que pueda ayudar á la independencia de Cuba. El Gobernador Renfreti, de Oklalioma: Creo que este país debería reconocer los derechos de la beligerancia de los cubanos. El Gobernador Altgeld. d» Illinois: Favorezco la iden dfl reconocimiento de los insurrectos cuiíanos por los Estadi>« Uni- dos. Tengo fé ciega en toda la América y en el pueblo de Illinois, que con gusto luchará por la cansa de la humanidad. El Gobernador Hastings, de Pensylvania. Si la noticia ri-fe- rente á la cobarde manera como fué muerto Maceo es cierta, opino por la intervención de este país, tanto reconociendo la beligerancia, como prestando ayuda material á Cuba para que logre su independencia. El Gobernador Holcomb. de Nebraska: Nuestro Gobierno debería reconocer los derechos de beligerancia de los revolncio- narios cubanos. Su valiente lucha, por tanto tiempo sostenida para libertarse del yugo de la opresión europea, les concede el derecho á las simpatías de todo americano. Gobernador de Missouri: Favorezco la idea de ayudar mate rialmente á la beügerancio de los cubanos, para ayudarles á la guerra en su independencia. Gobernador Franklin, de Ar'zona: Favorezco la ¡dea de !a independencia de Cuba, pero no favorezco la de la intervención del Gobierno de los Estados Unidos. Gobernador Richards, de Montana: Según mi opinión, )o.s cubanos deberían ser reconocicios como beligerantes, abrigo la esperanza de qiie obtengan su independencia. Gobernador MorrlU, de Kansas: Mis simpatías están entera- mente del lado de los cubanos en la lucha por su independen- cía. El gobierno de los Estados Unidos debería prestarles cuanta ayuda pudiera y que fuera compatible con nuestros tratados con España y con el derecho internacional. Contestaciones parecidas á las anteriores fueron enviadas por los Gobernadores de Wisconsin New. Ilampsliire, Wyoming, Virginia, New México, Colorado, Virginia occidental, Nevada, Virginia, Washington é Idaho.» Cuando fueron publicadas, estas opiniones por el periódico de referencia, no causaron en el pueblo español ninguna sor- presa, como era de suponerse, en razón á que ya poco antes se había dado otro paso más directamente encaminado á la usur- pación de los derechos de la soberanía de España. b, Google 6o El senador Cameron había presentado Á la comisión de Re- laciones Exteriores ei¡ Wahliiiigton una pioposiclóii referente á la independe icia de Cuba, que fué aprobada y se encierra eu estos dos puntos: «Que los Estados Unidos de América reconocen -la indepen- dencia de la República de Cuba. «Que los Estadoy Unidos huirán cesar la guerra actual entre España y Cuba » En contraposición á estos precedentes del conflicto interna- cional, aparecía la cotdura de Mr. Cleveland, que no quiso echar sobre sí la responsabilidad de haber sancionado la inde- pendencia de Cuba. Todavía más, hizo comprender á los parti- dario.s de la causa cubana que las negociaciones en aquel senti- do, no avanzarían un punto mitntras él fuese Presidente de los Estado.s Unidos, y alejó por entonces los temores de guerra, conjurando el peligro hasta concluir su período en Marzo, que desgraciadamente se aproximaba. El Sr. D. Antonio Cánovas deí Castillo, Presidente del Ga- binete español, seguía una línea de conducta no menos razona- da y juiciosa, oponiéndose por todos medios á las pretensiones de las masas populares que pedían ya desde entonces un rom- pimiento con los Estados Unidos. «Mientras yo sea primer ministro, dijo en aquella ocasión, no provocaré ningiui conflicto con los Estados Unidos, para defen- der siempre la dignidad y la soberanía española Estoy firme- mente resuelto á .seguir esta línea de conducta, siendo esta mí última palabra.» Pero las instituciones republicanas por una parle, y la fata- lidad por otra, arrebataron de sus respectivos puestos en poco tiempo á aquellos dos hombres, cuya permanencia en el poder hubiera hallado quizás la solución al poblaíua, que no halla- ron sus sucesores. No intentamos afirmar que Sagüsta y McKinley hayan em- pujado á la lucha á sus respectivas naciones; no abarca el plan de este libro la explosión de nuestros propios juicios y mucho menos sobre una teoría que no podrá sentar.se jamás sólida- mente y con la que estaría muy enlazada tal juicio. Porque equivaldría á resolver esta cuestión; si Cleveland y Cánovas hubiesen continuado eu el poder, ¿habría habido guerra? Na- die lo podría decidir con certeza. Se podrá conjeturar cou más 6 menos aproximación un resultado, pero no con exactitud, dado el sinnúmero de circunstancias desconocidas que podrían sobrevenir después, influyendo cada nna aisladamente ó en con- junto para determinar soluciones distintas al problema. Las mismas multitudes que obligaron á McKinley y á Sa- gasta á declarar la guerra, habiíau quizás hecho otro tanto cou b, Google 6i Cleveland y Cánovas. Según hemos visto en las ant;tiores páginas no eran realmente los gobiernos los provocadores de la guerra entre ambos países, sino í^ ceguedad inconsüient^ de 'as clases numerosas, que amontonaba ofensas tras ofensas, enar - deciendo las pasiones y exaltando tos ánimos. Por el co.itraiio, ellos redoblaron ^us esfuerzos para oponerse al desljjril.iniieii ■ to del odio y el dsseo de venganza que sentían crecer en sn de- rredor, permaneciendo impasibles, esperando tr.inqnilos la so- ñada solución áA conflicto, qne no se presentó nunca. Uniforme se levantaba el clamor público en uno y otro país gritando: guerral guerra! Solamente una que otra voz, débiles, aisladas, se. atrevían apenas á indicar soluciones que evitasen la guerra. El Sr, Pi y Margal! fué unoííe los poquíyiinosespañoli.-s que, niadnraado sus opiniones á la luz de la fría razón, aconsejaron al Gobierno «u ir á la guerra. El diario El Liberal de Madrid indicó también entonces la conveniencia de pagar inmediatamente las indemnizaciones re- clamadas por el gobierno americano en obvio de dificnltades, Pero la obsecación de los que formaban el mayor número, eu lugar de oír estos sabios consejos, llenó de improperios á aque- llos que tuvieron el valor civil de sugerirlos, oponiéndose á la avalancha popular. Llegó el mes de Marzo de 97 y Wiiliam McKinley ocupó la silla piesidencial de los Sitados Unidi>s, llamado por la tlec- ción que acababa de verificarse tres meses antes. La guerra de Cnba parecía por entonces tocar á su término, El Gobierno español, esperando en la inmediata pacificación aprobó y trató de implantar una parte de las ffformas proyec- tadas nuevamente, en la convicción de que esta medida com- pletaría la sumisión de aquellas provincias agitadas todavía por los revoltosos. No habían cesado aún por completo las escaramuzas en San- tiago de Cuba y en Pinar del Río, sobre todo. Una de las pri- meras providencias del Gobierno de McKinley fué la de aten- der á los araercanos necesitados residentes en Cuba. En su mensaje de Marzo recomendó al Congreso la aprobación de un crédito de 50,000 pesos con este objeto. En el mismo mensaje decíalo que no abrigaba el más mínimo temor de que las bue- nas relaciones existentes entre España y América del Norte lis- ga.sen á alterarse por entimces. Poco después, cuando fué aprobada por el Senado americano la resolución que reconocía la beligerancia de los C":banos, pu- do verse más claro la cuerda conducta del Presidente, que no quiso sancionar todavía aquella resolución, que había sido ini- ciada por el senador Morgan, b, Google 67 El día anterior al en que fué aprobada la famosa resolnción, h bía aimiiciado el general Weyler en Cuba oficialmente, la pa- cificación de la mayor parte de !a I^la. El Presidente McKiiiley deseando obtener informes exactos de la situación de la isla de Cuba y el estado de su revolución, había enviado á Mr. Calhoiin, con el encargo de tomar infor- mes detallados y rendirlos en breve al Gobierno. El emisario no liizo más que avivar los odios existentes entre americanos y peninsulares, por sus imprudentes gestiones, denunciando al Gobierno español como encubridor de la verdadera situación en Cuba, que según él, era desastiosa y muy lejana de la pacifi- cación, que había asegurado Weyler. Ocioso será agregar que los insurrectos cobraron nuevos bríos con la presencia del enviado americano, a! conocer su inclina- tidn á la causa de !a iudependencia, Kl día 4 de Junio regresó á Nueva York Mr. Calhonn, llevando el resultado de sus in- formes acerca de Cuba. En ellos ponderaba la triste condición á que estaban leducidos los americanos en la Isla, y la necesi - dad de que los Estados Unidos intervinieran en la terminación de aquella guerra, á toda costa. Una reclamación más fué presentada por el gobierno de Washington, por la muerte del Doctor Ricardo Ruiz acaecida en Cuba. El 25 del mismo mes de Junio de 97, fueron absueltos en Estados Unidos los filibusteros ' ue conducían municiones y finnas para Cuba en el vapor Dauniless, apresado por el cru- cero «Wilmingtonu antes de desembarcar. Kl juez declaró que no había pruebas suficientes para con- firmar su culpabilidad. lil día 8 de Agosto fué asesinado el primer ministro del Ga- binete español Sr. Cánovas del Castillo, por un anarquista Ua- niado Miguel Ángel Golli. I^e sucedió en su puesto ti General Azcárraga, interinamente. En Septiembre manifestaba el Cónsul general de Estados Unidos en la Habana, Mr. Fitzhng Lee, á su llegada á Nueva York: «Nada anunciaba el fin próximo de la guerra en Cuba cuando abandoné la Habana. Los negocios están para'izados y no hay ni la menor esperanza de que mejore la situación.» Apoyándose sin duda en los datos comunicados por el Cón- sul, el gobierno de Washington decidió enviar una nota al de España declarando que la prolongación de la guerra en Cuba perjudicaba notablemente el comercio y la industria de los Es- tados Unidos é insistiendo en que se debería remediar cuanto antes tan desastrosa situación. Esta nota fué presentada á fines de Septiembre por el Minis- tro americano Woodford, al Duque de Tetuán, Minls'ro de Relaciones en Madrid. b, Google «3 Enseguida se presentó de nuevo la reclamación de 75000, pesos para indemnizar á la viuda del Dr. Ruií. La actividad de las negociaciones diplomáticas cm los Esta- dos Unidos se calmó un poco á fines de Septiembre, por la re- nuncia del Gabinete español presidido por Azcárraga, El 5 de Octubre se reiutejjró aquel cuerpo, presidiéndolo como primer Ministro D. Práxedes Mateo Sügasta, que inmediatamente dís puso el relevo del general Weyler en Cuba por el general D, Ramón Blanco. Hasta á fines de ese mes pudo ser contestada la nota del go- bierno americano, por el de Madrid. En esta contestación se eniiuraeraban los sacrificios hechos por España para concluir la guerra en Cuba y -se describían las reformas que se iban á implantar á la llegada de Blanco; con- cluía con esta frase: «España no admite ni admitirá que una nación extranjera intervenga en sus asuntos.» Cuando aun no habían tran.scurrido cuatro días de la llega- da del general Blanco, ya había enviado este militar un raen- saje al Gabinete español en el que manifestaba que se liabíü formado una favorable opinión de las facilidades para sofocar la guerra completamente. Entre tanto los periódicos españoles ase- guraban que la pacificación de Cuba era imposible, mientras los Estados Unidos ayudasen á la insurrección por medio del filibusterismo. El general Blanco exponiendo la táctica que seguiría en la campaña contra la revolución, dijo en la Habana el 3 de No- viembre en la noche, ante números amigos suyos; «La conduc- ta militar que observaré es bajo todo punto diferente á la que usó el general Weyler, Haré guerra á muerte al enemigo, pero jamás verteré sangre de mujeres y niños.» Y efectivamente inició una política de conciliación, opuesta en todo á la de Weyler. Después de haber publicado un decreto de amnistía para los presos políticos, hizo suspender los efectos del bando de la con- centración; ordenó asimismo se procediese ala replantación in- mediata de los campos y abrió subscripciones públicas para so- correr al sinnúmero de necesitados que había en la It.la. A continuación se decretó la libertad de los prisioneros del «Competitor» así como otros muchos americanos detenidos en las prisiones de la Habana. Estos acontecimientos, así como el decreto de autonomía de Cuba, que publicó en breve el Go- bierno peninsular, causaron muy buena impresión en los Esta- dos Unidos. La prensa madrileña atacó rudamente al gabinete Sagasta por la aprobación del decreto de autonomía, asegurando que ara autorizar la desorganización de la Patria. b, Google H En el primer mensaje anual, el Presidente McKiiiIey mani- festaba á principios de Diciembre que debería e! pueblo aiueri^ cano abandonar por entonces la idea de intervencióti en Cuba ante la conducta humanitaria del general Blanco y la libertad de los americanos presos en la Isla. Tampoco aceptó el recono- cimiento de la beligerancia, crejéndolo peligroso para el país, Ki mensaje concluía con eí^tas palabras: (tSi má-; tarde nos vemos obligados á intervenir en nombre de la civilización y de la liunianidad, será preciso que esto sea sin provocación de nuestra parte. Es necesario, en una palabra, que observemos una conducta neutra, con la segnridiid de que nos aprobará el mundo entero.» Los insurrectos se negaron entretanto á aceptar la autonomía concedida por España y continuaron oponiéndose á !a domina- ción. La noticia de haber .sido aprobado por el Gobierno español el decreto concediendo la autonomía, no produjo pues el efecto deseado. Al principiar el ano de 1898 la guerra de insurrección, que unos dos meses antes parecía haberse extinguido, volvió á ha- cerse sentir en algunas provincias. Los trastornos consiguientes, ocasionados así á los nativos como á los extranjeros que residían en Cuba, dieron lugar á nuevas quejas de los ciudadanos americanos, las cuale-; obraron de tal suerte en el ánimo del Gobierno, que se resolvió adoptar de nuevo la política de intervención, si los atentados conti- nuaban. Esta actitud del Gobierno americano fué conocida por los ha bitantes de la Antilla pico después, causando un desastroso efecto en el ánimo de los españiles, á la vez que alentaba á los rebeldes en la prosecución de la guerra. Por eso cuando á fines de Febrero hubo en la Habana una explosión de un buque americano, no faitó quien calumniara á los españoles llamándoles autores de tamaña desgracia. b, Google CAPITULO V. Destruccidn ilel aroíaj^ailti "Mftiiie" en la Italiana. — ¡''uiil fiiO la c u Icntii -0| mion del toniciita-coiDiii,'! J. T. niic.kníll whre ü1 la uoiimun im st¡;ja(lora americana.— Los EntaiiüS UniJoa jw un i u Loll — Injustii^ia dc! an jirucudei'. nueve y treinta y cinco miiuitos de la noche del E 15 di_ Febrero de 1898. el acorazado "Maine» de la í ariind i norte-americana, hizo ex[.ilosióii en la bahía I ie ia Habana, perdiéiiduse totaliueLti y cau^:indü numerosas Mttunas. Las primeras noticias oficiales enviadas á Washington al Se- cretario Long por el comandante Sig.sbee, capitán del buqne, diceni et «Maiiie» casi j-uniergido; no se encuentran á Jlienkins ni á Merrit; hay pocas esperanzas de encontrarlos: se sabe que veinticuatro oficiales se han salvado; de los tripulantes, diez y ocho se encuentran heridos á bordo. "En el vapor «City of Washington» de la línea Ward, en el hospital y en les hoteles, se encuentran cincuenta y nueve, por lo que hasta ahora se sabe. Los restantes perecieron á bordo ó cerca del *Maiue». «Se calcula el número de los que sucumbieron en 253; los daños fueron en los compartimientos de los tripulantes. «Pienso mandar á todos los heridos al hosnita! de la Haba- na — firmado Sigsbee," A las once y cuarenta de la mañana del mismo día 16 de Fe- brero, el sub secretario de Estado, recibió en Washington el siguiente despacho de la Habana: "Las autoridades lamentan el accidente. — Nadie conoce el origeu de la explosión.» El mismo día 16 por la tarde y por el citado conducto de la Prensa Asociada, se recibieron en Washington los siguientes cablegramas: «El vice- cónsul Springer, asegura que los oficiales se ¡.alvaron El capitán Sigsbee se encontraba á bordo, cuan- b, Google 66 do ocurrió la explosión y esto aconteció en la proa del huciiie. No tengo sospechas, liijo, y he hablado con varios oñcialcs lo 7nis- mo que con mañneros. « Otro despacho, fechado el mismo día, dice: i'i;i crucero esp^fiu! Alfonso XIII que se encontraba ancla- do cerca del «Maine» echó sus botes y salvó á treinta y siete tripulantes del Ijuque americano. «Se cree que el origen fné la explosión del caldero del dina- mo de la máquina. El capitán Sigsbee se niega á hacer una de- claración sobre el desastre hasla que no se hagan las investiga- ciones necesarias. «íil gran número de muertos, obedece á que la mayor parte de los marineros, estaban durmiendo al estallar la explosión.» Un cablegrama de Madrid recibido en México, el mismo día 1 6, dice: ■ La noticia sobre el desastre del "Maine» causó honda impre- sión en esta ciudad, y se ha sentido nmclio este incidente. Se publicó una nota senii-oficial á este respecto y el gobierno ex- presó su pesar por la catástrofe al Ministro Woodford.o Pocos días después, el Ministro americano en México, Mr, Powel Clayton, interrogado por un repórter, de un diario muy poco simpático á la causa española, refiriéndose al deplorable accidente, dijo: «Ni por un inouiento supongo que los espaííoles tengan algo que ver con lo ocurrido. Los dos países conservan una paz mu- tua, y semejante acción habría sido muy impolítica. Si el puerto de la Habana está defendido con torpedos, in- dudablemente el Maine fué guiado á alguna porción salvado- ra. Esto parece comprobar el lieeho de que el buque de guerra espíiíiol «Alfonso XIII>' estaba anclado muy cerca del Mame. Solamente en tiempo de guerra los torpederos son diríjidos á los puertos y en semejante condición, no pueden ser tocados por iin navio. Igualmente no es creíble que un torpedo fuera en- viado del puerto, porque esto implicaría que los españoles tenían en su poder todas las baterías de los puertos. «Algunas cabezas calenturientas, pueden haber salido en un bote y colocado un torpedo; pero esto sería muy difícil hacerlo sin ser cogidos, porque indudablemente los vigilantes del Maine, estaban cumpliendo su tarea. Interrogado sobre el mismo asunto el Sr. Marqués de Ben- daña,*minÍstro de España en México, dijo que «de ninguna manera se incünaha á creer en ¡a teoría del torpedo; pues entre otras razoties expuso la de que el "Alfonso XIII» bufjue da guerra español, se encontraba anclado estrechamente a] «Mai- ne», y lo más probable era que también el buque español hu- biese sufrido averías á .ser un torpedo la causa de la explosión.» Y para confirmar las palabras del Sr. Ministro de España, re- b, Google 67 producimos el siguiente mensaje fecha i6 de Febrero y del mis- mo origen que Ins anteriores, es decir, de la. Prensa Asociada: "Corrió gravísimo peligro el crucero Alfonso XIII debido á !o muy cerca que estaba el Mulne^ sin embargo maniobró con tanta habilidad, que anclado junto al Mahíe, soltó sus botes, y tomó activo participio eii el empeño de rescatar á los tripulan- tes, ayudado por los botes de los demás vapores españoles.» La prensa toda de la Peuíiisiila á su vez, comentando el su- ceso pone de relieve los altos sentimientos de la nación espa- ñola, como se verá por las siguientes líneas de "El Libera!» fecha 17 de Febrero: «Una catástrofe de esa naturaleza, reclama los derechos de la humanidad, y los rencores de la política deben callar ante ella. Tales calamidades, interesan á los dos países, aunque es- tén divididos y sean rivales, pues ellas hieren á la gran fami- lia humana. "Nuestra noble nación haciendo un paréntesis á todo otro .sentimiento, no puede menos que lamentar este accidente.» Honda impresión cansó en Madrid la noticia del desastre, especialmente en los círculos diplomáticos. De ello .se podrá juzgar por el siguiente cablegrama, de origen americano, así como los que citaremos, fechados en aquella capital el 18 de Febrero : "Todos los miembros del Gabinete y el cuerpo diplomático, dejaron sus tarje'as en la legación americana, expresando su condolencia por el desastre del Maine y por las pérdidas de vi- das.» El Presidente McKínley con fecha 19, envió el siguiente des- pacho á su ministro en Madrid; «Washington — D. C. Woodford Ministro, Madrid. Sírvase manifestar á Su Majestad, mis agradecimientos por los mensajes de condolencia y simpatía que manifiesta en «n telegrama que se acaba de recibir. —Firmado, Afc/Cinley.» También de la Habana el Capitán Generel Blanco, envió un mensaje al encargado de negocios de Rspaña en Wasiiingtoii, en nombre del gobierno colonial solicitando que se sirviese mani- festar la condolencia del Gabinete, por el desastre. Kl misTuo Capitán General aseguró que según los informes por él obtenidos, «la causa de la primera explosión, fué origi- nada por seiscientas libras de pólvora de algodón y la otra por las bombas y cartuchos." En 21 de Febrero, el comandante Nava! de la Habana de- claró que "existen pruebas de que ningCín pescado muert" vino á la superficie después de la explosión que hundió el Maine, y al ocurrir el desastre, no hubo el menor levantamiento de agua, que hubiese seguido indudablemente si ésta hubiera si- do causada por una explosión submarina.» b, Google 68 A mayor abundamiento, un notable marino norte-americano el vice-aimirante Erben, declara, según se lee en un telegrama fechado ese día en Nueva York, que «el Maine voló por explo- sión originada en sus propios almacenes y que esas cosas ya han sucedido antes.» En la misma fecha el capitán ñigsbee, comandante de! Mai- ne. telegrafió al Deparlamento de Marina, nque diariamente re- cibió nuevas muestras de stmffatía y ofrecimientos de aj'uda de parte de las autoridades españolas.» En 22 de Febrero que se tuvo ya en Madrid un informe par- cial de los buzos, el Sr. Sagasta declaró que "por el examen que han hecho del casco y del interior del buque, el desastre reconoce por causa algún accidente dentro del mismo buque. i* El propio día 22, se publicó el siguiente despacho: «dos cajas de diez pulgadas con municiones se encontraron, una era de las qne hicieron explosión y la otra estaba llena de pólvora » Le Temps, periódico francés de reconocida imparcialidad, di- ce en su número correspondiente al 22 de Febrero: aNo dudamos por mi solo instante qne e! gobierno espaiíol sea inocente en esta catástrofe qne tanto se ha lamentado, y no encontramos palabas para condenar á aquellos, que por intere- ses mezquinos, intentan manchar la honra de una nación, uo- ble por excelencia, arrojándole á la cara la comisión de uu cri- men tan atentatorio como el que dá lugar á este artículo. De- jemos que las cosas tomen su verdadero curso, y al Gu veremos que ia causa sólo fué un accidente imprevisto.» Con feclia 23 de Febrero, el corresponsal de la Prensa Aso- ciada en Washington, telegrafió lo siguiente al Burean Central en Nashville: «Un diplomático qne goza de la entera confianza del Minis- terio, y qne interpreta la actititud del Gobierno, me dijo esta mañana que lanío el Presidenlc McKinley, como todos los miem- bros de su Gabinete, tienen amplias pruebas de que la explosión del Maine no fui causada por un aclo, e?i el cual haya tenido ingerencia el Gobierno espaíwl.» La excitación popular en Kátados Unidos, ol>ligó á ambos go- biernos á nombrar comisiones inveistigadoras para descubrir el verdadero origen de la catástrofe. El 24 del mismo mes de Febrero llegó á la Habana el remol- cador «Right Arm," para dar principio á los trabajos de la' Corte Naval luvestigadora americana, que duraron hasta el 16 de Marzo. Antes de eutrar en conjeturas, bueuo es citar un úl- b, Google 69 timo telegrama relativo al asunto, y fechado el 21 de Marzo en Cleveland, Oliío, dice así; «Mr. I'rark H. Morris, cuarto auditor del Ministerio de Ha- cienda y amigo íntimo del Presidente McKinley, hablando sobre el desastre del A/ain^tMjn que: '(cnalqniera que baya sido la causa ds la catá-^trofe, el Presidente y los ministros están seguros de que el gobierno e.spaiiol no ha tenido la menor in- gerencia en el asniito.« Por todos los despachos citados, de origen americano, se verá que no hubo absolutamente nadie que no estuviese conforme en que, fuera del incemiio antes ó después de la explosión, to- do partió del propio buque; una de tas conjeturas es que la ex- plosión fué de los tropedos que llevaba consigo el buque, lo que no deja de ser bastauíe verosímil, pues lo más probable es que el Mai?te no tupiera torpedos Whiteheads ni Huwcü, por lo que, con los que se iba á maniobrar debían ser los fijos, que los americanos cargan con dinamita, con lo que, y má.s si hubo antes una explosión de calderas, que diera el choque inicial, no hay que bu=car otro causa á la catástrofe. Otra conjetura es la de haberse inflamado el combustible lí- quido que para pruebas tenía á bordo, lo que cabe en lo posi- ble, sobre todo si era como experimento y no tenía todavía las instalaciones que son necesarias para un huésped tan peligroso. No es tampoco despreciable ia conjetura de que la expli)sión de la caldera fuese de una de las que haya tenido con f.iegos retirados, si el buque estaba con ciertas precauciones, fuegos retirados que son siempre del mayor peligro. Quedr. por último otra conjetura, que mas que ninguna pue- de estar cerca de la vtrdad, y es que el buque se conservara e« son de combate, con iminiciones repartidas por las cubiertas, lo que en luomentos de combate es tan sólo de relativo peligro, porque todo el niundu está en su puesto; pero si este sistema se convierte en constíinte, y además se quiere aparentar que se vive vida iidrinal, hay forsozaniente descuido de las precaucio- nes y entonces ti peligro es inrameiite. Es indudable que la tempestad de odio que se desarrolló en los Estados Unidos al conocer el dictamen de la comisión in- vestigadora, dio ocasión al partido bélico, para reunir en tor- no de su bandera á todo el país y obligó al Gobierno á decla- rar una guerra, que basta para los mismos aruericanos es difí- cil de explicar por oirás razones. Cou tal motivo y después de leer detenidamente, cuanto so- bre la explosión del «Maineii se ha e.'-crito, no hemos dudado nf un momento en reproducir aquí la parte mas interesante del extenso y concienzudo artículo que sobre el asunto escribió el teniente-coronel J. T. Bucknill, y que fué reproducido por ca- si todos los diarios franceses y por algunos nortc-aiuericanos. b, Google 70 «El füllo de la Comisión investigadora, dice, es de tal impor- tancia, que RUS individuos deberán oir con paciencia el siguien- te examen ó crítica de su trabajo emprendido con un espíritu amistoso, por uno que desea únicamente cooperar en el esclare- cimiento de la verdad del desastre del Maine. Con qne única- mente consigamos refutar la certeza del fallo de la Comisión americana, habremos realizado una obra meritoria, que tiende á hacer desaparecer la profunda aversió'i á España, que hoy prevalece en loa Estados Unidos. <(E1 Comité de Inveütigación trabajó durante veintitrés días, y su informe ocupa 281 páginas de pequeños caracteres, cons- tituidas en su mayor parte por un registro de las pruebas tes- tificales realizadas. Antes de entrar en el examen de este regis- tro, qne en su perfección abraza multitud de opiniones y de experiencias, y que por consiguiente, es á menudo confuso y en ocasiones contradictorio, bueno será referir ligerameute algu- nos hechos anteriores á la catástrofe, «Durante algunos años, la rebelión de los cubanos contra España, había recibido auxilio de los agitadores americanos, auxilio que el gobierno de Washintoii no había podido im- pedir. "En los comienzos del presente año existía ya cierta hostili- dad, entre las dos naciones, cuado el 24 de Enero, recibió Mr. lyce, cónsul general de los Estados Unidosen la Hibana, el siguiente telegrama del Departamento de Estado de Washington: «Este gobierno tiene eí propósito de reanudar las amistosas visitas navales á los puertos de Cuba. Con este objeto, el ñlatne irá á la Habana, dentro de uno ó dos días. Ruego á V. prepare un amistoso cambio de cortesía con las autoridades. — Firma- do — Day.» "El cónsul Lee, contestólo siguiente: «Aconsejóse retrase la vista, seis ó seite días para dar lugar á que !a úUima exci^ tación desaparezca. Veré á !a autoridades y comunicaré im- presiones. El Gobernador General está fuera y no volverá has- ta "dentro de dos semanas, necesito saber el día y la hora de !a visita. — Firmado, — Lee. «El General Eee, fué á palacio por la noche y leyó el tele- grama á las autoridades, Al otro día, telegrafió en cifra lo si- guiente: cHabana, Enero 35— En una entrevista entienden autorida- des que los Estados Unidos se proponen fines ulteriores al en- viar el buque. Diceu que entorpecerá autonomía, que produci- rá excitación y probablemeute manifestaciones. Piden que no se realice hasta que puedan tener instrucciones de Madrid, y añaden que si la visita e^ cou fines amistosos el retrazo no ten- drá importancia. — Lee.^* b, Google 71 y después añ'idió, el mismo día: «Barco llegó sin novefiad á las once de la maña de hoy; hasta ahora uo ha habido ma- iiifestación." «Estos incidentes, parecerá qne no tienen nada que ver cott nuestro estudio; pero demostraré á mis lectores, (jiie tnvienm señalada influencia en el hallazg-o principal de! Comité ameri- cano, de que el ñfnhíe fué destruido por "la eicplosióii de iría mina subtiiíirina, .situada bajo la quilla del barca, ex|)losióii que levantó el ca.-co 30 pies sobre su posición normal» casi rd nivel del bastidur número 18. Esa mina ha debido ser muy grande y esta dediición implica necesariamente: 19 Que la mina fné colocada antes del 24 de Enero. 29 O que la mina fué colocada secretamente junto á la boya no 4 en 3 noche del 24 de Enero. 39 O que se realizó esa operación después de auclado el bu- que. Respecto al primer punto, si el puerto estaba minado antes del 24 ¿porqué se realizó esta operación y porque razón habría, de practicarse. "Kl puerto de ía Habana es pequeño. La extensión que pre- senta hasta tres brazas de profundidad, uo tiene más qiie un,- milla de anchura, y además un banco de arena, que partiendo del S — E, la hace aún más pequyña. I,a embocadura del N — O no tiene en su mayor parte, eu una extención de ocho cüblt-s. más que una anchura de un cable. Y ahora preffuntó: ¿Qué minero submarino que esté en su juicio, vá á niinnr la p«rle interior de un puerto de esa naturaleza ó vá á colocar una mi- na cerca de la boya no 4? Sería lo mismo que colocar una mi- na, frente al muelle no i de los docks de Portmontli, y aun- que muchos y muy hábiles ingenieros, han estudiado los me- dios de defender este puerto, estoy seguro que ninguuí), ni aúti es .'■US momentos más angustiosos, propuso minar las aguas interiores, fronterizas á los muelles. "Si las autoridades de la Habana, querían defender el puer- to, mientras pudieran resistir, era lo más fácil hacer minar la estrecha y larga entrada. Todo trabajo posterior de esta clase, .se haiía evid-ntemente minando las aguas frente á la ciuilad que se extiende estrechándose eu algún espacio á uno y otro lado de 1¡ entrada del pirerto. «En una palabra, es casi inconcebible que el puerto de la Habana estuviese minado con algún fin cerca de la boya núm. 4, antes de la recepción del primer telegrama del Gral. Lee el 24 de Enero último. Si fuera precise» decir algo mas sobre es- to, añadiría que el puerto uo hubiera podido minarse de esa manera, sin que la ciudad entera tuviese conocimiento de ello; y eia evidente después del desastre que ni las personas calleje- ras, ni el mismo cónsul Lee, sabiíau nada de tales trabajos. b, Google 72 íFor consiguiente, sería completamente pretensiofio snponer que el interior del puerto estuviese minado, cuando se anun- ció ri'pentina é inesperadamente á las auLoridatíes españolas, el envió del Mainc dieciocho lioras antes de su llegada. ■La misma palabra inesperadamente, que emplea el Gral, Lee, atestigua de sobra esto, Kl Gobernador General estaba ausente, y el mi-imo Cónsul Lee, no fué consultsulo de antemano. «Ksto nos lleva á examinar el segundo punto: ¿es, cuando iiit-nos, probable que .se tuviera preparada de antemano una p.Klcrosa mina, para colocarse en un iDomento dado en un de- terminado punto del puerto? De ser esto cierto, ¿con qué obje- to liabiía de haberse hecho este preparativo? Seniejnnte idea exije un gran esfuerzo de imaginación y es difícil creer que las autoridades españolas, en ausencia del Capitán General, preparasen rápidamente un plan y llevasen á cabo el nefasto propósito de destruir uu i>nque enviado para realizar una vi- sila amistosa, por una nación con la cual, el gobienio de la Me- trópoli, deseaba á toda costa evitar un conflicto. "Pero si la mina no hubiera estado lista, la operación de car- garla, cebarla y disponer los cables, habría exigido cierto tiem- po, además de que su embarque en una lancha de vapor i'i otro cualquier barco á propósito y su colocación en las cercanías de la boya no 4 hubiese necesitado el concur-o de nuuiTusos ope- rarios; la operación de emplazar habría habido que realizarla á 300 yardas de los mutiles á 400 del buque alemán Guisenau y á 250 del crucero español Alfonso XIII. «De seguro hubiera sido imposible conservar secreta esta operación, y sobre todo durante algún tiempo, ^ «Respecto al punto tercero, las anteriores deducciones colidu- eeu sólo á esta couclucióu: que si el dictamen de la Connsión es exacto, la mina debió colocarse bajo el buque, después de la llegada de éste á la boya. "Sólo con examinar la prueba testifical, se ailquiere la con- vicción de que .se observaba á bordo una extremada vigilancia especialmente de noche, habiéndose establecido dobles guar- dias y patrullas para estar prevenidos á la menor alarma y puestos en servicio lodos los boles pióximos al buque. rtNada resulta en dicha prueba más claro, que la persuacióu existente en los tripulantes del Maine, deS'ie el Comandante hasta el último grumete, de que el puesto era de peligro, to- mándose ¡as oportunas precauciones, aun cuando ignoro si se lanzaron las redes contra torpedos. «lil capitán Sigsbee, después de detallar las precauciones que había adoptado, concluía diciendo: «•El sentido de todas mis óidf.es. tenía por obji-ío el qut consi- derásemos el ¡Maine en tina situaeión que exijía extremada vigi- lancia. » b, Google 73 ■Había centinelas en la proa y en la popa, un contramaestre y un grumete eu el puente, otro grumete en la popa, un cabo encargado de vigilar especialmente el costado del buque que miraba al puerto, uu oficial en el puente, y uu contramaes- tre con orden de vigilar el costado del buque quedaba al mar; una guardia vigilaba constantemente por la noche; los centine- las tenían las armas cargadas etc. etc; precaucioues contra los que traían fardos, suponiendo que podrían emplear diuamita ú otros explosivos. •Entre los supervivientes que prestaron declaración, a'guiios pensaban que el barco había sido volado por un torpedo, otros que había sido cañoneado por una artillería gruesa, demostran- do que oficiales y soldados estaban persuadidos de los supues- tos peligros de su situación. ■En estas circunstancias es muy improbable que haya podi- do colocarse una mina poderosa después de la llegada del Mát- ne á 6o 6 70 pies de la boya cuarta, junto á la cual estaba an- clado el buque por la cadena de estribor. Estando la boya su- jeta sin duda como es costumbre, con dos anclas, con objeto de mantenerla eu la misma posición, hubiera sido preciso colocar la mina bajo las narices de los centinelas de popa y de proa, y debe recordarse que las fases de la luna fueron las siguientes: primer cuarto, 29 Enero; luna lleua, 6 Febrero, y último cuar- to, 14 Febrero. «Con todas estas circunstancias es muy difícil creer que pu- diera haberse colocado una mina tan cerca del barco sin que se supiese. «En uu meeíing celebrado recientemente en el «National Ci- vic Club,» de Brooklyn, mi amigo el Capitán Zalinski, que da- ba aquel día una conferencia, describió la mina que pudo colo- carse fácilmente y hacer explosión bajo el Mame. Ea descrlp- eión no acompañaba al folleto de esta conferencia y después de leerla, quise darme cuenta de la mina que pudo producir la ca- tástrofe, según la comi.sión, y que pudo ser colocada fácilmente, según el Capitán Zalinski. Una miua poderosa exije una car- ga de pólvora de gran fuerza, pero no un alto explosivo; debía ser una mina de gran tamaño. Ahora bien suponiendo que no fué colocada de uiuguua manera, ya he demostrado las dificul- tades que se opoueu á ello, ¿pudo ser lanzada? «Seguramente que nó. La distancia entre los fondos del bu- que y el lodo no ha podido ser mayor de 14 pies, distancia que apenas parecerá bastante para ser responsable de un levanta- miento de 30 pies en la quilla. Por lo tanto una miua, de ha- ber sido lanzada, no debió hacerse á una profundidad que la hicieran embarrancar eu el Iodo. Su submersíón se fijaría en algo próximo al calado del barco, y su resultado sería una b, Google 74 gruesa ola y no una quilla doblada. La idea de una mina flo- tante es, en mi entender, insostenible en lo referente al Maine. "Para reasumir nuestro examen diremos: 19 Que es una lo- cura suponer que pudo cclncar&e una mina ceica déla boya número 4, formando psrtede un sistema de defensas submari- nas, ó que este sistema pudo colocarse sin que nadie lo supie- ra, aún sin conocer sus detalles. "20 Que es inconcebible que se colccase en aquel sitio una mina en la noche del 24 de Enero. "30 Que es absurdo suponer que se colocase una mina des- pués del 24, á 60 pies de un buque cuidadosamente vigilado y "40 Qu2 la suposición de una gran mina flotante es también intolerable." Después de leer el concienzudo artículo del teniente coronel Bucknill, ¿aúu babra insensatos que creau que el Maint fué volado por una mina submarina? Así es que, según las declaraciones del Coronel Bucknill, de! vice-almirante Erben, del corresponsal de la Pr;nsa Asociada, y del mismo capitán general, la explosióíi no pudo reconocer como causa un agente externo. Todavía n?ás, se señala ese agente: uno de los peligrosos explosivos que llevaba á bordo el buque, Pero supongamos por un momento que la catástrofe hubiese provenido de una causa exterior, ¿bastaría este sólo hecho pa- ra hacer responsable á España? ■ Restaría probar que la cansa 'xterior obedeció á un acto in- teligente, que este acto inteligente fué de un español, y que habiendo sido de un español, la responsabilidad es de toda la nación ibera. Los Estados Unidos han declarado o6cÍalmente que la causa de la destrucción del Maine fué externa, y de una manera tá- cita han inferido que la responsabilidad toca á España, a! con- siderarlo como el punto principal de las resoluciones del Sena- do Americano, que dieron lugar al ultimátum. También se in- fiere esta responsabilidad del hecho significativo de haber man- dado grabar en las galletas con que se proveyó después á los soldados que marchaban á la guerra, estas palabras: «Acordaos é.fLX'^A^wx^ri remember the Maine. Cuyo sentido implícito é in- tencional es este: "Acordaos que 266 marinos hermanos, hau sido muertos en la destrucción del Maine por un agente extra- ño; y ahora, que vais á peleat contra Hspaña, es tiempo de ven- gar su muerte. b, Google 75 Siempre que llevéis este alimento á vuestra boca tened pre- sente este suceso: que él sirva para aumentar vuestro valor y para no tener piedad de quieues os han ultrajado tan cobarde- mente." Indica pues este hecho que había la convicción oficial deque Bspaña había sido causa de ¡a destrucción del acorazado ó al menos que de ella era la responsabilidad. De otra manera no se explicaría el sentido de la frase Remember the Maine, cuando los aiuericauos marchaban á la guerra dos meses después. Concediendo que este agente hubiese sido un acto de un es- paííol, se obra con gran injusticia al pedirle cuentas de ello á toda la nación. Acaso ha declarado Francia la guerra á Italia al saber que Caserio Santo, asesino de su inolvidable presiden- te íjadi Carnot, era italiano? El daño, la ofensa mjral, es muy comparable. ¿Acaso declaró España la guerra á esa misma nación porque Cánovas haya sido muerto á manos de un bandido italiano? La Austria ¿declarará por ventura la guerra á la misma in- fortunada Italia, por el alevoso y cobarde asesinato reciente- mente cometido en la persona de la empiratri/, KUzabeth? Demostrado que el gobierno americano tenía la convicción de que España era responsable de! sentido accidente, hay que suponeren aquel gobierno mucha malevolencia ó falta de cri- terio para conceptuar á España, es decir á sus mandatarios, ca- paces de cometer un crimen tan cobarde y nefando. Se creerá por veutura que el general Blanco, ó que Sagasta ó la Reina Regente ordenaron la destrucción de! Mainef b, Google b, Google CAPITULO VI. Influencia de !a (testniccióii del "Maiiie" en 1» guerra hiapano-ar, _ saje del Presidente McKinley al Congreso americano. — Kesuliiciones del Se- nado. — Excitauión popnlar. — E! nltimatniíi — Retiro áe io3 MiiiiatroH. — Nue- vas demoRtradoues aiiti-a I. uemos visto en los capítulos anteriores á qué grado de Mexcitacióii habían tlegadu los ánimos en !as clases de una y otra nación, con motivo de las Idemostraciones hostiles qne se habían hecho mutua- iiH nte, ii.-í como por los iucideiites de las discusiones en las cá- maras americanas. La nunca bastante lamentada catástrofe del Maiiie, vi^'O pues á comunicar este depósito de explosivos con la corriente eléc- trica, y los fatales resultados no se hicieron esperar. El congreso americano á quien el populacho, po.seido de in- dignación, compulsaba, exigió, por decirlo así, del presidente McKinley la comunicación del inolvidable mensaje de 1 1 de Abril, en el que declarase la ingente necesidad de intervenir cuanto antes en la guerra que se libraba en Cuba entre espa- ñoles é insurrectos, para ponerla fin y garantir los intereses de los ciudadanos de los Kstados Unidos. Bastante fueron discu- tidas y condenadas á la luí de la lógica y del derecho de gen- tes, las especiosas razones que alegara Mr. McKinley para de- fender tan injusta intervención y disculpar un verdadero aten- tado contra la soberanía de España. Por lo mismo no insistire- mos en protestar y nos contraeremos á narrar los hechos, con el laconismo conducente á nuestro propósito. Hé aquí el contenido del mensaje: «Obedeciendo al precepto de ia Constitución, que ordena al Presidente dar informes al Congreso, de tiempo en tiempo, so- bre el estado de la situación y recomendar la consideración de algunas medidas, que juzgue necesarias, es de mi deber hoy b, Google 78 día dirijirrae á ese poder, con motivo de la grave crísís qtin se ha suscitado entre lo5 Estados Unidos y España, sobrevenida por la insurrección que data desde hace tres años en la Isla de Cuba. «Procedo de esta manera, por las relaciones ínti.iias que nos ligan con la cuestión cubana, y es necesario que nuestro go- bierno adopte una política que esté de acuerdo con los precep- tos impuestos por los fundadores de la República, y religiosa- mente observados por las adniinj.ítraciones anteriores, hasta la fecha, «La actual revolución no es más que la sucesión de otras in- surreccioneí. semejantes, qlte se han llevado á cabo en Cuba contra el dominio español, desde medio siglo ha, las cuales le han ocasionado á los Estados Unidos muchos gastos para hacer respetar las leyes de la neutralidad. «Estas mismas le han causado al comercio americano gran- des pérdidas, trayendo por consecuencia la indignación entre los ciudadanos; agregada á esto la manera cruel, bárbara y sal- vaje de conducir la guerra, ha herídj los corazones y ofendido las simpatías humanitarias de nuestro pueblo, «Desde que comenzó la presente revolución, esta nación ha visto desaparecer las riquezas deesa isla á impulsos de una guerra sin igual en los anales de la historia de Cuba, y sin se- mejanza entre las guerras contemporáneas de los p-ieblos que luchan por su libertad. "Nuestro pueblo ha presenciado descender desde la opulen- cia hasta el grado más ínHmo de miseria á los habitantes; su comercio lucrativo arruinado, y al pueblo perecer por millares, de hambre y de miseria, «Nosotros mismos nos hemos visto obligados á observar aque- lla estricta neutralidad que nuestras propias leyes ordenan, pa- ra evitar cualquier acto que podría califiííarae como una ayuda á los cubanos. «Nuestro comercio ha sufrido, el capital invertido por nues- tros conciudadanos en Cuba se ha perdido casi, pero el temple y paciencia de nuestro pueblo In sido puesto á prueba tan pe- liosamente, hasta producir peligrosa inquietud entre nuestros propios ciudadanos, que hau eucontrado de modo inevitable su expresión en la representación nacional; de modo que se incor- pora en el conjunto de nuestro ser político, acrecenta la aten- ción y queda firme en el camino de esa franca devoción al ade- lanto interior, que se convierte en propio interés por la riqueza nacional, cuya máxima primera ha sido evitar todo conflicto con las potencias extranjeras. «Todo esto debe necesariamente haber despertado nuestri ansiedad, y por lo tanto, ha (>rovocado el mayor interés de par- b, Google 79 te de este gobierno, \o niistuo que del de mí predecesor, en este sentido. "En Abril de 1896 los males que resentía nuestro país por !a guerra de Cuba, se hicieron tau onerosos, que el Presidente Cleveland hizo un esfuerzo para conseguir la paz por medio de la intervención de este gobierno, que tendiera á un honorable arreglo de la contienda entie España y su colonia rebelde, so- bre las bases de un programa efectivo de gobierno propio para Cuba, bajo la bandera de la soberanía de Espaíia. "Fracasó rnte la repulsa del gobierno español, que estaba entonces en el poder, que no quiso tomar en cuenta ninguna forma de mediación, ni siquiera un plan cualquiera de arreglo que no se basara en la sumisión completa de los insurrectos, y solamente entonces sobre tales bases podría España conceder algún arreglo, "I^a guerra continuaba sin abatirse. "La resistencia de los insurrectos no disminuía de ningáu modo. "Los esfuerzos de España se aumentaron con el despacho de nuevos contingentes á Cuba, y co i la adición á los horrores de la lucha, de una nueva é inhumana fase sin precedentes en la historia moderna de la civilización, en los pueblos cristianos. "La política de de.svastación y reconcentración inaugurada por el bando det Capitán General publicado el 21 deOctubre de 1896 en la Provincia de Pinar del Río, se extendió después á toda la ¡sla. á donde alcanzaba el poder de las armas españo- las por medio de ocupaciones militares, "Todos los habitantes del campo, iticUisivelosque se dedica- ban francamente á los trabajos de agricultnra, fueron recibidos en el interior de las ciudades guarnecidas ó en placas aisladas defendidas por las tropas. "Ei tráfico y cambio de provisiones de todas clases, quedó prohibido. "La llama del incendio se extendió por todas partes; los mo- linos y los ingenios fueron destruidos, y en poco tiempo todo lo que pudiera conducir á la desolación y á la mina y destruir lo útil para la vida del hombre, ó para su alinientación, fué ejecutado por una y otra parte de los des contendientes que te- nían poder á su disposición. "Cuando hace un aoo la actual administración se hÍ7.o cargo de la cosa pública, la llamada concentración se había hecho efectiva en la mejor parte de las cuatro provincias occidenta- les: Santa Clara. Matanzas, Habana y Pinar del Río. "La población agrícola estimada en 300, 000 ó más habitan- tes, fu*! encerrada en las ciudades ó en sus inmediatas cerca- nías, privada de los medios de subsistencia, deslítuida de los b, Google «o- Modos de vivir, abandonada enteramente y expuesta í las ra&s •spantosas condiciones. «Como se «xtendió la escasez de allmentoscon la devastacióiv de los campos de producción, la pobreza y la aecesidad llega- ron hasta la miseria y el hambre. «Un raes, después de otro raes, la cifra de muertos iba aniiien- tando. En Marzo de 1897, según las cifras más prudentes to- madas de fuentes oficiales españolas, la mortalidad entre tos- reconcentrados por el hambre y sus consecuencias, excedió del cincuenta por ciento. "Ningún auxilio práctico se acordó para aliviar á los desgra- ciados. «Las ciudades atestadas sufriendo ya la gran carestía no pu- dieron darles ayuda. Las llamadas zonas de cultivo quedando en el área de los centros militares, cerca de las ciudades y for- tificaciones fueron un remedio ilusorio para ios pacientes. «Siendo los tutortunados en su mayor parte, mujeres, niños y viejos desesperados, debilitados por las enfermedades y el hambre, no podían haber cultivado el suelo sin herramienta ó> útiles para su sostén. "Kntre tanto, la situación militar en la isla había adquirido un notable cambio. «La extraordinaria actividad que caracterizó el .segundo año de la gnerra, cuando los insurrectos invadieron aún los hasta ahora indefen.sos campos de Pinar del Río, y llegaron en son de ruina y destrucción hasta los muros de la misma ciudad de la Habana, ha degenerado eo una lucha vulgar en las provin- cias del centro y oriente de la Isla. «Las armas españolas recobraron en. cierto punto Pinar del Río y parte de la Habana, pero bajo las condiciones existentes de la población rural, sin inmediata mejoría de la sítuacióji productiva, «Aun parcialmente restringidos así, los revolucionarios sos- tuvieron su propia conquista y sumisión, adelantada por Espa- ña como ta esencial y única base de paz, que parecía tan lejos del principio. «En este estado de cosas, mi administración se encon'ró fren- te al grave problema d; su deber. En mi mensaje íle último Diciembre, revisé la situación y señalé los pasos dados para evitar el choque, que habría el ca- mino para alguna forma de honrrosos arreglos, «El asesinato del Sr. Cánovas del Castillo produjo un cam- bio completo en el gobierno español. Esta nueva administra- ción que llevó al podsr al partido liberal, trató de implantar una nueva política de reforma en Cuba y Puerto Rico, conce- diendo la autonomía. b, Google «Las insinuaciones del Gobierno hechas por medio de nues- tro línviado, con el íiii de mejorar inmediata y positivamente la situación en la IsU, aunque uoaceptadaíien todo, se admitió una cierta forma de mediación, y fueron contestadas alegando que se daría á Cuba un gobierno autonómico, sin esperar que la guerra terminase, y que la guerra sería conducida de una manera más humana, «A fines de Noviembre ya no había ningúu ciudadano ame- ricano en las prisiones españolas. «Mientras las negociaciones se llevaban á cabo aumentó el desamparo de los desgraciados reconcentrados, y el estado de estos llamó seriamente la atención. Esta medida de socorro puesta en práctica por el Cónsul General, fué recibida con gra- titud, Los esfuerzos hechos por el Comité Centr»!, fueron de benéficos resultados. Se hicieron los arreglos necesarios para el transporte de las provisiones á Cuba. «m Presidente de la Cruz Roja americana y representantes de otras sociedades, visitaron geTierosaniente la Isla y obraron de conformidad con los cónsules. «La guerra en Cuba es de tal naturaleza, que parece imprac- ticable la subyugación y el abatimiento de uno de los dos par- tidos contendientes, por medio de un ttiunfo militar. Alterna- tivamente prevalece el agotamiento físico de una ó de otra par- te, ó quizás de las dos. Tan espantosos resultados de la presen- te lucha tienen que ser debidamente considerados con equidad por todo el mundo civilizado, y, más que todo, por los lisiados Unidos afectados y lastimados, como lo están hondamente, en su íntiína existencia » Con tales ideas, dijo el Presidente, que había sometido el 27 de Marzo, proposiciones finales al gobierno español relativas á un armisticio, ha^ta el 10 de Octubre, para las negociaciones de paz, mediante sus buenos oficios. "La respuesta del Gabinete español, recibida el 31 del pasa- do—continuó — ofrece como medios de paz en Cuba, confiar su estableciiuiento al departamento del Gobierno insular eu cuan- to fuera necesaria la concurrencia de este cuerpo para alcanzar los resultados finales, aparte de las facultades reservadas por la Constitución al Gobieno Central, no menguadas ni disminuidas, "Como el Parlamento Cubano no se reúne hasta el día 4 de Mayo próximo, ei Gobierno español no quisiera oponerse por su parte á la aceptación definitiva de la suspensión de hostili- dades, si fuera pedida por los insurrectos ó por el General ea jefe á quienes obedecen, y áquieu tocaría, en tal caso, determi- nar la duración y condiciones del armisticio. «Con esta última resolución en el camino directo de la paz y su acuerdo recibido por el Ejecutivo español, se pensó haber terminado todo esfuerzo. b, Google «En mi mensaje anual de Diciembre último, dije: «De las ex- presadas medidas emaua el reconocimiento de los insurrectos como beligerante-i, la recomendación de la independencia de Cuba, la intervención neutral para terminar la guerra, impo- niendo racionales compromisos entre los contendientes, ó lain* tervención en favor de uno ó de otro partido. «No hablo de anexión forzosa, porque eso no puede tomarse en "uenta. Según nuestro código de moralidad, sería una cri- minal agresión, «En tal virtud, considero estas propnsisiones á la luz de las palabras correctas de! Presidente Grant. pronunciadas en 1875, cuando después de varios años de sanguinaria destrucción y bárbaras crueldades en Cuba, llegó á la conclusión de que el recünocimiento de la independencia de !a Isla era impracticable é indefendible, y que el reconocimiento de !a beligerancia no estaba garantizado por los hechos, conforme á los textos de las leyes internacionales. "Comenlé especialmente el último aspecto de la cuestión, señalando la inconveniencia y los peligrf)s positivos del reco- nocimiento de la beligera"cia, que al añadir á los ya pesados cargos de la neutralidad en iiuestra propia jurisdicción, no po- día de ningún modo extenderse nuestra influencia á oficios efectivos en el campo de las hostilidades. «Desde entonces nada ha ocurrido que haya hecho variar mis opiniones á este respecto. Reconozco ahora plenamente que la pronnilgacióii de una proclama de neutralidad que podría titu- larse el -reconocimiento de la beligerancia, no conduciría á nin- gún fin, pues nosotros trabajamos para la pacificación de Cu- ba, y para que la m''ser'a que aflige á los habitantes de la Isla, cese." Volviendo sobre el reconocimiento déla independencia del presente gobierno insurrecto, el Presidente tomó conio prece- dente ei mensaje de Jackson, dirigido al Congre.so el 21 de Di- ciembre en 1836 sobre el reconocimiento de la independencia de Texas. Continuó Mr. McKinley: «En la contienda entre Espaiía y las colonias sublevadas nos mantuvimos alejados, y no sola- mente esperamos hasta que los nuevos Estados estuviesen en la posibilidad de protejerse ellos mismos, sino que hasta que el peligro pasó. «Entonces fueron reconocidos. Este fué también el curso de nuestra política para México, Si es cierto que con respecto á Texas la autoridad civil de México fué expulsada, el ejercito invasor derrotado, e¡ jefe de la República capturado y todo su poder aniquilado por el gobierno organizado en Texas, por otra parte, existía en apariencia uua inmensa desigualdad eu las fuerzas físicas contra Texas. b, Google 83 ■ La República Mexicana, bajo un nuevo jefe, trató de inva- dir nuevamente para recuperar su antiguo dominio, vUua nueva invasión de Texas fué organÍ2ada, y nuestro re- conocimiento de independencia en una crisis semejante, pudo apenas considerarse como concordante cou aquella prudente re- serva con la que nosotros hemos tratado siempre semejantes cuestiones. «El decreto de España para la suspensión de hostilidades; fué sometido al Congreso para que lo tomase en consideración, anotando que .si esta medida es de benéficos resultados, se ha- brían logrado las aspiraciones de paz que quiere nuestro pue- blo. Si fracasa, habrá otra justificación para afianzar aúu más nuestra acción manifiesta," El incidente del «Maine» figura notablemente en el mensaje. Argulle el Presidente que la destrucción del buque en el puerto de la Habana, muestra á España incapaz de garantizar la seguridad de los' barcos extranjeros. "España ha negado toda relación con aquel desastre, y ha ofrecido someter á arbitraje todas las diferencias que pudieran surgir de aquel asunto. E' Presidente dijo que bajo ningún concepto piensa que fue- se sabio ó prudente reconocer la iudepencia de ta llamada re- publica cubana. Tal reconocimiento era innecesario y no incapacitaba á los Estados Unidos para intervenir y pacificar la isla. Sobre este particular, el Presidente dijo: "Sujetar hoy á este país al reconocimiento de cualquier Gubieruo particular en Cu- ba, podía comprometernos á interrumpir las condiciones inter- nacionales, obligándonos con una organización casi desconocida "En caso de intervención, nuestra conducta estaría sujeta á aprobar ó desaprobar tal gobierno; quedaríamos sometidos á su direcicón y á asumir su simple relación de amistosa alianza, «Cuando aparezca, sin embargo, que hay eu la Isla un go- bierno será pronto y rápidamente reconocido.» El Presidente dijo que quedaban en la alternativa de la in- tervención para teiminar la guerra; ó como imparcial para im- poner un compromiso racional entre los contendientes, ó como aliados activos de una u otra parte. "La forzosa intervención de los Estados Unidos como neutra- les para contener U guerra, de acuerdo con los amplios dicta- dos de la humanidad, y siguiendo muchos precedentes históri- cos, en que ranchos Estados vecinos han intervenido para re- primir desesperados sacrificios de vida, en conflctos entre sus convecinos, es justificable en el terreno iuternaeíonal. «Ei campo de semejante intervención puede resumirse co- mo sigue: b, Google -tpiiT la causa de la humanidad y para poner fin á las barba- fifs. (ienaTiiaiiiiíiitos de sangre, escaseces y horribles miserias ijiit' hoy existen allí y que las partes en el conflicto sou inca- piices ó no quifren detener ó mitigar. «lis sobre todo nuestro deber, porque la razón llama á nues- tms puertas. SEGUNDO: «Dfbeinos á nuestros ciudadanos en Cuba auxilio y protec- ción, y la indenmiz^ición por la vida y la propiedad que ningún ^ublcrno pne¡o se señalan aun las responsabilidades: éstas se fijarán más tarde. «No cabe la menor duda que el desastre de! "Maiiie» obede- ce á una causa exterior. Esta circunstancia demuestra que el Gobierno español no puede garantizar la seguridad de los bu- ques de la marina americana en el puerto de la Habana, que se dirijan con una misión de paz. España ha pedido á este Go- bierno que la cuestión del «Maiiie" se someta al arbitraje, pero se declaró que no había tenido respuesta á este mensaje. b, Google S5 "La larga experiencia lia probado que c-1 objeto de Kí-paíia rara terminar la guerra, no puede alcanzarse. La llamarada de la insurrección podrá encenderse ó apagarse cou las distintas estaciones; pero no ha sido apagada y ardiendo pleiianiei)te, no puede extingirse por los actuales sistemas, «La única esperanza de auxilio y de reposo de una condición que no puede prolongarse, es la pacificación de Cuba. En nom- bre de la huuiaiiidad, en tionihre de ]a civilización, en nombre de los inteieses americanos que peligran, tenemos el dere'-'Iio y el deber de hablar y hacer qu? la guerra cese en Cuba. "Eu vista de tstos hechos y de estas consideraciones, pido al Congreso autorice y faculte al Presidente, para que adopte me- didas y asegure la completa terminación de las hostilidades en- tre el gobierno español y el pueblo cubano, así como p¡ira que se establezca un gobierno permanente, cnpaz de conservar eí orden y observar sus obligaciones internacionales, asegurando la paz y la tranquilidad, dando las garantías individuales, las mismas que nosotrcis gozamos, y para que Utilice las fuerzas navales y luilitaies de los Estados Unidos, si es nectsario, con lai fin. Por interés humanitario, y para conservar !as vidas de los necesitados eu la Isla, recomiendo que la distribución de los socorros continúe y que se vote una resolución, para que el Te- soro público socorra á esos ciudadanos. «La resolución está ahora en manos del Congreso. Es una solemne responsabilidad para vosotros. «He agolado todos los esfuerzos para mejorar la leí rible con- dición de los asuntos que están pendientes. Preparado á cum- plir todas las obligaciones que me impone la Constitución y las leyes, espero vuestra resolución, «Ayer, y al cslar preparado ya el puterior mensaje y Íó la copia del ulti- mátum, iniuedialamente se hicieron arreglos para conducir los muebles y enseres de la Legación de España á la de Austria; estos incluían los archivos y la bandera española. El Embaja- dor de Francia y el Ministro austríaco obraron juntamente en el manejo de los asuntos de España entretanto. Ei Sr. Polo Bernabé, á pesar de que había perdido toda es- peranza de evitar !a guerra, mantuvo la más discreta reserva. En el exterior de ia Legación, encontrábanse un teniente y lin oficial de policía, de guardia. A las diez y media, hora en que se presentaron los Ministros de Francia, Austria y Bélgica, aún no se tenía noticia de si ya se habían firmado las resolncioues. A las 1 1. 20 a. m. un men- b, Google 89 sajero (un negro) del Ministerio de Relaciones se presentó en la Ifegacióii y fie una manera iiiconveiiieiite, dijo que tenía mi mensaje del Ministerio para el Ministro de Rspaña; el Sr. Polo Bernabé pidió permiso a! Embajador francés, con quien en esos momentos estaba ocupadlo y recibió al mensajero en ei co- modor; vio la cubierta, y notando que era el ultimátum, dijo al mensajero que esperase la respuesta. E-íta ya estaba prepara- da. No fué una contestación al ultimátum, sino una solicitud desús pasaportes, Hé aquí el texto de la soÜcitud: "Legación de Espaila», Washington, Abril 20 de 189S. — Sr Secretario: Las resoluciones adoj tadas por el Congreso de los Estados Unidos de América y aprobadas hoy por el Presidente son de tal naturaleza, que mi permanencia en Washington se hace imposible y me obliga á suplicar á usted me extienda mis pasaportes. La protección de los intereses de España se han encomend;tdo al Embajador de Francia y ai Ministro de Aus- tria-Ungría. Con enta ocasión, por cierto bastante penosa pa- ra mí, tengo el honor de reiterar á usted las muestras de mi mayor con->ideracÍón. — Luís Polo Bernabé. — Al Hmi. Joho Sherman, Secretario de Rtiaciones E.-íteriores de los Estados Unidos.» La carta fué enviada al Ministerio de Relaciones, por el Mi- nistro, y volvió á reunirse con sus amigos, esperando recibir sus pasaportes. Inmediatamente cesó ¡a calma en la legación y se hicieron los preparativos para la partida y el envío de ex- estensos cables á Madrid. Todos los efectos oficiales y persona- les, ya desde tiempo empacados, fueron sellados y lacrados. Se hicieron arreglos con el ferrocarril y estaban listos para partir el Ministro Polo y Bernabé, el primer Secretado. Sr. Juao Duboc, los segundos .secretarios Sres. Pablo Soler y Acqueroni, el tercer secretario Sr, Balarza, los attah-^és, Sres. Pía y Almei- da, el attaché militar, Capitán de la Casa, el attaché naval, teniente de Carrasta. Después de abandonar Washington el Ministro Polo, hizo pública su partida. Estas personas se dirigían, sin pérdida de tiempo, á EspaO*. Además dt- la nota, solicitando sus pasapor- tes, el Ministro español acusó recibido del ultimátum. La exitación en la ciudad hizo al edificio de la legación ser el centro de curiosidad de gran número de gente. La solicitud del Ministril español para obtener sus pasapor- tes, se proveyó á las lí. 45 entregándoselos al Sr. Polo uu men- sajero [un negro] del sub Secretario Day. Los pasaportes iban acompañados de una nota del Secreta- rio Sherman, eu qne le expresaba su profundo sentimiento por haber sido conducido á dar este paso. 1 En la misma noche el gobierno americano trasmitió á su Mini.stro en Madrid el General Stward L. Woodford, para que b, Google 9° lo presentase ai de España, el texto del ultimátum. Mr. Wood- ford contestó con e! siguiente despacho: «Momentos aiites de presentar al gobierno español el ultimá- tum de los Estados Unidos, fui notificado que las reIacione.s di- plomáticas entre las dos naciones quedaban rotas; be recibido mis pasaportes, entregado la I,egación al Embajador de Ingla- terra y salgo para París.» Efectivamente, e! Ministro Americano se puso en camino y el siguiente día 22, llegó á la frontera. E! tren que lo conducía fué atacado varias veces á pedradas, siendo necesario que lo pro- tegiese la guardia civil con los marrazos desenvainados. La excitación aumentó considerablemente, á causa de que en Valladolid pretendió aprehender la policía á un miembro de la Legación americana a[)ellicl;ido Moreuo, á lo cual se opuso re- sueltamente el General Woodford. En varias estaciones ocurrieron incideute.'j más ó menos gra- ves. Los estudiantes del colegio militar de Segovia subieron á la plataforma del tren gritando ¡viva España! Desde Tolosa á S, Sebastián un fuerte destacamento de policía custodiaba el tren. En los momentos de entrar en territorio francés, estando el tren detenido, se agrupó numerosa multitud y emi)ezó á pedir que hablara Mr. Woodford y á preguntarle si tenía algo que decir. Este hizo, una significativa señal de asentimiento, y ha- biéndose establecido el silencio, salió á la plataf)nui se descu- brió ccrtesmente y dijo: — -jAdios! b, Google CAPI^rULO VII, Lasalúlatle la Habana dol Cónsul Loe. —Rompiminnto ilc las hostiliilii'li-ü.— Cap- tura de la barea espariola Un fin a ven tura. — Saliila iln la eafii!ai|]:i amun^iana. -El bloqueo (le Cuba ■-DeplaradunesiIeKiobiwiiocaparioly liülGeiníml ttlan- eo. — Las putencias se declaran iiuuti'aili'S. — NiUiva pi'uelama iIb MuKiiiky. j sólo los Ministros de Iss dos naciones enemistadas tuvieron que soportar las destemplanzas de la plebe al abandonar sus respectivas cancillerías, segi'in he- dimos visto; los Cónsules generales se encontraiou en la misma penosa situación, y aun, muchos particulares que !os acompañaron a! retirarse. Pero ninguno de aquellos personajes se vio tan groseramente denostado como Mr. Fitzlingh ]>e, Cónsul americüno en la Habana, sin duda por la activa participación que había tenido en la cuestión cubana, cuyo desagradable epílogo se iba á pre- sentar. Cuando se dirigió de su residencia al vapor que debía conducirlo á los Estados Unidos, así como á sus compatriotas que se embarcaban con él, fueron todos sübados y apedreados por el camino. De la multitud salían gritos de «fuera de aquí, yankees cochinos," y otros parecidos. Este incidente contribuyó no poco á que, cuando el Cónsul General de la Habana fué recibido en audiencia privada por el Presidente McKínley, diese muchos exagerados informes de la situación, inspirados eu el deseo de concitar las iras del pueblo americano contra los espaííole?, por el efecto de indignación y el deseo de venganza que en su ánimo habían producido aque- llos actos. Antes que la solución pacífica del conflicto internacional se hubiese hecho imposible, comenzaron los preparativos de gue- rra en los Estados Unidos. Desde el año anterior, y bajo la dis- culpa de qite sus buques eraurecieatemeute comprados y debía b, Google 92 ensayarse la puntería de sus cañones, se practicaban verdade- ro?, simulacros de cojiibate en los ejercicios de tiro al blanco, Kii Rs|)HñH por el contrario, se hacían, sin precipitación, com- posturas y reparaciones, cuando la guerra estaba en vísperas de declararse y aún, muchos de sus navios concurrieron á la lui-ha Clin serias averías en sus máquinas, según tendrem'-s oca- sión de verlo después. Hstíi nación compró algunos, á última hora, obligada á ha- cerlo, más !)ien por los donativos que liberalmente ponían á su d:spof.ic¡Ó!i con este objeto las colonias de la America latina, que por haber premediadfi la guerra naval. Di-bemos mencionar las fuertes sumas enviadas por las ins- cripciones de la colonia argentina, y la iDexicana especialmen- te, que en distintas partidas y ocasiones llegó á remitir un mi- llón de pesos, y habría continuado la colecta para contribuir á la compra de buques de guerra, si ésta no se hubiese declarado, y la actitud neutral del gobierno de nuestro país no lo hubiese impedido, I^as dimensiones de este libro no nos permiten, como deseá- rami>s, reproducir aquí la distribución que se hizo de tan va- liosos donativos, muchos de los cuales, fueron no solo para com- prar buques de guerra, sino también para aliviar la horrorosa miseria qiie había en las clases menesterosas de Cnha. Baste decir que además de metálico, se enviaron inuchas remesas de víveres consistentes en harina, semillas de todas clases, etc. I^os H'.tados Unidos compraron en Abril los buques ^iParis» «St. Louis« hSI. Paul" y «Nitchroy.» El día 22 se declararon las hostilidades oficialmente entre uno y otro país. El primer acontecimiento de la guerra fué la captura, verifi- cada por el cañonero americano Nasliville, de la barca españo- la «Buenaventura» que cou un caigamento de duelas se dirigía á Veracruz. Era la «Buenaventura» una embarcación de cien toneladas, y tripulada por veinte marineros. El cañonero americano comen- zó á dispararle granadas, apenas ¡e dio vista, muy cerca de Cayo-Hueso, por lo cual hubo aquella de rendirse siendo con- ducida al puerto por su aprehensor. Esta presa que se reputó injustamente consumada, por no conocerse aun la declaración de guerra, dio origen á las protes- tas de los dueños de la nBuenaventura» sin que nada hubieran obtenido, á pesar de lo justificado déla reclamación. Por lo demás, vino á influir en las gentes supersticiosas, quienes uo auguraron uada bueno para los españoles, de una guerra que comenzaba cou la pérdida de una barca cuyo nombre era tan significativo. b, Google 93 En el mismo día se comenzó á hacerse á la mar la escuadra americana del Norte Atlátitico, zarpando á !as 5. 45 a. ra, con rumbo al estrecho de la Florida, que es ei punto por donde se crii7,a menor extensión de mar entre Cayu Hueso y la Habana. Estaba compuesta la escuadra del buque ahnirante acoraza- do "Nueva York» el «lowaw y el nlndl-na" los cruceros «Mar- blehead» iiDetroit» y «NashvÜie," los cañoneros ifPnritan," «He- lena.u nWillraington» "Crístine» "Machias» y «NewPort," el tnonitornAnphitrite," el "Mangrove» el «May flowem y los tor- pederos «Cussing» «Dupoiit» uPorteni y «Footering.» Fué también firmada en igual fecha por el Presidente Mc- Kinley la proclama en que notificaba á las naciones el bloqueo del Puerto de la Habana por la escuadra americana, lü documento dice á la letra: "R! Presidente de los listados Unidos de América proclama, que facultado por las resoluciones del Congreso aprobadas el día 20 de Abril de 1S98, se dlrijió al Gobierno de España de- mandando á dicho G'ibierno que renuncie su autoridad y go- bierno en la isía de Cuba y retire sus fuerzas militares y nava- les de Cuba y sus aguas; y que habiendo sido facultado para hacer uso de las fuerzas navales y militares de los Estados Uni- dos, y en caso necesario, hacer uso de las guardias nacionales délos Estados, para llevará efecto esta proclama, ei Presi- dente considera necesario iniciar y sostener el bloqueo de la costa Norte de la isla de Cuba, incluyendo todos los puertos de dicha costa entre Cárdenas y Bahía Honda, y el puerto de Cien- fuegos en la costa sur de la isla de Cuba, por lo tanto yo Wi- lliam McKiniey, Presidente Constitucional de los Estados Uni- dos, con el fin de llevar á efecto las resoluciones mencionadas, por este acto declaro y proclamo que los Estados Unidos de América han instituido y mantendrán el bloqueo de la co^ta Norte de la ísla de Cuba, incluyendo los puertos en dicha cos- ta entre Cárdenas y Bahía Honda, y el puerto de Cienfuegos en la costa de Cuba. Cumpliendo con las leyes de los Estados Unidos y la ley de las naciones aplicable á este caso, una fuer- za suficiente se colocará para evitar la entrada y salida de bu- ques á dichos puertos. Cualquier buque neutral que se acerque ó que intente salir de un puerto sin previo aviso ó conocimien- to del establecimiento del bloqueo, será oportunamente adver- tido por el Comandante de la escuadra bloqueadora y registra- rá en sus libros el hecho y fecha de la advertencia, y si este n]ismo buque intentara entrar en alguno de los puertos blo- queados será capturado y enviado al puerto más cercano para instruirle causa contra el casco y gargamento como presa, si es que así se estima conveniente. Buques neutrales que se en- cuentren en dichos puertos tendrán uti pla7,o de 30 días para salir, contados desde el establecimiento del bloqueo, b, Google 94 y para su constancia y fines coiisiguleiites, firmo la presen- te proclama y ordeno sea sellada con el sello del Gobierno de los Estados Unidos. Dado en el Palacio del Poder Ejecutivo de la ciudad de Washington, este día 22 de Abril de 1S98, A. D, y 122 de la Independencia de los Estados Unidos. [Firmado.] IVm. Mc.Kinly.i^ ir Por su parte, el Gobierno colonial publicó un manifiesto eu ■Cuba, protestando contra la intervención délos Estados Uni- dos la cual se efectuaba precisamente en los momentos de inau- gurar el nuevo régimen que garantía ampliamente la libertad política de la Isla, y cuando se iba á elegir el primer parla- mento colonial que reemplazaba la soberanía de España por medio de la autonomía. El manifiesto después de agregar que los americanos no te- nían otro propósito que la anexión de Cuba concluía con estas palabras: «Es deber de todos los babitantes rechazar la invasión. Re- cordad la conducta de los defensores de la Habana contra la in- vasión inglesa de Aberniasle. » El Capitán General Blanco publicó también un decreto dero- gaTido el que concedía perdón á los insurrectos y sujetando á la ley marcial á todos los culpables de traición, crímenes con- tra la paz ó contra la nación, revueltas, sediciones etc. Ijos aprestos para la defensa de la Habana se hacían con gran actividad, las baterías se alistaban y los ayudantes de órdenes Garrían en todas direcciones llamando al ejército á las armas. I^a artillería de las fortificaciones fué minuciosamente revista- da y los artilleros recibieron consigna de hacer guardia sobre los cañones toda la noche. El General Blanco salió para Santa Clara que se encontraba revuelta, y el Gobernador Militar, Ge- neral Arólas, asumió el mando de !a Habana. Eos insurectos continuaban haciendo oposición al régimen autonómico implantado por España, alegando que faltaba el verdadero gobierno independiente; y que aquel sistema repre- sentaba la continuación del dominio colonial. Así es que tan luego como fueron derogados por el general Blanco los decre- tos de amnistía y perdón por los delitos políticos, volvieron á asumir su carácter intransigente los revolucionarios y se manifes- taron abiertamente aliados de los americanos, preyectando por entonces un ataque sobre la Habana, que esperaban sería se- cundado por la escuadra bloqneadora, para obrar en combi- nación. b, Google 95 La Gaceta Oficial A^\ Gubieruo de Madrid, publicó el siguien- te decreto, con fecha 24 Abril; «£.as relaciones diplomáticas con los Estados Unidos están ro- tas y el estado de guerra ha comenzado entre ambas naciones. Se han suscitado nnmerosas cuestiones solire la ley interna- cional, las cnales tienen que ser definidas con precisión, prin- cipalmente porque la injusticia y la provocación proviene de nuestros adversarios, y ellos son los que por su conducta detes- table han originado este grave conflicto.» El mismo día la escuadra americaua apostada frente á la Habana, se puso en línea de combate, encabezada por el cruce- ro almirante «Nueva York» y dio gran presión al vapor de sus máquinas á eso de las cuatro de la tarde. El motivo de aquel movimiento fué el haberse avistado un bnqiie entre la Habana y Matanzas que parecía criminar con rnmbo al Este, Bien pronto los bnqnes americanos se pusieron á la caza dejando atrás á todos el «Nufva York" que marchaba con mayor velocidad. Eos artilleros de éste recibieron orden de cargar y estar alerta. Después de algunos nudos recorridos, ■^e distinguió perfectamente la bandera espafuila que flotaba so- bre el buque perseguido, el cual á todo vapor pretendía alcan- zar agua de poco fondo. Cuando se encontraba ya á tres millas de la costa, y á una del Nueva York, empezó á disparar sobre el barco español, que er'í el nPeiIro de Bilbao.» Este se paró y fué apresado por los americanos. Fueron también apresados los buques "Jovcr« y eRemnsu en las mimas aguas. IÍ1 primero, español, fué conducido con el "Pedro'i á Cayo Hueso, El segundo, alemán, después de haber justificado que ingnoraba la declaración de guerra, fué puesto en libertad. La escuadra española apostada en Cabo Verde, esperaba ór- denes para marchar, y el Almirante Cervera mostraba grau impaciencia por entrar en acción. El Capitán Gt.>neral de Cuba, Señor Blanco, telegrafió á su gobierno que los buques españoles podían ser utilizados en cual- quiera otra parte fuera de la Habana, porque este puerto se bas- taba para su defensa. Ea cuestión de subsistencias se iban volviendo difícil á con- secuencia del bloqueo. Los víveres todos encarecían notable- mente, y la carne era un artículo verdaderamente difícil para su adquisición. Con fecha 26 la Gacela Oficial del Gobierno británico publi- co una proclama de uentralidad definiendo la actitud de las autoridades inglesas con respecto á los subditos ingleses duran- te la gnerra entre E-^paña y los Estados Unidos, El Gobierno español envió también á las potencias una cir- b, Google 96 cular expresando su sentimiento por la dura uecesidad de verse cbligaJa á apelar á la fuerza para repeler ia escandalosa agre- sión de los Estados Unidos, y defender !a integridad nacional y la dignidad histórica de! patrio suelo. La circular contiiuia así: «La historia ofrece pocos ejemplos en que la razón sea tan evidente de una parte, y el ultraje tan marcado de la otra. España tiene de su parte la razón, el proceder correcto y la prudencia, mientras que los Estados Unidos uo tienen de la suya más que deslealtad é impulsos de desmedidas ambiciones." Dfspucs de referirse á la execrable conducta del General i'ilzhugh Lee, la nota reproduce el texto de las resoluciones del Congreso marcando las últimas palabras «como tratando de libertar á ¡os cubanos.» Se predice también que Cuba no se declarará pacificada has- ta que esfé lista para manejarse por sí misma. La nc ta dá detalles de la ruptura de las negociaciones entre España y los Estados Unidos, terminando con la siguiente de- claración: "El pueblo español espera el ataque con tranquila serenidad, decÍLÍÍd() á vender caras sus vidas y á defender con energía sus derechos de permanecer eu América. Confía que en esta obra, tendrá el apoj'o de los cubanos que han permanecido fie- les, como de los mismos españoles.» En el Ministerio de Guerra y Marina de Estados Unidos se desplegaba la mayor activitlad. A !a vez que había sido publi- cada la proclama del presidente McKinley llamando á las ar- mas á los voluntarios, f;e habíadirigido un mensaje al Comodo- ro Dewey, que se hallaba entonces eu el mar de la China, para que alistase su escuadra y se dirigiese sin pérdida de tiempo á atacar á los buques españoles surtos en la bahía de Manila del Archipiélago Filipino, y tomara posesión— -si el éxito no le era desfavorable — de la capital de aquellas islas. AI mismo tiempo se preparaba la expedición invasora de Cu- ba que había de desembarcar en un puerto de la costa oriental, provista de gran cantidad de municiones de boca y de guerra, y se hacían arreglos para que las fuerzas de los insurrectos apoyasen el desembarco. El Ministerio de Relaciones había entrado también en un período de gran actividad, con motivo del aviso á las naciones así del rompimiento de las hostilidades, como del bloqueo de Cuba. b, Google 97 La declnracióu de guerra fué cniíniíiicada por la siguiente nota: i'Miiiisterio fíe Relacíoneíi, Abril 25. — Kl Coügreso aprobó el día 20 de A.bril una resolución referente á la intervención para la pacificaí-ióii é independencia de la Isla de Cuba, líl Gobier- no español con fecha 21 de Abril infuriiió al Ministro america- no en Madrid que consideraba esta r>.-so!nción equivalente á Tina deciararión de guerra, y que por tanto, retiraba su Mbils- tro en Wa.sliington, t:;rniiiiando así todas las relaciones diplo- niát'cas. «Por esta razón el Congreso aprobó lioy una resolución de- clarando que un estado de guerra existe entre ambas naciones, incluso el día 21 de Abril. "Informad al GnbÍi!rno ante el cual estáis acreditado que ase- gure la neutralidad en la presente guerra. (Firmado) Slierman.w El signiento día se publicó en Washington una nueva pro- clama del Presidente de la Unión Mr. JMcKinley, cuyo texto damos á conocer: «Proclama del Presidente de los Kslados Unidos: Kn virtud de un acto del Congreso aprobado el 25 de Abril de 189S, en que se declara que la guerra existe y que la guerra ha existido desde el 21 de Abril A. D. 1S98 incluso el misiiio día, entre los Estado.s Unidos y el Reino de Espaíía y en virtud de que se desea que esta guerra sea conducida basada en los principios de armonía con la presente opinión de las naciones, y sancionados por el último sistema ya anunciado de que la política de este gobierno será la de no recurrir al corso, sino sujetarse á las condicii'ues del Tratado de París, por lo tanto, yo \Vm. Me Kinic-y, Presidente Constitucional de l'-s Estados Unidos de América, en virtud de las facnltades que me conceden la Cons- titución y las leyes, por lo tanto, declaro y proclamo: "■Prinitro I^a bandera neutral ampara las mercancías. enemi- gas, con excepción del contrabando de guerra. «Segundo. Las mercancías neutrales que no sean contraban- do de guerra, no pueden ser confiscadas aunque estén bajo la bandera enemiga. fTcrc£i-o. Los bloqueos para que sean obligatorios, deben ser efcciivos, «Ciiaito. Los buques mercantes españoli'S, en cualquiera de los puertos ó aguas dentro de bts Estados Unidos, selesperaii- tirá hasta el 21 de Mayo iucUisive, descargar y zarpar de dichos puertos ó aguas; y si e-^tos buques so;i encontrados en alta mar por cualquiera de los bu'pies de los lís'.ados Unidos, se les per- mitirá continuar el viaje, si después de visitados aparece que sus cargamentos fueron tomados á bordo antes de la expiración del plazo indicado, siempre que ninguna de la.s cláusulas ante- riores pueda aplicarse á barcos españoles, teniendo á su bordo b, Google oficiales eii el servicio militar ó naval del enemigo, tú carbón, excepto aquel que sea iiecesprio para el viaje ú otro artículo prohibido ó contrabando de guerra ó que lleven algúu despacho de! ó para el gobierno espaiíol, nQíchiío. Cualquier buque mercante español que haya zarpa- do antes del 21 de Abril de 1S98 de cualquier puerto extranje- ro para los puertos ó aguas americanas, se le permitirá entrar á estos puertos ó aguas, descargar y salir sin ser molestado; si algunos de estos buques sou encontrados eu alta mar por los buques americanos se les permitirá continuar su viaje á cual- quier puerto que no esté bloqueado. «Sex¿o. Se ejercitará el derecho de vista con estricta sujeción á los derechos de los neutrales y los viajes de los vapores co- rreos no serán interrumpidos, salvo que existiesen sospechas de que violan ias leyes con respecto al contrabando ó bloqueo, (Firinado) Wm. McKhiley. «Dado en el Palacio del Poder Ejecutivo en Washington á los veintiséis días de Abril de 1898." Las declaraciones de neutralidad de Francia, Austria, Por- tugal, Japón, México y algunos paises sud-americanos se fue- ron haciendo sucesivamente en los días inmediatos. Alemania manifestó que reservaba sus derechos para adoptar una decisión, y no fué sino algún tiempo después cuando se declaró también por la completa neutralidad. Mientras estos sucesos se desarrollaban en América, prepa- rábanse otros más sensaciouáles en las posesiones españolas de Asia. El Comodoro americano Jorge Dewey al mando de una po- derosa escuadra se acercíiba á Filipinas, El Almirante español Montojo, cuyo heroísmo había de dar carácter á la página más épica de esta historia nefasta, se preparaba para salir á su en- cuentro comandando una flotilla de barcos de madera, tripula- dos por hombres que habían hecho previamente el sacrificio de su vida en aras del amor á la patria y del honor español. -^^^O-H-^- b, Google CAPITULO VIII. ¡iii;i¡ña la guerra. — ISv^vc rMOfia liistúrion ilc las IhIhk ]'ÍIíiiíiiíís,--!':I [iriiiiiT coiiil'iití! naval. — Ciíiiio piaii los Inmuos cKiiaÑoIi's v i^iiiiio ^^s iiriici ir.iiiiw ijiie comba ti uro n. — ncsorijrai'm ile la liatalla ile ('avito, — Vakri>wi L'cmilLii'tii Je los PSfiailoles. — Muertu di'I raiiititi Ciileiso U'-y. — Hiii[iir.M i'.^lia.los á |i¡ijuc. — Partos elidíales ilo !a batallu, — Ojiiiiiúu Jo un escritor franiji's, testigo ¡ire- Eeiiuial. I L estado de guerra existía ya de heclio entre Espaíííi r y América. Kri tos dos continentes se creía que el irimer cañonazo iba á resonar de un inoiiieiito á otro. Se supuso que los buques americanos próximos á líi l>,la hubiesen roto el fuego sobre uno de sus puertos y que el priiHcr combate tendría lugar en la costa cubana, en el gol- fo de México 6 en tierra de la misma Antilla ó, eu todo caso, eu algún punto del Atlántico, Así es que la noticia de que la primera batalla .se había verificado el lo de Mayo eu Manila, se recibió con verdadera sorpresa. Los sucesos posteriores desarrollados eu el Archipiélago fili- pino le han dado gran significación en la política internacio- nal; por lo tanto creemos oportuno, antes de hacer !a descrip- ción de !a memorable batalla, decir dos palabras acerca de su geografía histórica y política. L,as islas Filipinas se hallan situadas en la parte septen- trional del Archipiélago asiático. Las rodea por el Norte y Oeste el mar de la China; por el Este el Océano Pacífico y por el Sur el mar de Célebes. La tierra más próxima al Norte es la isla Formosa, al Este, las islas Palaos; al Sur, las i.slas Célebes al Oeste el Borneo y al Oeste la Cochiuchina. — En cuanto á la distancia con España, la más corta para la navegación es de 16.580 kilómetros á través del Canal de Suez y de 25.000 por el Cabo de Bueua Esperanza. — Las 1,400 islas que forman el b, Google Archipiélago filipino, se (1Ívi(.len en cinco grupos; I,U7;ón, (la más ini portante), Bisayas, Paragiia, Joló y Mlndanao, Alguna vez se han viüto obligadas las autoridades militares de estas dos últimas provincias, á reprimir eiiérgicamente !os desmanes y fííCiioiías cometidas por ciertas hordas levantiscas y rapaces, pertenecieutes casi en su totalidad á la rüza umsulniana, por (]ue la gran mayoría de la población isleña se compone de ma- layos, cnyo carácter dócil y sumiso se ha hecho siempre nota- ble, dando por lo tatito muy poco que hacer á las autoridades de la C<;l()!iia. En estos últimos años ha habido algunas rebe- liones de los naluralps, instigados por las tenebrosas maquina- ciones de las sociedades secretas que tanto abundan en la Isla, El gübieino peninsular recuerda ahora el pérfido proceder del Dr. Rizo, así como el del célebre revolucionario Emilio A- gninaldo. Este, habiéndose obligado á no hacer armas contra España, ri-cítiió, según convenio, gruesas sumas de manos del ex~Capicán general Primo de Rivera, juró y dio su palabra de honor entonces, de que no volvería á tomar paite en la re- volución, para acaudillar después á los insurrectos en el movi- iiiiento sedicioso que estalló no hace mucbo. No es este el úni- co caso de perfidia que se registra en la lii-ítoria de las revolu- ciones coloniales. El ex-Capitán general Martínez Campos pagó también bastante cara la conducta traidora de los jefes insunectos cubanos en 7S, (i) sin obtener mejores resultados. Las Islas Filipinas fueron descubiertas en 1521 por los in- signes navegantes Magallanes y Elcano, durante el reinado de Felipe II cuyo nombre llevan en houor de este monarca, D, Luis de Velasco, segundo virrey de la Nueva España, fué i.uien organizó la expedición que había de conquistarlas, y nond>ró jt;fe de ella á ü. Miguel López de Legas^pi. El día 21 de Noviembre de 1563 salió diilia expedición del puerto de Navidad y despué-; de tres meses de navegación llegó á Fili- pinas el 13 de Febrero del siguiente año, procediendo desde luego á la conquista, que debido á su habilidad, pudo llevarse á cabo sin tropiezos y el día 15 de Marzo de 1571 tomó pose- sión de i.llas á nombre del rey de España. Las Eilipituis tienen una extensión territorial de 398.772 ki- lómetros cuadrados; en la actualidad su población es aproxi- madamente, de unos 7.000.000 de habitantes, los que pertene- cen en su gran mayoría, como antes dijimos, á la raza malaj'a. E^l elemento peninsular, no predoÉnina aquí como sucede en Cuba. El país es sumamente fértil y rico; la agricultura es la fuente principal de esta riqueza; las producciones de café, ca- cao, tabaco, vainilla etc. y muy particularmente sus maderas (1) A Cí-lo vpspctto piiorlt- TiTse lo pulilicn pnr i'l Señor Dupny iJi' Lume, Miiiis- b, Google preciosas, frutas tropicales y plantíi^ textiles, son exportadas et) giniides cantidades á los mercados fie Europa y Norte Amé- rica. A raíz del levantamieiilo iiuci:ido on Baire (isla de Cuba) ha- ce tres íiños, llevóse á cabo otro semejante eu esta apartada re- gión de Orteute, siendo oi: poco tiempo sofocado por las ag-^e- rridas huestes del g-^neral D. Camilo PoJavieja. D^jspnés han vuelto los belicosos isleños, capitaneados víempre por el cabe- cilla Aguinaldo, á hacer armas contra España. UUiíiinniente tomó la iu.surrfícción niayures proporciones debido á la inter- vención armada de los Hstados Unidos, No es esta tampoco la primera vez que las islas Filipinas se ven atacadas por invasores extranjeros. El año de 1,762 arribó al Archipiélago noa escuadra inglesa, al mando del almirante Jorge Cornish y del brigadier Drapier, (juicncs intimaron la rendición de Miinila, bonihardeándoia al ver su rc^.istencia. r,a pusilanimidad é ineptitud de su Gobernador General, el arzobis- po Rojo, hicieron que el Consejo de administración y gobierno, unido á las principales autoridades militares y civiles, nombra- ran entonces Gobernador y Capitán General interino á D. Si- món Anda y Salazar quien supo tnaiitener en las Filipinas el prestigio y dominio de España. Debido á sii valor y patriotis- mo, á pesar de hallarse Manila tu poder de los invasores ingle- ses, el nuevo Capitán Gem.-ral logró organizar un pequeño ejér- cito voluntario, con el que pudo encerr;ir al enemigo y derro- tarlo completamente, subsanando así el error y las debilidades del arzobispo Rojo, que j*a había susbscripto el acta de cesión de la capital del archipiélago filipino á la gran Bretaña. Hecha poco después la paz con Inglaterra, D. Simón Anda y Salazar entró en Manila al frente de sus tropas, cuyo contin- gente se componía de 5. 800. hombres sin disciplina, pero ani- mados por el más leal y ardiente patriotismo. II. Declarada á España la guerra por la República de Norte- América, parece que se había meditado con anticipación, niny á la sordina, dar un golpe seguro sobre las posesiones españo- las en la Oceanía, que nadie se hubiera esperad.' jamás, puesto que el motivo que tuvo esa nación para emprender la guerra, fué darle la liberlad á Cuba. El gobierno de Washington libró sus ordenes al Comandante de la escuadra americana en el mar asiático, previniéndole que á la mayor brevedad se dirigiese con sus naves rumbo al Ar- chipiélago filipino, de cuyas costa,s no ¡íe encontraban entonces muv dibtante. b, Google Cumplidas estas órdenes, se avistaron poco tiempo después en aguas filipinas los buques de guerra americanos, al mando del Comodoro Dewey, cuyas fuerzas navales eran las siguien- tes: el "Oljnnpia» bnque almirante, crucero protegido de primera, de 5. Sfio toneladas, 21 nudos de velocidad; 4 cañones de 8 pul- gadas; 10 cañones de tiro rápido de 5 pulgadas; 4 cañones de 6 libraa, 6 de una libra y 4 ametralladoras. «Baltiniore," cruce- ro de segunda clase, con 4.600 toneladas, 20, 6 nudos de velo- cidad, 4 cañones de 8 pulgadas, G id, de á 6 pulgadas, 4 caño- nes de 6 libras de tiro rápido; 3 cañones de 3 !i})ras, 2 cañones de I libra, 8 pulgadas y 2 ametralladoras. «Tíoston,» cruce ro de segunda, con 3. 189 toneladas; velocidad 25 nudos; 2 cañones de á S pulgadas, 6 cañones de á 6, 4 cañones de á 6 libras de tiro rápido, 2 de á 3 libras, 2 de una libia, i de 8, 3 de 1. pulgada, y 2 ametralladoras. «Raleigh» de segun- da clase, velocidad 19 nudos, un cañón de 6 pulgadas, 10 cañones de 5 pulgadas de tiro rápido, 8 cañones de 6 libras, 4 de I libra y 4 ametralladoras. «Concord," de tercera clase, con I, 700 tonela-las, 17 nudos de velocidad, 6 cañones dt 6 pulga- das, 2 cañones de 6 libras de tiro rápido, 3 de 3 libras, un ca- ñón de 1 libra y 6 ametralladoras. «Petrel,» de cuarta clase, con 890 toneladas; 13 nudos de velocidad. 4 cañones de 6 pulgadas, 2 cañones de 6 libras de tiro rápido y 4 ametralladoras. Acom- pañaban á estos buques de combate los transportes armados, «Ilelene,» «Zapliir.» «Nashani,» el guarda c cañonero que se hallaban en la ensenada de Bacoor, reparándose, el 1.512 toneladas, 3 cañones Hontoria de 5.9 pulgadas, 2 cañones Armstrong de 7 pulgadas y dos ametra- lladoras. "Don Antonio deUlloa," de 1.130 toneladas, 10 nudos b, Google I03 de velocidad, con 4 cañones Hontorifi, de 7 pulgadas, 3 caño- nes de 2 pulgadas y dos ametralladoras. «Don Juan de Austria," de 1 130 toneladas, 11 iiuíios ds ve- locidad, 4 cañones Hontoria, de 7 pulgadas, 2 cañones de tiro rápido de 2 pulgadas, i cañón de 15 pulgadas y 2 ametrallado- ras. iGeueral Lazo," cañonero de 524 toneladas, 10.5 nnilos de velocidad, 2 cañones Hontoria de 4.7 pulgadas, i de 3.5 pul- gadas, 2 cañones pequeños de tiro rápido y 1 ametralladora. «El- cano," de 520 toneladas y 10 nudos de velocidad, 3 cañones de 4.7 pulgadas, i de 3.5 pulgadas 2 cañones pequeños de tiro rápido y i ametralladora. «Marqués del Duero,» aviso de 400 toneladas, 9.6 nudos de velocidad, con i cañón de 6.2 pulgadas, 2 cafíoues de 4 7 pulgadas y i ametralladora. «Isla de Cuba," crucero de 3ri clase de 1.400 toneladas, 10.5 nu- dos de velocidad, 4 cañones Hontoria de 4.7 pulgadas, 2 ca- ñones pequeños y 2 ametralladoras. «Isla de Lnzón." de 1.030 toneladas, 9.6 nudos de velocidad, 3 cañones Hontoria de 47 pulgadas 2 cañones de 3.5 pulgadas y 2 ametralladoras. «Isla de Mindanao," vapor-correo de la Compañía Trasatlán- tica, que no tomó ningún participio en el combate, lo mis- mo que el trasporte «Manila.» los cuales permanecierero estas esperanzas se desvanecieron bien pronto. Al día siguiente recüjió del Cónsul español en Hong-Kong un telegrama que, textualmente, decía: 'ili-?2íí«í!íWí/o//izr/ t>in sos- pechar qué repugnancia produce esta contestación á los espíri- tus grandes y á las almas nobles. Ahora sñadtráii: «¡Tenemos cañones!^ Con estos dos argumentos convertirán en derechos todas sus concupieencias. Y^Msyankees. son alemanes nerviosos. Los alemanes tienen siempre á mano un texto para legitimar la violencia que les convenga. Los jva/z^'íí tendrán siempre una máquina; sea el pueblo, al que los Presidentes lamentarán ver- se forzarlos á obedecer, sea el Dios del Capitolio, que ; ólo cono- ce á su gente. Las Repúblicas do América, . después de si^ an- tigua Metróp()li, serán las primeras tn experimentarlo, A Eu- ropa le llegará su vez, por liaber abdicado, manteniéndose apar- tada de la guerra, y sobre todo si deja á \q^ yankecs poner pié en las Filipinas. El a.sunto de Cavite fué un violento combate de artilleifa en que uno de los beligerantes tenía todos los ca- ñones y el otro le servía de blanco. Los americanos prodigaron, según consta, los proyectiles disparando 3.000 cañonazos. Des- pués le.s faltaron iaa munici^mes. Esto se ¡lama proceder mas que á la ligera. Han tenido mas suerte que destreza. Es cierto que un cañoneo intensísimo, como aquel, es de un efecto abru- mador cuando el enemigo es débil y no tiene los elementos pa- ra responder, pero eu cualesquiera otras circunstancias es uua táctica absurda." «Antes de zarpar de Hong-Kong los americanos, embarcaron artilleros ingleses, desertores de la armada británica. Así es ex- plica la seguridad del tiro am;ricano en el combate de Cavite; sus piezas estaban dirigidas por blite jachéis, ■ á cada desertor se le sedujo mediante un sueldo de quinií^utos dollars al mes, como h¡ fuera un almirante. Me resisto aún á creerlo: la inso- k'fcia de estos procederes sajones es demasiada. Pero la histo- ria no rechaza lo inverosímil. Los ingleses y americanos, entre sí, sou como los bávaros y los prusianos: se odian, pero son de la misma familia y se eiitienden contra los demás. Los ameri- canos, el día mismo qvie hicieron la paz con Inglaterra, hace más de un siglo, estaban dispuestos á ayudarles para orrojar á los franceses de Canadá, si lo hubieran necesitado los ingleses. Es preciso cerciorarse de si el hecho es cierto. Inglaterra no protestará, puesto que han sido los Estados Unidos los que lle- varon esos marineros. «Se dirá que la oficina de Relaciones Exteriores no es respon- sable de (¡ue se deserten marineros, ¡So.emne burla! Si un sólo artillero inglés hubiese pretendido, por ejemplo, pasarse al ser- b, Google 115 vicio de España, uí siquiera hubiera logrado salir del puerto de Hong-Kong: se le hubiera ahorcado allí misino. A mí juicio, el Cónsul Wildam ha manejado los hilos principales de la em- presa americana eo el mar de la China. El es quien la dirige, quien merece estatuas, y teniéndolas, se honrará en éi á la ma- rina, pues el Cónsul Wildam es un antiguo oficial de la escua- dra norteamericana. Con tres docenas de hombres de este tem- ple distribuidos hábilmente en todos los países, la nación que los nombre se hallará por doquier en su casa. El Cónsul Wil- dam, siendo como es americano puro, es el prototipo de esa ins- trumento peligioso y admirable que se llama el Cónsul de In- glaterra, ó si se prefiere, del republicano de Roma " Hace notar también el entendido escritor que hubiese sido preferible para España no tener escuadra en las Filipinas, á te nerla en tales condiciones, porque los barcos de madera sólo sirven para incendiarse. También señala el 'Teniente X" como un error gravísimo é imperdonable, el envío de los buques de Cer- vera á Cuba, que debieron haber sido mandados al Archipiéla- go magallánico, según los más rudimentales principios de la ciencia militar.» (i) (1) Vénap ni fin publiradcis en eate lugar, como huljiéranioí de^Cíilo. ->-►• <=-'^- b, Google b, Google CAPITULO IX, rsióii ainnriiiaiiii solirn ln liatalla ilo Cavile. — E¡ comítmlaiiti! ild "Don Aiitn- iiio lie Ulloa.'i suüimibo liurúíi:iiiiiciitc. — Los bu(|iitsqaG totiiaroii ]iiirU', en el nmiliate - -Los iiisiiriTotdsoriiiíveii iiyiiilará los .■niicrii'jinos tn su uWijun »o- brcOuba. — Siiocsoadela Hnhana, — Actitiicl do las nadones ciiroii''aa. — Nue- vas presan de fjiiRn'a.'— Disturbios en España. — Ataque rccbauaiío en Cánle- nafl.— I/is amiiiiiranos sou rixil lazados en San Juan do Tuerto Rico. — Dis- CAUSO de Mr. CUambeilain. íj a obligación qtie tiene el historiador de citar á cada )l paso Ins fuentes de donde toma los datos que apoyan 1 narración, aparece más clara tratándose de liedlos B|niuy recientes, como son los que referimos, y más aún, cuando el origen de los docnnientos que consultamos es espa- ñol ó americano, generalmente. Rqnivaleá decir, que por ahora es difícil establecer la verdad, absoluta hasta en sus últimos detalles, de los suce.sos de la guerra hispano-americana, cuan- do las versiones que se refieren á ellos .son españolas ó ameri- canas, de cuya imparcialidad dudamos, con fundamento. No es tiempo todavía de que sea ahogada la influencia de las pasiones exaltadas por la lucha, Rn la imposibilidad de disponer de otro testimonio que no sea el de los mismos antagonistas, transcribiremos las relacio- nes de uno y otro, al ocuparnos de los diversos hechos de armas que tuvieron lugar. La narración de los sucesos de Cavile que aparece en el ca- pítulo anterior es, con excepción de los partes cablegrafieos, de origen español. Veamos ahora la versión americana comunica- da al gobierno, y á uno de los principales diarios: «Hong-Kong, Mayo 8: Debido á que el cable entre este puerto y las Filipinas se en- cuentra cortado á considerable distancia de la capital filipina, ha b, Google il8 habido dilaciones para recibir una naracíón detallada del com- bate, y hasta ayer que llegó el bote despacho: «McCullough» pudieron conocerse los detalles completos, pero debido á acu- mulación de mensajes en la oficina del cable, no fué posible transmitir más que una breve relación de los sucesos, Al fin del combate, el Comodoro Dewey ancló su escuadra frente á Manila y envió un mensaje al Gobernador General Agustín, anunciándole el' bloqueo del puerto y agregando que si se disparaba un solo cañonazo sobre sus buques atacaría todas las balerías al rededor de Manila. Se confirma el informe de que iii un solo hombre á bordo de la escuadra americana fué muerto, uingún buque salió averia- do de impotencia y solamente seis marinos resultaron heridos á bordo del crucero «Ealtimore.u Cuaiido la escuadra americana salió de este puerto, el primer punto que tocó fué el cabo Bolinao. El Comodoro Dewey desea- ba riue los jefes iusurrecto? que iban á bordo desembarcaran para cerciorarse de las fuerzas de los rebeldes, desús posiciones y de sus intenciones respecto al cambio de gobierno. El Comodoro se opuso .seriamente á que los insurrectos co- metieran excesos de ninguna especie. Los jefes insurrectos se negarotí á desemhaicar, y los buques americanos costearon lar- go tiempo sin poder encontrar á los insurrectos en la playa. El Comodoio Dewey llegó frente á Subic, distante 38 millas al Norte de la bahía de Manila, el sábado 30 de Abril y envió á los cruceros «Baltímore» y «Concord" para reconocer el campo enemigo. No encontraron buques españoles fuera de la bahía de Manila y el Comodoio resolvió arriesgar el paso sobre las minas de la entrada y entrar á la bahía esa misma noclie, pro- tegido por la obscuridad de ésta. El plan de combate adoptado por el Almirante Montojo tra el de mantener á su?- buques más pequeños dentro de la bahía, protegidos por un rompe-olas y las fortificaciones de Cavite; los buques má? grandes cruzaban trente á Manila y Cavite. Ea es- cuadra americana entró á la bahía el sábado por la noche, No había patrulla establecida ni tampoco había proyectadores. li- na chispa qne salió por la chimenea del «Me CuUough» denun- ció la presencia de la escuadra enemiga. En las primeras horas de la mañana, descubierta la posición de la escuadra america- na, el crucero «María Cristina» rompió el fuego y los demás bu- ques y bí terías de la costa siguieron su ejemplo. Cuando la. es- cuadra americana comenzó sus evoluciones, frente al curso que seguía el crucero (lOlympiao se levantó una manga de agua que se supone haya sido el efecto producido por la explosión de uua mina submarina ó un torpedo. Ea entrada de la escuadra americana á la bahía se efectuó de la manera siguiente: el crucero «Olympiaa abría la marcha se- b, Google 119 guido por los cruceros "BaUímore,» "Raleigb," «Bostonn y «Coucorcl," el cañonero nPttre!,» el bote despacho «Hngh Me CunoDgb» y los traii.sportes «Nashani» y nZ^pliíre," que ce- rraban la marcha. En columna sencilla marcharon hasta po- nerse frente á Manila, d^ndo el frente á los buques españoles. La escuadra española rompió el fuego á 6.000 yardas de dis- tancia, pero e! Comodoro Dewey no dió orden de hacer fuego sino hasta encontrarse á 4,000 yardas de su adversario, que fué cuan- do dió principio la batalla. El crucero almirante «María Cris- tina» acompañado de "D. Juan de Austria,» «Don Antonio de UHoa,» "Isla de Lw-ón» y "Mindanao," se encontraban forma- dos en línea de combate fuera de Cavile, mientras en el interior de la bahía se encontraban cuatro cañoneros y uu torpedero. En- tonces los buques americanos hicieron varias evohiciones pa- sando seis veces frente á los buques españoles sobre los que descargaron una verdadera lluvia de metrallas. El crucero «María Cristina," quedó acribillado, una de sus chimeneas fué volada y principió el incendio á bordo. Poco después el «Cas- tilla» comenzó á arder quedando totalmente deiítruido hasta su linea de flotación. «Don Antonio de Ulloa» fué el buque espa- ñol que dió más que hacer á los americanos y dió muestra de un valor desesperado. Su comandante al ver que -su buque es- taba desastrosamente despedazado por las metrallas america- nas, viendo la imposibilidad de mantenerlo á flote, clavó su bandera en el palo mayor y se hundió con toda su tripulación, peleando como héroes hasta el fin. Su casco fué, acribillado por las balas americanas y su cubierta fué barrida por completo; pero sin embargo de esto, los españoles, aunque su buque se hundía á sus pié-, continuaron disparando sus cañones bajo cubierta hasta que el buque se sumergió en las aguas de la ba- hía, arrastrando consigo á uu grupo de héroes de su patria y defensores de su honor. Durante el combate, un torpedero español cruzaba !as aguas de la playa, intentando acercarse á los buques americanos; pe- ro pronto fué descubierto y materialmente fué despedazado por los cañones americanos. Kl «Miudauao," en este ínter, se enca- minó hacia !a playa, y se varó para evitar irse á pique, pues estaba haciendo agua, y los dt:más buques pequeños buscaron refugio tras del rompe-olas. El combate que principió á las 6.30 se suspendió á tas 8.30, para continuarse al medio día. A las 2 p. m,, los cruceros «Concord» y "Ealtimore,» hicieron callar las baterías de Cavile, dejándolas convertidas en un raou- tón de escombros con la bandera blanca flotando sobre ellos. El arsenal ardía, y una explosión aumentó la terrible mor- tandad entre los defensores de España eu tierra. Sobre las aguas b, Google veíanse los cascos de los buques españoles incendiados ó des- Iniidos, mientras el i cuando el «María Cristina» comenzó á arder, pero también el «Isla de Cuba» fué destruido. El «María Cristina» perdió á su capiíáTi. primer oficial, al capellán y ccrntramaestre, debido á una metralla que derrumbó el puente, A bordo del «Castillaii se registraron cerca de cien muertos y más de sesen- ta salieríni heridos. Algunos oficíale.^ americanos estiman el número de marinos españoles heridos durante el combate, en más (ie mil. El "Olympia" fué tocado cinco veces en su paite .superior. Autujue los cañones Krupp, situados en la esplanada de Manila, sostuvieron un fuego nutrido sobre los buques ameri- canos, el Comodoro Dewey uo contestó á él y poco después esas baterías eiiarbolaron la baudera blanca en señal díf rendi- ción. Los fuertes á la entrada de la bahía fueron desarmados el miércoles, después de capitular. Después de terminado el combate, el Comodoro Dewey en- vió un ultimátum á las baterías de tierra, diciendo que ó cesa- ban de hacer fuego ó las bombardeaba. Después propuso á las autoridades españolas que continua- ran en el poder bajo la bandera americana, mientras se termi- naba la guerra; pero las autoridades españolas retardaron su contestación y estuvieron telegra6audo á Madrid. L,os ameri- canos solicitaron, bacer uso del cable y como esto se les nega- ra, lo cortaron, dejando así á Manila sin comunicación. Durante la batalla, el vapor inglés «Esmeralda» se presentó á la entrada de la bahía y un crucero americano salió á su en- cuentro creyendo que fuera algún buque español; pero al des- cubrir la bandera inglesa se le amonestó para que se retirase. Ei nEsineraldaw se retiró ro 6 15 millas a! Norte de la bahía.» Del mismo origen es la descripción de las escuadras, que insertamos en seguida. b, Google b, Google S-dQWWWO «iio^raccoEc t-' " 5 S íí-5 E-'^ flllííllli- ^ o P-^' 3f' 5s r^if"- a k: &j F ' Í?t3 i S 1» % > 52> S o _, ° 2 ■ - ■ S-: : 5 |,g 2 í^ > nns- J-; ! ? ? tí H1| i -. f 5 = o ^ p °'%x¡' ■^ 1 r v'"i co i 11 1 ■ 4 D _— _— tu M *. jj. ^ i i a > o ■s m fti 3^ ■ m ^ (f) ■0 TS ^D ►^«¿.^•Í üoS e i^^m^^f" > 2' g ■? ■z 1 |^-^-,C«'!«"^ P > te SiíS o 2 o ifl 1*1 ? i| O ..» .... ... Í3 ttj - „ _ „ _ ^^ s !2; o = = , . . "s ^ t> " °' S ^ 5 p 1— ( «oo ^ ■ w ¡i t-' sssisi S2ÍÍ3Í3 '► 1^ b, Google II. Por lo que hace á los acontecimientos de Cuba podemos ase- gurar que la guerra había empezado, casi al mismo tiempo que eu Manila, aunque uo hubiese tenido lugar un encuentro de la importancia de aquel. Desde el día 26 de Abril el General Blanco telegrafió á Ma- drid, que un cañonero americauo, que intentaba hacer un des- embarco cerca de Mariel, fué rechazado por las fuerzas espa- ñolas. El cañonero, que trataba de hacer un reconocimiento en la costa, fué bruscamente atacado por las baterías de tierra, esca- pando por milagro. Los insurrectos comunicaron al gobierno de Washington su decisión de cooperar con e! ejército americauo que debía inva- dir á Cuba. Los jefes Calixto García y Máximo Gómez, por medio de emisarios, hicieron saber su resolución y enviaron a- demás muchos informes, descripciones del terreno y mapas de la costa cubana, señalando los lugares más á propósito para que las fuerzas americanas penetrasen á la Isla. Se cnuvino en que el desembarco se verificaría en la segunda semana de Maj'o y los insurrectos lo apoyarían desde la costa, impidiendo el ataque délas fuerzas españolas que pudieran presentarse. También esperaban á la expedición algunos guías, conocedo- res del terreno; la expedición misma traía otros á bordo. En la Habana todos los habitantes sospechosos por sus opi- niones así cubanos como peninsulares, fueron obligados á uni- formarse, declarando el Capitán General que aquellos que se resistiesen á usar el informe militar español, serían considera- dos como partidarios del ejército invasor. Muchos cubanos ha- bían ofrecido ya, desde antes de ser publicado este liando, que prestarían sus servicios para rechazar la invasión americana, unidos á los españoles. De esta manera el puerto de la Habana parecía estar defendido por un numeroso ejército, que algunos emigrados hacían subir á 150 000 hombres, al hablar de ¡as de fensas de la capital de Cuba. El 30 de Abril uu uavío americano fué atacado por las ba- terías déla costa de Mariel, durante uu reconocimiento que hacía; se le obligó á retirarse después de haber contestado de bilmente. Otro buque de guerra fué igualmente rechazado en la bahía; de Cienfuegos cuya entrada trató de franquear. Eu el mismo lugar se efectuó al día siguiente la captura del vapor español «Argonauta,» que conducía municiones de guerra. A pesar de su resistencia desesperada, fueron hechos prisioneros sus tripulantes y llevados al fuerte McPherson. by Google 124 Algunos tiroteos de poca itupottancia se repitieron en los días siguientes, sÍo que ninguno de ellos presentara el carácter de un encuentro formal. Autorizadas opiniones navales creveron que eran probables dos capturas importantes: la del «Alfonso XIIw que se hallaba entonces en las Barbadas, de paso para Cuba, con un carga- mento de víveres, y 500, 000 pesos; y la del «Oregón,» que pu- do haber sido apresado por la escuadra española de Cabo Ver- de, según se le llamaba. Este buque eu compañía del cañonero «Marietta» conducían al «NitchroyB recieatemeute comprado al Brazi!, hacia las cos- tas americanas. Sin embargo ni una ni otra captura fué iuten- tada. Notable fué por aquellos días la actitud resueltamente hostil á España y favorable á los Estados Unidos que Inglaterra asu- mió. Los discursos pronunciados por Lord Salysbury y Mr. Cbamberlain aplaudiendo de una manera indirecta la interven- ción de los Estados Unidos en Cuba é impugnando la conduc- ta de España, causaron gran sensación en toda Europa. Mas no sólo Inglaterra volvió las espaldas á España después del desastre de Manila. Fué de observarse cómo el cambio se operó bruscamente en otras naciones que antes le habían ma- nifestado sus simpatías. En cuanto á lo demás, la actitud de la Europa puede verse en las siguientes frases tomadas de los principales periódicos. Con la tínica excepción de Austria, á España se le censuró por el desgraciado éxito del combate de Manila- El Viena Fremblatt dijo: los americanos no han ganado glo- rias en la victoria de Manila, pues todas las ventajas estaban en su favor y nada en contra de ellos. El mismo diario agrega que los españoles lucharon como héroes y en realidad fué una derrota. La Freipresse; las potencias serán responsables en lo futuro si no median y evitan la matanza de un pueblo ya gastado en las guerras civiles é impotente para entrar en una contienda con una gran nación. Le Fígaro dijo: el gobierno francés no puede apoyar á una nación que por sí sola no puede defenderse. Le Soir: los americanos han juzgado á Francia con premura al creer que el pueblo francés está dispuesto á lomar la parte de España. Le Soleil: con otro combate acabarán las ilusiones de Espa fia, y las dificultades con los Estados Uuidos se arreglarán en- tonces amigablemente. La Prensa de Rusia unánimemente elogió á los marinos ame- ricanos y dijo que el resultado de la batalla de Manila fué tal b, Google 125 como se esperaba. Favoreció la ocupación permaiieute de Fili- pinas por los americanos. // Popólo Romano, de Roma, dijo que la derrota de Manila fué el principio del fin de la guerra entre TCi^pJ^ña y Estados Unidos. Ha enseñado á los españoles lo que ante.s no sabían, y es: que los americanos son guerreros y marinos. Además, ha deiHOstratio á Europa y al mundo entero que los Estados Uni- dos están mejor preparados que España, para la guerra, que é.sta última ha forzado. La prensa inglesa rebozaba de alegría. Es posible que no es- tuvieran mas satisfechos, si ellos hubieran ganado la batalla. El Manchesfcr Guardián dijo que esa victoria es digna de la raza anglo- sajona, y enseñará á las naciones á respetar á los americanos. Agregó que Inglaterra es la única nación europea que comprende á los americanos, puesto que por Kii.s venas cir- cula In misma sangn; y tienen las mismas aspiraciones. El Daily Graphic publicó un extenso editorial exhortando al Gubierno para que hiciese lo posible por la formación de una alianza con los Estados Unidos, La Pall Malí Gaseíte preveía en la victoria americana en las Filipinas una uneva potencia alzarse en el horizonte europeo. América, dijo la Gazeíte, tendrá que contarse con ella en loa luoviin lentos europeos del porvenir. "i,a misma prensa madrileña uo se resignaba ante los sucesos de Fili|Mnas, Algunos periódicos echaban el peso de la respon- sabilidíid sobre el gobier^ o, otros le increpaban duramente, en tanto que los carlistas promovían algunos disturbios eu las pro- vincias. El día 7 de Mayo tuvo lugar una escena violenta en la Cá- mara de Diputados, Un diputado de apellido Mella tomó la pa- labra y eclió en cara al gobierno de la Regencia el desastre su- frido, en frases Iíím duras, que tocaban aun á las augustas per- sonalidades de la Reina y su hijo. El Presidente del Consejo de Ministros, Sr. Sagasta, apoya- do por la mayoría de la Cámara, protestó en medio de la ma- yor confusión. Ijos republicanos tomaron la parte de los carlis- tas. El Presidente de la Cámara pidió al Sr. Mella que retirara sus palabras, á lo que el Diputado se negó redondamente. El Presidente llamó al orden al Sr. Mella tres veces, dicien- do que su negativa al retirar las palabras que acababa de pro- ferir, era ofensiva á la actual dinastía. Entonces pidió á fa Cá- mara la expulsión del miembro que ofendía á la dinastía. Se puso á votación en medio de la mayor excitación y resultó la expulsión del Sr. Mella por 199 votos contra 19; los carlistas y republicanos votaron juntos. Al anunciarse el resultado de la votación, los carlistas y republicanos salieron de la Cámara b, Google 126 Los carlistas declararon que no volverían á la Cámara hasta que se permitiera el regreso á ella al Sr. Mella. Como se repitiesen los disturbios, en algunas de las provin- cias fué declarada la ley marcial. III. La escuadra bloqueadora verificó tres capturas más: el ber- ^Rntín (iLoreiizojí apresado p-^r el '(Montgomery,» cerca de la Habana; venía del Río de la Plata con un cargamento de car- ne seca. "El Espartero» balandra pescadora aprehendida por el "Morrill" á tres millas de Mariel, y la tercera fué la goleta «Madre de Dios» cargada de pescado, la aprisionó el «New- Port.w El primer combate formal en aguas de Cuba se efectuó el día ! I, en la bahía de Cárdenas y en Cíenfuegos, que intenta- ron los insurrectos descargar ocho botes grandes fletados con mnnicioiies. Ayudados por los buques americanos que disparaban sus cañones de continuo sobre Cienfuegos, se acercaron á la costa con el fin de lograr su objeto, pero varios batallones de infan- tería hicieron fuego sobre los botes, los que se retiraron inme- diatamente. Al mismo tiempo las baterías de los fuertes y otras á lo largo de la costa hicieron fuego sobre los americanos, que se retiraron, pero intentaron nuevanjente desembarcar á orillas del río Tremao, volviendo á ser rechazados. El despacho en que describe el General Blanco el combate de Cienfuegos, dice: "Los americanos arrojaron como uua seiscientas granadas al intentar efectuar un desembarco con grandes botes reiiialcados por lanchas de vapor. "Algunos de los botes desembarcaron á sus hombres, pero los í-ltimos fueron enérgica y victoriosamente rechazados, todos á lo largo de la línea. "Viéronse obligados los americanos á embarcarse de nuevo á toda prisa, y tuvieron pérdidas considerables en las cinco horas que duró la pelea. Se retiraron en dirección del Oeste. "Se dio la embestida de acuerdo con las bandas de insurrec- tos á quienes se puso en fuga. «Las pérdidas españolas consistieron en dos muertos y cator- ce heridos.» Poco después penetraron al interior del puerto de Cárdenas los cañoneros «Wilmington," "Hudsomi y el torpedero «Wins- low.» Entraron al puerto con el propósito de acometer á cier- tos cañoneros españoles de que se teuía noticia que andaban por allí. b, Google 127 Tío los descubrierou los aniericauos sino ciiaíido los españo- les roiiípieroii el faego. I,as baterías déla costa de Cárdenas sostuvieron el tiroteo de los cañoneros. Coiiienzó la pelea á la una y cincuenta minutos p, ra. y du- ró como por espacio de una hora. Resultaron heridos: R. E, Cox, artillero; D, Me Keon, Cuar- tel maestre, el Mayor Patterson, el fogonero F. Gray y el teniente J, B, Bernandou. Todos ellos están heridos levemente, excepto Patterson, cuyo estado es grave. Terrible fué la lucha mientras duró. El «Wilmingtou» y el «Hadson» rompieron el fuego sobre los barcos españoles- que estaban en los diques. Se inició el tiroteo á una distancia de.... 3,500 yardas. Algunos minutos después llegó el «Winslow» y tomó parte eu la refriega. En unos instantes se reconcentró eii él toda la aten- ción de los cañoneros españoles y baterías de la playa; por donde quiera llovían sobre el torpedero balas y granadas. .L Sostuvieron aun el fuego el «Wilraington» y el"Hudson,» pero no pudieron evitar los tremendos estragos del tiroteo, que privó áz la existencia á algunos de los tripulantes del torpedero. A las 2 y 25 minutos p. m. estalló una bomba en el «Wins- iow y le hizo pedazos !a caldera, á los pocos instantes empe- zó el barco á dar vueltas. Hubo algunos momentos de íitídica suspensión; se dejaron oír gritos de triunfo de los españoles que estaban en los cañoneros y en las baterías, y se desató de nuevo el huracán sobre el indefenso barco. El cañonero <'Hudson« que estaba á poca distancia, voló á socorrer al «Winslow,» se le acercó á toda prisa y probó á sal- var á la amenazada tripulación. Hasta este momento, si se exceptúa el disparo que hizo pe- dazos la caldera del «Winslüw.» el fuego de los españoles ha- bía sido inútil; pero como el «Winslow" estaba dando vueltas en el agua, se puso más al alcance de los tiros y descargaron sobre él otra lluvia de proyectiles. En los motnento.s en que el cañonero había arrojado nn cable para salvar á la tripulación del «Winslow" cayó una granada sobre cubierta matando á W, Bagley teniente abanderado y cuatro marinos más. La ciudad y los cañoneros españoles sufrieron pequeñas ave- rías. También dice el despacho del General Blanco que á la vez que estabau atacando el puerto de Cienfuegos, atacaban igual- mente el de Cárdenas y continua: «Uno de sus buques mayores ancló como á una milla de los muelles, y en seguida intentó el enemigo desembarcar tropas, pero nuestras fuerzas, conpuestas de voluntarios y de dos com- pañías de infantería lo obligaron á desistir de su propósito. b, Google 128 «Nuestros cañoneros inutilizaron uno de los destructores del eiieiüigo y forzaron á los buques restantes de la escuadra á abandonar la bahía. «La Kiiartiición tuvo cinco heridos, y comdlezo lo fueron á bonio de los liarcos. "Fué poco el daño causado á la ciudad, no obstante que ca- yó nna granada en el consulado inglés. s iiisurrri't<ís lilipiíioM. — Nueva proclama de MeKinlcy.— I,U'f;aila de Ccrvpra con svi csi'tiaiii-ft ¡i Santiago tle Ciiba.— Tentaiivits ile do se m barcos amcrifanos. I Jan luego como se tuvieron noticias en Miidrid del I bombardeo de San Juan de Puerto Rico, el Almirante í Bermejo, Ministro de Marina, comunicó por telégrafo ijinstrucciones al Comandante de la escuadra española de Cabo Verde á fin de que se pusiera en camino para las An- tillas. Por su parte el secretario or los biiiiticü aNieiinanos. -Riimorosilc itaz.— Huii- ditniento del "Merriinac" — Primur deseiiibavco de tropas aiiierioanaa en Cu- ba — Cooperadón de loa insurrectos. — Santiago da Cuba lioiiibatdcailo uuc- vaniente. — Ataque á Caimenera. g N nido ataque de metralla tuvo lugar el día 31 de 1 Mayo á las dos de la tarde por la escuadra del Como- loro Scliley contra los buques del aluiiraiite Cervera, ílj estacionados en el puerto de Santiago. lil Ministro de Marina americano afirmó después del comba- te que sólo había sido un reconocimiento para descubrir el nú- mero y situación de las baterías de tierra, para madurar el plan de penetrar á la bahía la flota del Comodoro. Sin embargo, fué un ataque formalmente contestado por las baterías y los buques españoles y que ocasionó pérdidas materiales por una y otra parte, segúu lo refieren los mensajes que á continuacióu trans- cribimos: «Nueva York, Junio 2. — Frente á Santiago, Junio 19— (vía Kingston), — L,a primera batalla en la cual la escuadra ameri- caua midió sus fuerzas contra los buques españoles apoyados por baterías modernas, ha tenido verificativo y ios honores es- tán de parte de los americanos. Los tres mejores buques de la escuadra americana, — el «lowa,» «Massacbusetts» y «New Orleaus» — fueron los elegidos para el combate. Durante cincuenta y cinco minutos, esta tarde estuvieron combatiendo contra el «Cristóbal Colón,» buque Insignia del Almirante Cervera, y las fortificaciones poderosas de la entra- da angosta de la bahía de Santiago de Cuba. Tree de las cuatro baterías fueron apagadas con cerca de cincuenta disparos. b, Google 140 «Más tarde e! Comodoro Sehley resolvió cercit^rarse defiíiitiva- lueutc .si todos los huqiies íie la escuadra del Almirante Cervera se encontraban dentro la bahía, y dio órdenes al crucero «Mar- blehead." para que se acercara io más posible al canal y viera cuantos buques íc encontraban dentro. «Tan proco como el «Marbleliead» descnbrió la colocación de los buques españoles, salió á la mar para dar parte al Como- doro Sehley, «La e.scuadra española constaba de los crnceros de primera- «Cristóbal Colón,» el buqne insignia del «Almirante Cervera, "Almirante Oquendo, "Vizcaya» é «Infanta María Teresa» y los destroyers «Pintón» y «B'iiror.u Los b\iqnes americanos «Brooklyn» y «Ttxas» estaban anclados como á dos millas al Este, tomando carbón. El nHaward.» «Marbleliead,» uCristine» y «Eagleii se encontraban más distantes. «A la boca de la entrada del puerto se encontraba el "Cristó- bal Colón.» «Cuando el «Massacliusetts.w caminando á razón de i6 nu- dos por hoia, se encontraba como á 4,o<-.o yardaas de la entrada del puerto, una nube de humo se levantó sobre la proa del bu- que insignia, y uno de ¡os csñones de 8 pulgadas hízo el pri- mer disparo que dio principio al combate. Antes de que pudie- ra seguirse la trayectoria de la granada y antes de que los españoles pudieran contestar, uno de los cañones de 21 pulga- das déla proa del acoiazado "Massachusettsu fué disparado. El proyectil cayó cerca de la popa del nCrislóbal Coión.» Ya á esta hora los españoles estaban lisios para combatir. «Las tres baterías del lado Este y otra en la isla en el centro, rompieron el fuego. Los cañones del "Cristóbal Colón» hicieron fuego nutrido. El «Nevi' Orleans» con sus cañones de 6 pulga- das, cargados con pólvora sin humo, hizo varios disparos. «El "lowau les siguió: el capitán Evans esperó hasta poner- se frente al "Cristóbal Colón» para disparar con éxito sus ca- ñones de 12 pulgadas, de proa, "Los tres buques comenzaron después á disparar juntos. "Las baterías españolas mejoraron su puntería durante el se- gundo paso de los buquts americanos. Varias metrayas caye- ron cerca del "lowa,» y «New Orleans» j' una en pelif^rosa proxi- midad del "Massachusetts.n Er,tas metrallas fueron disparadas por las baterías del lado Oeste del canal. «Uua de las metrallas del "lowa» cayó sobre el "Cristóbal Colon.» Por alguuos momentos pareció que el buque estaba in- cendiándose; pero las llainas fueríHi sofocadas inmediatamente, _ "Después de 35 minutos de continuo disparos, las dos bate- rías, al lado derecho de la entrada de la bahía, fueron apaga- das. b, Google Cinco iiiiiiiitos después se apagó la hatería en la isla del cen- tro. «í^a batalla duró ciiioueiita y cinco minut(3s. No hubieron bajas del lado de los aiiiericanoa. I,os buques americanos rcHiil- taroii sin averías." «A bordo del bole dífspaclio de la Prensa Asociada «Dandy.s frente á Puerto Antonio, Jnnio 19, [dilatado en transmisión]- - Ayer en la tarde, la escuadra mandada por Scliley, atacó las baterías de Santiago, combatiendo también con la Cí^cuadra de Cervera, que se encuentra en el puerto. "El buque almirante español «Cristóbal Colón,» fué tocado dos veces por los proyectiles del «Míissachusetts » «Las baterías espafio'as fueron destrozadas por el fuego del crucero «Nueva Orleans.» "Los españoles dispararon cerca de 300 proyectiles y los ame- ricanos como una cuarta parte menos de ese número, "Durants una hora el «Massachusetts,» «lowa," "New Or- leaus» y «Vixen» buques pertenecientes á la escuadra del Co- modoro Schley, midieron sus fuer?.as con la escuadra del Almi- rante Cervera y con las baterías de tierra que protejen la entra- da de la bahía de Santiago de Cuba, lugar donde se encuentra el Almirante español, Esle es el primer encuentro de la.s fuer- zas navales que ha ocurrido y no ha sido más qne un preludio de serios acontecimientos para fines de la semana. "Poco antes de las die?, de la mañana el Comodoro Scliley se pasó del «Brooklyn» á bordo del acorazado cMassachusítsw don- de permaneció durante el combate, enarbolando la bandera de almirante. «A la una de la tarde se hizo la señal desde el «Massachusettsn para formar en línea de combate y el «lowa.» «New Orleans» y «Vixenji tomaron sus posesiones. Rl «Massachusettsu caminaba á media máquina hasla encontrarse á i:nas quince millas dis- tante de la entrada del puerto; entonces viró y se dirigió hacia la.bahía. Kl «New Orleans» seguía muy de cerca al abandera- do, y el «Iow.-!i; venía como á media milla detrás. «El abanderado aumentó su velocidad y pronto caminaba á razón de diez nudos por hora. «Más y más se acercaba á las baterías, y á los ansiosos vigías á bordo de los demás buques americanos les parecía que nunca haría fuego. De repente, y cuando se encontraba como á 500 yardas de la entrada de la bahía, se levantó una enorme nube de humo blanco y amarillo sobre la proa del abanderado y sus cañones de trece pulgadas dispararon dos metrallas, que, pasan- do por encima de las colinas, una de las metrallas tocó al cru- cero español «Cristóbal Colón," que se encontraba anclado en la entrada. b, Google 142 nE" seguida se dispararon los cañones de las torrecillas de proa y las metrallas caían cerca del «Colón.» «Las baterías de tierra comenzaron á hr-.cer fuego sobre el «Massacliu.ssetts.w ptro el buque estaba fuera del alcance de suñ cañones y entonces dirigieron su fuego sobre el crucero «New- Orleaiis-» Este crucero tenía órdenes de empeñar combate con- tra las haterías y atraerse el fuego de éstas lo uiá-S que fuera posible. Sus ¡nsti acciones se llevaron al pié de la letra. Sif pri- mer disparo descubrió á una batería situada sobre una loma más allá del castillo del Morro. "Dos disparos más hicieron volar ped:^zos de los muros del Morro. En seguida el «New Orleaiis» dirigió sus fuegos sobre las baterías. Cada disparo que hacía causaba daño á los espa- ñoles. «El «lowa» siguió á estos buques y dedicó su atención á los buques dentro de la bahía. Sus metrallas de d(jce pulgadas caían cerca de los buques españoles. El "Cristóbal Colói.» no salió averiado y sostuvo su fuego hasta uuicho después de que los buques americanos se encontraban fuera de su alcance. «El «lowa» al mando del Capitán Ewans. el «Mas,sachussetts» niiindado por e) capitán Higginson, el «Ttxas» dirigido por el capitán Philipps, y el uNcvv Orleans" por el capitán W, Eol- ger, sostuvieron terrible ftiego sobre el castillo del Morro, Socapita y Punta Gorda, durante dos horas, y sus proyectiles de enorme calibre causaron terribles estragos á las defensas de la entrada del puerto. Los muros de Socapita y ei Morro que- daron convertidos en polvo, y los artilleros y trupas de Inlau- tería de los españcdes podían verse refugiados detrás de las lo- mas cercanas. El crucero auxiliar que se unió á la escuadra del Comiidoro Schley antes de que couien/.ara la batalla, fué tocado por 'as bombas espíiñolas, y está seriamente avenado. Fué el "Si. Paul.» "Los buques españoles desde el interior de la bahía, después de ajustar su línea de proyección, dispararon sobre los buques americanos sus proyectiles pasando por encima de las lomas.» Veamos ahora los siguientes partes del combate; de fuente española: «Habana, Jidio lo — El siguiente es el parte espuñol que con relación al anunciado combate en Santiago de Cnba, se publicó en esta ciudad: "La escuadra americana compuesta de los siguientes buques; «lowa,» "Massachussets,» aTexas," «Brokiyn.» «New Orlean.4,u KMarblehead," «Mineápolis,)' y oíros cruceros, además de va- rios buques pequeños, tomaron posiciones el día 31 de Mayo a! Oeste de la b>;ca del canal de Santiago. Los cinco primeros buques mencionados rompieron el fuego. El crucero español «Cristóbal Colón,» que estaba anclado cerca de Punta Gorda, b, Google 143 podía verse desde el mar. Ei fuego de los americanos fué con- testado por el Ciislillo del Morro, la Socapita, PniiU Gorda, las bateiías de tierra y el crucero 'iCristóbn! Colón." La escua- dra americana hizo 70 disparos cnn proyectiles de calibre 32, aiu causar el menor daño, IÍ1 bombardeo duió noventa minu- tos. nl,!i escuadra americana se retiió llevándose un trasatlántico armado de crucero auxiliar, con s^raves averías. Tres bombas iiicieron explosión sobre la popa del acorazado «lowa.» «Otro de los buques está incendiándose. Varios proyectiles americanos cayeron dentro de la bahía cerca de los cruceros espa niales. «Gran entusiasmo reina en Santiago." «Habana, Junio [o— I^a escuadra voliiiite americana al man- do del Comodoro ñchlty, conipiK-sto de acorazados y cruceros, íitacó las fiirtificíicioues de Santiago de Cnba. Nu.'Stro acora- zado (tCrislóbal Colón» gui.rdaba la boca del caiiai, protegido por el fuego de las fortÍficac¡{!nes. Iil enemigo fué rechazado con graves averiáis, (firmado) ManTEKOLa,» El Almirante ManteroJa era el c. mandante de Jas fnerzas navales de Esp^iña en aguas cubanas. Se vé pues por los anteriores despachos que no se trató de un simple reconocimiento según Schley a-eguró en su parte oficial al Ministerio de Marina, sino útt un combate formal, siendo la victoria espailola. El mismo parte de Scbley concluía con estas palabras: «es- toy cerciorado de que la escuadra de Cerv.-raestá eu Santiago.» Según bem<;S dicho ya en otro lugar, sólo se esperaba saber á punto Sjo el parudeio de la escuadra española para movilizar el ejército am:ric£;no de invasión, Aj^Í fué que al recibiise esta noticia se hicieron los prepurativo;- p..ra el violento envío de las tropas á Cuba. ÍI Se empezaba á sentir la ¡nflueiícia de un partiklyn,u se situó frente á las ha- terías E--trelia y Catahua. y á las nuevas baterías de tierra, á lo largo de la costa. «Lh.s baterías españolas permanecieron calladas. Es dudoso Eaber si á los espionóles les fué posible determinar el carácter del movimiento debido á la densa neblina y pesada niebla que reinaba en la mañana. «Repentiiiauttnte .se lanzó una bomba de doce pulgadas que cayó frente á la batería Estrella, destruyéndola, instantánea- mente (omenzó el fuego de parte de ambas escuadras, la del vice- Almirante Sampson y Coniodmo Schley y un torrente de bombas caían sobre las baterías españolas. «Los españoles contestaron iumediatanieute, pero .su artilleí ía era muy débil. «El humo cubría con densas nubes á los buques. "No hubo maniobras de parte de la escuadra, los buques per- manecieron en sus lugares primitivos haciendo fuego continuo. «Los buques se encontraban cerca de !a costa, y por esto se les dificultaba á los artilleros americanos llegar hasta las bate- rías situadas en la colina. «Autes del bombardeo se d¡ó orden para evitar el fuego sobre el castilh) del Morro, pues el Aliniranle aiuencauo había sido informado de que el teniente Hobson y los otros prisioneros del «Merrimat» se hallaban allí. «A pesar de esto, el castillo del Morro sufrió algunas averías. La línea del Comodoro Schley se movía cerca de la costa y ha- ciendo fuego á corta distancia. El «Brookiyn» y «Texas» causa- ron grandes daños á las baterías españo'as, acallándolas pronto. «Mientras los buques sostenían el fuego con las fuertes bate- rías, el "Swancc" y "Vixenu sostenían combate con las peque- fias baterías frente á ellas, logrando en poco tiempo silenciarlas. "Kl "lirooklyu)' se acercó á ochocientas yardas y entonces la destrucción causada por sus cañoues y los del "Marblehead» y b, Google M7 «TexEisa fué verdaderamente terrible. En pocos minutos las cibrHs de madera de la Estreilü pe incendiaron y la liatería aca- lló MIS fuegos. Al Este el «Ntw York» y "New OTltmiso silen- ciaron la batería Caylou>>ada lever beración del lruenaíí >la no pudo efectuar et desembarque á pe- : ar del prolongado fuego de los can iues. Sin emb.irgo. iiiiif¡;u no de los que resistieron el desembarque fué muerto. íjsto des- vanece la última esperanza de provisionar la capital de las Filipinas. "Durante el curso de la semana pasada, todas las guarnicio nes fueron atacadas simultáneamente. "Los insurrectos ,se han unido en la .sección al Norte de Pa- sig y en la orilla del río de fasig, desde donde han rechazado á los cañoneros españoles hasta Deya. "La zona de hostilidades de los insurrectos es en extremo de- fensiva pues está cubierta de densos bosiiues, teniendo innume- rables emboscadas naturales, así como trincheras. Las tropas españolas son valerosas y heroicas hasta la desesperación; pero se encuentran en una condiCLÓu desoladora debido á la f.ílta de alimentos. "Todas las compañías españolas no han tenido que comer durante dos días, y algunas de ellas literalmente están pere- ciendo. Es un cuadro desastroso. "Los campesinos asisten por caridad á los soldados que pe- recen y algunos soldados ingleses conviiianni ayer á los solda- dos que custodiaban á la ciudad; compraron por algunos cheli- nes todo lo que tenía un fondista y lo repartierun á los soldados que dijeron era el primer alimento que tomaban desde hacia algunos días. "Una persona hizo notar que hay gentes que merecen ser linchadas por permitir este estado de cosas. "Se vé á lo.s oficiales pasear diariamente por ¡os cafés y bou- levars, y charlar con los ingleses mientras que los hombres que tienen á su cargo están pereciendo de hambre. "Ayer los insurrectos atravesaron el río Zapote y descendie- ron también de la laguna para atacar á los españoles por el flan- co y les tomaron algunos cañonea. "Los españoles hicieron una buena resistencia hasta que se ordenó retirada, probablemente por no ser suficientes sus mu- niciones. hEs imposible comprender cómo pueden abandonarse sin combate tan magníficas posiciones. b, Google 158 «Los rebeldes tomaron hoy las Pinas, Pragne, Túgalo, Mai- day y Prineda, todas en la línea de la costa. "Los españoles perdieron diez, y nueve linnibres entre muer- tos y heridos y 7 000 volvieron aquí sin daños. «En Calocán, estancia del fcrrocarÜ de Ins suburbios, hay to- davía algunas tropas muy mal atrirtcheradas. «La aldea está llena de rebeldes, y la linea del ferrocarril se ha roto y desprendido por los insurrectos, que han prometido vol- verla á colocar cuando termine la guerra. «Muchas tropas de nativos no ocultan sus intenciones de de- sertar, "Hay una disputa furiosa por refugiar detrás de los viejos muros y en la cindadela, por órdenes del Gobernador, á toda la población de la ciudad. «El Capitán General formó un consejo de guerra en el cual se propuso la rendición, porque la resistencia es enteramente inútil; y un deplorable derramamiento de sangre y los esfuer- Eos heroicos no servirían de nada por la falta de provisiones y la pequenez de la fuerza. «Los insurrectos no esperan más que la orden para avanzar sobre Manila. «La familia del General Agustín fué capturada por los rebel- des.» Hasta entonces, que se recibieron esjas noticias y otras se- mejantes en Madrid, se acordó el eiivío de la escuadra de re- serva á Manila. La tarde del 17 de Junio zarparon de Cádiz los siguientes buques: "Carlos V.» «Pelayo.» «Rápido,.. «Patriota,» «Audaz,» «Osado.» nProsperina,» «Giralda." .'Prelado.» que conducía á su bordo al Ministro de la Marina Capitán Auñón, «Alfon.so XHI,» «Covadonga.» «Antonio López,» «Isla de Pinos,» 'Buenos Ai- res» y "San Francisco.» Los últimos tres tran.sportes iban cargados con tropas. Los primeros pa.saron frente al Peñón con rumbo á Cartagena. Es- tos buques formaban la escuadra de reserva de España, al man- do del Almirante Cámaia. Los despachos que á continuación copiamos, bosquejan el estado de la opinión pública en España. "Madrid, Junio 17. — Gran entusiasmo se maníñesta en toda la ciudad con motivo de la salida de la escuadra de Cádiz. Un sentimiento optimista se expresa en el pórtico y corrillos del palacio de las Cortes. "En esta ciudad se dice que la escuadra del Almirante Cáma- ra se compone de más de 20 buques, incluyendo cruceros auxi- liares y se agrega que lleva una inmensa cantidad de material b, Google 159 de guerra. ¡ncUisive un misterioso explosivo. También se su- surra que la escuadra -se dividirá cuando se encuentre en alta mar y se dirigiiá á rumbos distintos. «Un nuevo contingente de tropas se está alistando bajo las banderas y se demuestra mucha actividad en los Ministerios de Guerra y Marina. hLos trabajos en las fi>rtíficac¡one5 se activan día y ni)che, y se afirma que se está formaiido una tercera escuadra, compues ta del «Lepanto.ii Cardenal Cisneros, tiAIfniso XII» y otros cruceros auxiliares. «Cádiz será el rendezvons de esa escuadra y corre la impre- sión general que una guerra defensiva será la del porvenir. Se anuncia semi-nficialmeiite que el gobierno no cuenta ya con el apoyo de las Potencias, ni aun Alemania, á pesar de sus in- mensos inteieses en ias Filipinas, podrá hacer algo en favor de España." A la salida de Cámara se publicó este mensaje eu la capital americana: «Washington, Jnnio 17.— Tan pronto cnmola encuadra que se encuentra en Santiago sea destruida ó capturada, se ordenará al Comodoro Schley, que vuelva á Hampson Roads con el ob- jeto de reorganizar la escuadra evolucionaiia. «Se a.segura que se trata de encomendar á Schley la tarea más importante referente á la guerra, la de atravesar el Atlán- tico con una grande y f\)rmTdable escuadra de buques de gue- rra para ir alacar eu sus propias aguas á la escuadra española de reserva. «Semejante fli>ta no tendría igual en la guerra moderna, y se- gún los oficiales, se pondrá al cuidado de Schley, "Esta medida no se pondría en práctica si la reserva españo- la no mostrase intenciones de seguir á Cervera. El bloqueo de la Habana, que iba á cumplir dos meses de establecido, no era tan absoluto como se creía. Algunas embar- caciones españolas lo habían burlado y á eso se deb¿ que des- pués de tanto tiempo no se hubieran agotado los medios de subsistir de los habitantes de la ciudad. La carne se vendía á cincuenta centavos la libra, la manteca de puerco al mismo precio, el arroz á veinte centavos, los cua- les precios indicaban que había escasez de estos artículos, pero uo carencia absoluta de ellos. Otro tanto podía decirse del bloqueo de Santiago de Cuba. Eu aquella fecha (18 de Junio) el vapor español «Purísima b, Google 1 6o Concepción» burlando la vigilancia de los buques americanos desembarcó en las Tunas un gran cargamento de provisiones, habiendo zarpado de Kingston. Esta noticia que llegó á oídos del Jefe de la escuadra blo- queadora, hizo que la vigilancia se redoblara en todos los bu- ques, Gran empeño manifestaban las autoridades americanas por el canje del teniente Hobsou y sn.s arrojados compañiíros pre- sos en el castillo del Morro. Kl General Blanco no quiso acce- der luego á las reiteradas petici'ines americanas en este sentido, basta no recibir órdeufs de Madrid El extraordinario interés manifestando por su rescate, hacía á las autoridades espaíjuias suponer que se pudiera sacar gran partido de este canje y ma- duraban la manera de obtener de él todo el provecho posible- Esta fué la razón de haberse rechazado al principio las pro- puestas de libertad para Hobson. El día 2 1 comenzó en la playa de Baiquirí, inmediata á San- tiago, el d' sembarco de las tropas del General Shafter. Puestos de acuerdo los dos jefes americanos decidieron simular un vio- lento ataque al puerto de Cárdenas, con el objeta de atraer á los españoles bacía aquel punto. Mientras se efectuaba esta operación los transportes esperaban, sin presentarse en Santia- go. Al En el día 20 en la noche fueron avistados, y el día si- guiente principiaron las maniobras del desembarco continuan- do el 22. El Secretario Alger recibió el siguiente mensaje: "Playa del Este, Junio 2. — -Al Ministro de la Guerra, Was- íiington. De Baiquirí, Cuba 22. Desemoarco en Baíquirí esta mañana con éxito. Muy poco ó ninguna resistencia [firmado] «Shafler.i' El Ministro Loug recibió un mensaje más extenso de Samp- soii á las 6. 50 p. ui. «Antes de desembarcar hicieron algunos disparos sobre el Tecindario el «Nueva Orleans,» el «Detroit. »■ el «Cristine,» el •Wasp» y el «Swance.» Se hizo una demostración sobre Caba- nas para llamar la atención del enemigo. El "Texas" atacó la batería del Oeste. Tuvo un muerto. Las minas submarinas se han sacado del cana! de Guantá- namo, donde se lia establecido la comunicación telegráfica. — Firmando). —Sampson. o Ciro mensaje á la prensa decía: •Baiquirí [Cuba], Junio 22, vía Kingston. — Las tropas ame- ricanas están desembarcando en Baiquirí, á 17 milla» de San- tiago. 3,000 hombres han saltado ya á tierra, protegidos por el Aiego de la escuadra que al mismo tiempo está bombardeaudu á Aguadores.! b, Google I6[ Antes de principiar el de.'iembarque se notó niia iiiiinerosa fuerza de tropas españolas, cerca de la costa, eii las ñiiiieiiiacio- nes de Aguadores, Obrando de acuerdo con las itislniccione-" del General Sliafcer, los cubanos atacaron á los espaíiules por la retagnardia. í^os biitjnes americanos bombardearon la ci^sta al mismo tiempo. L^s tropas auiericaims atacaron entmices á los españoles, y desembarcaron, cígiéndolos entre dos fuc^íos. El Alniirante Cervera obedeciendo á nna disposición del ca- pitán Gíneral Blanco ordenó que nna fuerza compuesta de ma- rinos de sil escuadra se dirigiera á tierra por ayudar á las fuer- zas españolas á rechazar al enemigo. Los americanos, que no habían encontrado resistencia debido al bombardeo de la escuadra sobre Siboney y Giiantánanio, se vieron atacados bruscamente por una fuerza española con la cual se trabó un recio cinnbate tia-ta que llejíó !« Uiiclv. Ha- bían desembarcado ya 3.0110 soldados. Cuando las tropas ame- ricanas con tinnaron desembarcando, los es pan- des se batieron en retirada, ordenadamente, teniendo que abandonar alnunos pun- tos estratégicos á los invasores, Kntre tanto la escuadra de Cáinara continuaba su rutn hacía el Oriente. líl día 20 se encontraba en Cartagena y continuó luego su marcha hacía el Canal de Suez, El 24 se publicó este mensaje: «Wasliing'on, Junio 24.— Ya no se duda aquí de que la c cuadra española de Cádiz se dirije con ra])iiid á la entrada del canal de Suez próximamente el lunes ó martes. «Desde este punto, no se cree que la escuadra española avan- ce más, porque se expresa confidencialmente que todo movi- miento espüñol no es masque aparente, para salistacer las más exigentes demandas del pueb'o español, y especialmente del partido clerical que algo haría por salvar á las Filipinas á Es- paña. b, Google «Hay duda de que las autoridades del canal permitan que bu- ques españoles se arriesguen á pasarlo, aunque Cámara esté deseando exponerse á atravesarlo.» De sgrr ciad amen te las ideas contenidas en la última parte de este despacho, relativas á los movimientos de la escuadra de Cámara, hubieron de realizarse exactamente, según tendremos ocasión de verlo en seguida. Rn esa misma fecha, y debido á la sobrexitación popular se determinó la disolución de las Cortes españolas, y firmó la Rei- na regente el decreto relativo. El discurso del diputado Cana- lejas, pronunciado en la Cámara dos días antes, contribuyó á que esta medida se llevase á cabo con festinación. Manifestó en su discurso que la guerra ha sido un fracaso y una vergüenza para E-Spaña, la que cada día se vé más humillada debido á la Incompetencia del Gobierno. El lustre de las armas españolas, dijo, que por tres siglos se ha mantenido brillante, se está opa- cando, y alegó que el Gobierno procuraba ahora salvarse de la actual situación, clausurando las Cortes. Canalejas exhortó apasionadamente á las Cortes á que no suspendieran las sesiones y dejaran el honor de la nación en manos de traidores. En la misma sesión del 24 de Junio, el debate de la Cámara recayó sobre la cuestión filipina y por el apasionamiento que caracterizó á las discusiones, tuvo que acabar desordenadamen- te. Romero Robledo, el orador conservador, precipitó los desór- denes atacando viciosamente al Genera! Polavieja, ex- Ministro de la Guerra y exCapitán General de las Filipinas, por haber tratado la paz con el jefe insurrecto Aguinaldo. Alegó que ese pacto corrompido se formuló cuando España esperaba que los que entonces estaban á su servicio sofocarían la rebelión por la fuerza de las armas. Si el General hubiera permanecido fiel á las tradiciones del ejército. Aguinaldo no viviría hoy para ayudar á la degrada- ción de España, Robledo fué interrumpido en esta parte de su discurso con gritos de «no es cierto.» Una escena de confusión siguió á la sesión que hubo de sus- penderse temporalmente y cuando se reanudó, Robledo pregun- tó al gobierno si deseaba la paz ó la guerra. Si era la guerra, demandó que contestara el gobierno qué garantías podía ofre- cer a! país de que sería capaz de continuar la guerra, que has- ta la fecha no había resultado más que en pérdidas de vidas y agotamiento del tesoro, ruinosos compromisos y humillacio- b, Google 1 63 Si el gobierno desea la paz, añadió, ¿por qué no lo dice clara y terminantemente? Robledo aconsejó al }>obÍerno que si de- seaba la paz sería pradente tratarla directamente con los Es- tados Unidos, pues las potencias le pedirían una comisión por su mediación." E! día 27 de Junio zarparon de San Francisco California á las 2. ^o P. M. los transportes «City nf Para," nOhio,'i «Morgan City" é «Indiana,» biiqne insigiua, nimbo á Manila, llevando á bordo 6,000 soldados para reforzar al Almirante Dewcy. ííl mismo día se recibió en Madrid la noticia de la llegada de la escuadra de Cámara á Puerto Sald, Egipto. Por lo que hace á las operaciones de desembarco en Cuba, continuaban con toda actividad. En Baiquirí sóio quedaron el 39 y el 99 de caballería custodiando el desembarque, mientras se dirigían violentamente hacía Santiago los demás regimien- tos. Tomaron el camino de Eaiqnir! á Jaraguay. Cuatro bate- rías de artillería y varias ametralladoras se pudieron nontar sobre las lomas que dominan la bahía de Santiago, y en gene- ral fuéronse ocupando poco á poco todas las eminencias que cir- cundan la ciudad. Entre tanto los buques de la escuadra volvieron á bombardear á Aguadores durante las primeras horas de la mañana. Entre Siboney y Baiquirí estaba acampado el General espa- ñol Rubín, con fuerzas de San Fernando, Talavera, Provisional de Puerto Rico y dos compañías movilizadas. Parte del bata- llón Provisional .se había situado en la arqueta de Sevilla, por donde forzosamente tenían que pasar las tropas americanas en su avance. Desde los días 23 y 24 sostuvieron el fuego de los americanos valientemente á pesar de que el segundo día perma- necieron .sin tomar alimento á consecuencia del incesante ata- que del enemigo, Al fin las tropas españolas tuvieron que reti- rarse á Santiago de Cuba á las cinco y media de la tarde, des- pués de UD combate casi no interrnnipido de 48 horas, El enemigo acampó en los altos de Sevilla, extendiendo sus avanzadas basta el Pozo. Desde allí prepararon e! ataque para e! Caney y Santiago. Para reconocer y estudiar el terreno y cerciorarse bien de la posición de las tropas españolas elevaron el día 31 un globo b, Google 164 s cautivo. Iban en él dos americanos. El cable á que estaba su- jeto el globo amarraba en el campamento. Desde allí, asestando en todas direcciones largos anteiijos. lo examinaban todo á su sabor. Se liicieron al globo algunas descargas de fusilería, pero los proyectiles no te alcanzaban, Cotitiruiarun estas operaciones hasta que couien^íó el atnqiie al Caney, y sinmltáiieíimeute á las posiciones de Sin Jhhm. Ocupada la posición de Pozo Blanco, a>í como la de las Altos de Sevilla por las avan/.adas de los americanos, una guerrilla de voluntarios que defendía esta última tuvo que huir al aproxi- marse el enemigo. De entre los soldados heridos y convalecientes que se haya- ban en el hospital de Pozo Blanco, fué necesario nombrar cua- tro secciinies para que acudiesen á oponerse á los iiiuvanientos de invasión. Atrincherados lo mejor que pudieron se desplegaron oc upan do los puntos más importantes. Fueron tan ceiteras las primeras descargas, que los sold ¡dos americanos se detuvieron y hasta hubieron de retroceilir-r un tanto. Pero esto duró apenas un in-itame 6 hieif-P'n funcionar algunas piezas de artillería y ya no hubo defensa posible. Una granada derribó por completo un cobertizo íii donde va rios tiradores españoles estaban parapetado-^: cayeron confun- didos entre los escombros y muchos quedaron allí muertos Uu guardia civil de segunda, joven decidido, se puso á la ca- beza del pufi-tdo de compañeros que allí quedaba y se euc.irgó del mando. Se llamaba Raimundo Braña AIduzm. Pelearon aún todo lo posible, pero era tal la granizada de ba- las, que en breve quedaron desechos. De los 38 que formaban la primera sección sólo quedaron cinco. Al retirarse, una descarga de los americanos dejóftl bra- vo guardia acompañado únicamente por un soldado; ambos pa ra no caer prisioneros corrieron al Portillo de Caney. A Pozo Blanco llegó por la noche el batallón de Talavera, pero sus esfnerzos para hacer retroceder á los americaiu)s fue- ron inútiles. Las fuerzas insurrectas al mando de Calixto García habían seguido acudiendo á unirse al ejército de invasión. El siguien- te despacho del corresponsal de la Prensa Asociada en el cam- pamento americano describe así las operaciones de los íusu- ireclos. njaraguay, Junio 26 vía Kingston, Junio 28.— F-1 General Calixto García al mando de 5,000 hombres que se encontraban b, Google ■63 en las montañas de las cercanías de Santiago de Cuba fueron conducidos á este punto á bordo de los transportes americanos. Más de 5,000 rebeldes, en la totalidad de las fuerzas revoln- oionarlas en la parte Sur de la Isla, provincia de Santiago de Cuba, se encuentran reconcentrados en ó cerca de Jaraguay. Tres cuartas partes de éstos están armados de liñes modernoss pero están casi desnudos. La mayor parte de los insurrectos es, táu familiarizados con los métodos de guerra seguidos por lo- tspañoles y conocen todos los caminos y veredas por las mon- tañas. Con el objeto de protejer las avanzadas americanas sobre Santiago, se envió un dc-scataniento hacia Gnanlánamo para dar la alarma en caso de que las tropas españolas intentasen dar sorpresa ó efectuar una unión de las tropas de Santiago con las tropas del General Escario, b, Google b, Google CAPITULO xin. escuadra de Cáinara cu Oriente. — Dificultailps ¡>ara cOiitiuuar su ruta hacia Filipinas. — Los aitii- rifa nos en Santiago. — Sil ata(|iie ala ciiuiaii.-- Épica defensa de los españoles. — Hatallas de Caney, San Juan y Canosa. — Relato de nn testigo presencial, — Destiiificiún de lix escnadra de Cervera. — Narra- ciIovva." I ablegratna fechados en Port Said, Egipto, el 30 de r Junio cotnuiiicaroii que la podero-'^a escuadra españo- ;nv¡ada para sccorrer á los eíforzados defensores de Manila y mandada por el Almirante Cámara, se en- itraba anclada en aquel puerto, en espera de proveerse de carbón y obtener el permiso necesario de la Compañía del Ca- nal de Suez para atravesar e-sle canal y navegar hacia el punto de su destino. Así era en efecto. El Gobierno egipcio, sujeto al protectorado inglés, notificó ai Almirante Cámara que la presencia de su escuadra en Port Said constituía una violación de las leyes sobre neutralidad, 7 que en consecuencia los buques deberían hacerse á la mar. Al iiiisnio tiempo se ordenó al Gobernad"r de Port Said, que es- torbase el aprovisionamiento de carbón que hacía Ja flota, y apremiase al Cónsul español para conseguir la .salida de ésta. Circuló otra versión, relativa á que la flota de España tío se había podido proveer de carbón en Egipto, porque entre tanto se uegociaba el permiso del Gobierno para verficarlo, el Cón- sul americano en Port Said había comprado 22,000 toneladas del combustible que había en el puerto y constituían la total existencia del artículo. Se añadía que los Estados Unidos po- drían aprovechar este carbóu para remitirlo al Comodoro De- wey á Filipinas, lo mismo que para conservar una parte, en previsión de que lo necesitase la escuadra de Watson 6 cual- quiera buque americano. b, Google i68 Fuese cua! fuera la causa, el Almirante español Cámara lu- chaba con iiimensas dificultades eu su travesía, y frente á Port Said llegó á resolver el abandono de sus torpederos, para que regres iran á Europa y continuar hacia Manila con sil escua- dra muy debilitada. I,a siguiente nota oficial trasmitida del Cairo e! mismo día puede dar idea de lo crítico de la situación. Dice así: «Los buques de guerra españoles que coTuprenden la escua- dra del Almirante Cámara están transbordando el carbón traí- do por los transportes españoles. El Gobierno ha notificado que no puede permitir semejante operación y debe suspenderse in- mediatamente, AI mismo tiempo ha notificado al Almirante que deberá abandonar Port Said, pues el límite de 24 horas ya se ha excedido considerablemente. Por contestación á la notificación, los españoles dijeron que sus buques necesitaban repararse y comenzaron á descargar el carbón t-raado á bordo con objeto de hacer las reparaciones.» El ro de Julio los buques del Almirante Cámara se habían retirado del Puerto y entrado en el canal de San Francisco pa- ra recibir carbón de los barcos españoles «Colón» y «Covadon- ga,j> entrados la víspera en el Canal de Suez. I^a operación del transborde de combustible duró todo el día siguiente. Entre tanto los acontecimientos en Cuba tomaban mayor im- portancia cada día, preparándose la primera acción que sería decisiva en el éxito de la guerra. Desde el 29 de Junio el Ge- neral Shafter, Comandante de la poderosa expedición america- na desembarcada en Santiago, avanzó al frente de una peque- ña escolta hasta Caney, ciudad de poquísima importancia si- tuada al Noroeste de Santiago. E! cuartel general fué estable- cido en el campo no lejos de allí, y principiaron las disposicio- nes para el combate haciendo adelantar los cañones de sitio á la vanguardia. Bien pronto la línea americana quedó extendi- da desde frente á Caney hasta frente á Santiago. El 10 de Julio, avanzaron sobre Santiago los americanos, aliados con los insurectos al mando de Calixto García. El Ge- neral Kent dirigió el ataque sobre Aguadores, en tanto que los Generales Lawton y Wheeler, secundados por Calixto García y el resto de divisiones del ejército americano, se arrojaban sobre Sarttiago. E! combate fué terrible particularmente en Sevilla puutu cercano á Aguadores. Los españoles se batían como leones sin desanimarse por la superioridad en el uúmero, eu las armas, en las posiciones y aprovisionamieutos que .sobre ellos tenían los americanos. La lucha comenzó por un ataque sobre Caney punto de partida del camino carretero que va á Santiago. El estrago causado sobre las fuerzas del General americano Kent, sobre los cuales concentraron su fuego los españoles, fué b, Google 165 enrirnie, siendo preciso que 1os reforzaran l^awlcn, Wheel'-r y García, para que fsqudlos se vieran obligados á ceder el tevre no defendiéndolo paso á pa=o. Las fuerzas de mar entre tanto, secundaban e! ata(jne dcno- nadameiite. Mientras el contra Almirante Saiiip^on arr.Tsaba casi, con la snperiorid-'ui de sn'-: cañones y i)r<'yecti'cs c ctídíau sn-^ posiciones despnés de batallar el día entero reñidamente, s>r friendo más de mil bajas el ejército am- tierno. Kl «V'e^nbins" disparando con dinamita, produj'^ el pánico entre los habitan- tes de Santiago. He aquí el pnrte oficia! del General Sliafter; "He tenido rtcio combate boy el que duró desde las S a. m. hasta el obscurecer. Hemos ocupado las trincheras exteriores del enemigo. No hay más de tres cuartos de milla de distancia entre mis línea.s y la ciudad. La división del General Lawton y !a Brigada del General Bates, han estado combatiendo todo el día y á las cuatro de la tarde lomaron Caney. Durante la noche estarán en marcha y avanzarán sobre San- tiago. Al amanecer nuestras tropas serán atrincheradas allí y con- .■iiderablemente reforzadas. La batalla se continuará probablemente mañana al amane- cer. Las pérdidas americanas son considerables. Algunos la cal- culan en IODO entre muertos y heridos" (firmado) Shafter. Con diferencia de pormenores el Gobierno de Madrid fué in- formado de la batalla el misiuo día, confirmando la fatal noti- cia de haber sido rechazados los defensores de la Isla. En cuan- to al número de bajas sufridas por los españoles se hacía lle- gar á dos mil entre muertos y heridos, pero se aclaró después que esta cifra era exajerada en una tercera parte á lo menos. Bl 2 de Jullio se reanudó el combate con mayor ardimiento^ y continuó el dia entero. Todavía sin que se tuviera noticia en Washington del resultado, se recibió un mensaje del Gesieral Shafter pidiendo al gobierno con toda urgencia que enviase uu gran refuerzo de médicos militares. Esta solicitud obsequiada inmediatamente cou el envío del buque hospital que llevaba muchos cirujanos y aun tenía órdenes de recoger otros eu Fuer_ te Monroe, despertó la mayor ansiedad en toda la Unión Ame_ ricana, por calcularse el número de víctimas habidas en aque_ líos dos días de incesante batallar. b, Google I70 El ejercito americano combatió con firmeza con el propósito de apoderarle de la.s posÍcHint;.s españolas interiores. Li hatería del Capitán Griines honibardó durante una hor;i tino de los suburbios de la ciudad. La caballería d^- la liivisióit del General SuuKTier y la dÍvi.siÓTi del Geiieral Keiit, avanza- ron sobre la hatería de S^tii Jnaii al medio día, posesionándose de ella antes de !a puesta del sol. La división d^¡ General Lawton y la bntería del Capitán Cajiroiis desaUíjíiron á los españoles di> Cain/y. Los reginiicnlos 6o y 16" atacaron las trincheras del i:iosÍción no era tan veiit ijo.-a como la de los españoles, y de haber continuado el sitio en estas condi- ciones, es prob ble que e' ejército anteiicano habría tenido que reembarcarse antes de que le llegaran refuerzos. Pero la fortuna que en todo le fué contraria á la noble España durante esta gue- b, Google 17' 'ira, prepaió las cosas de olit» iikhUí, coíiki ■ViTCiuhs aer y iKpiritn d? .:uif^;:aH lro;v;:- r-i.'.: ■i;)a;;nífnti,s. — (Firmadu) SiíAi'T)'::-:." V--m1i'ií; ahorri lo <|íie pagaba en el cíunLTi¡\u-nU) esi);i!lol. I/' . U I che! as anioricaiuis se habían cei;iiión íjuf para ]":•■ espaiiolt-s Imbiera >].h> labnriosí- .■jinta por encotHrarse agotados por la falta de alinienlos resultó fácil para los atijeriean<'S rjue poseían utuis aparatos, especie de aradiis, c-m los cuiiies rá)-.ida y cóiuüdatiienle reimivían la lierra. Ki coroii!.! e^p.iñul Aldea ocupaba can al¿;una:- iiier;íLJS las lil día 2 |)idió el enemigo parlamento. Los pailanientarii^s dos ó tr;s oficí-ile-i, se avistaron inimera- iiiei^te con Aldea, Peiupren.-.ible hecho al coronel Aldea. Le ordenó é>te que fuera sin perdida i'e tiempo á conferen- ciar con el jef; de li-^tadn Mayor de ii.^. tríipas ;;inericanas. Así lo hizo ti .'íeilor Ileireía. b, Google 172 —Me sorpreiuSe y extraña — le dijo — que habiendo cesado- el fuego en las liuea^í e.S[)afiolas eii virtud del parlamento por vos pedido, coiititiúeii vuestras tropas no solo dedicándose á los trabajos de fortificación, lo cual es quebrantar cuanto las leyes militares ordenan, sino también haciendo fuego. Rl jefe americano mandóse suspendiesen aquellos trabajos, así como qne cesasen los disparos, lyos rtferidos pliegos del ejército americano los recogió un oficial español y los llevó á su destino. Estaban dirigidos ai GeiR-ral Toral, qne ya entonces asumía el mando de general en jefe de la provincia. El día 3 á las cuatro y media de la mañana, rompió el ene- migo un nutrido fuego sobre las trincheras españolas en ex- tensión considerable; contestaron aquellas tropas con iijual ener- gía, líl Portillo fué valientemente defendido. L,a artilleiía de que disponían los españoles en el Portillo de Caney ía forma- ban ocho cañones, d<ís de tiro rápido y .seis antiguos de los lla- mados t/e plasa. En ios tres días citados .se hicieron con ellos más de 300 disparos. Los jefes americanos pidieron de nuevo parlamento al G^^neral Toral y un nuevo pliego le fué enviado. Aunque la suspensión de tas hostilidades duró hasta eí día 10, los americanos conti- nuaban haciendo fortificaciones y cuando terminó el armisticio ya Iiabían colocado liasta 60 cañones. El memorable combate de Caney tuvo lugar el mismo día que .se verificó la batalla de Santiago. Un testigo presencial español lo refiere de esta manera: nKiié uno de los combates en que mayor heroísmo demo.stra- ron nuestras tropas. El día 10 de Julio á las 10 de la mañana comenzaron e! ata- que al pueblo las fuerzas yanquis. Consistían éstas en dos co- lumnas perfectamente arruadas y equipadas. Nuestras fuerzas, mandadas por el heroico General Vara del Rey, no pasaban de 453 hombres, que formaban 3 compañías del batallón de la Constitución y algunas guerrilla'-". Ni un sólo cañón había en el poblado. Los yanquis en cambio tenían numerosas piezas de artillería y disponían también de caballería. Roto el fuego con verdadero encarnizamiento por ambas par- tes, largo rato permaneció indeciso el resultado. Sufrimos do- lorosas bajas pero los yanquis las tenían también considera- bles. Era comandante militar de Caney el capitán de la guardia civil D. Manuel Romero Villegas. El misM'O día 19 comenzado ya el combate, se ofreció á ir desde Santiago á desempeñar dicho cargo. — Eu buen momento llega usted,— le dijo Vara del Rey, b, Google 173 — Viíiigo vii!u!it;Hriu, lui general — cmiU^üó, -Hay que tstur 1 lo bueno y á lo unilo. Era CüUey para el ejército yaucjni posición iuiiipürtautísiiuii, mi punto .uanzada que convenía ocupar, arriisur liactr i1i:h;i parecer, á fin tie poder avanzar S(il)re áaiiEiago de Cuba, De allí los üeaedperados esfuerzos que para defenderlo Iiacían nuestras tropas y el empeño del enemigo oii lanzarlas de allí. El General Vara del Rey, jefe de las fuerzas, fué herido en las dos piernas mientras prai.-lieaba un recoiiuciiuieiilu en per- sona en luieslran íilas. Prosiguió la lucha eu ei Caney eucaruizadíaima. Hubo ra-gus de val ir por paite de uneslrus ^üldado^, nuiy grandes. Sin enibaig , hubo que ceder ante el peso abrumador de tantos miles y tan continuo y nutrido fuego. A las 4 de la tatie cuando los 453 hombres habían quedado tan mermados en niliuerv.', que sólo una tercera parte existían, se dispuso la retnada. PoL el camino del Cristo se dirigieron unos cuantos supervi- vientes cou dirección á Santiago de Cuba, Iba á su frente el coronel Puñet. Ül resto de las destrozadas fuerzas marchó ]>or el camino de Cue vitas. Por alií iban también para Santiago los camilleros que coU' ducían vivo aun entones, pues sólo estaba herido eu las pier- nas, al General Vara del Rey, Kra una tristísima comitiva. Detrás de las camillas seguían unos 50 ó 60 soldados heridos, llenos de sudor y de polvo, nianando sangre las heridas reciéu recibidas- Unos caminaban á pie, otros á caballo, en acémi- las, ect-, y muy pocos pudieron liegar á Santiago líOS yanquis, al ver desfilar á aquellos infelices no semo- viertm á compasión, sino que lanzaron sobre ellos infinidad de proyectiles. Muchos cayeron muertos y algunos pocos, que no recibie- ron lesión alguna en el terrible combate anterior, fueron heri- dos entonces. El coraandaute militar de Caney señor Romero Villegas, se retiró el último cuando vio que ya no le quedaba qué hacer allí, montó á caballo y partió á galope para Santiago. Avan- zó poco trecho; una bala de Maiisser le atravesó de lado á lado peiietrándole por un b >móplato. Dos balas matarotí á su caba- llo y éste y su ginete rodaron por ei suelo. Acudieron algunos .soldados norteainericanas y un oficial y el -señor Romero fué reducido á prisión; le condujeron aun vivac del campamento de los yanquis y le curaron con la ma- yor solicitud j esmero dos médicos del ejército. Sólo le hicie- ron prisionero para poder curarlo. b, Google 174 Eu el niisnio vivac á que fué llevado halió el señor Roiiif-n> á 30 espafinles heridos también en el recién terminado Comba te He Caney. Figuraba eiitre ellos don Antonio Vara del Rey, hermaiKi y ayiid:inte del bravo general que acababa de fallecer. Pero él sobrevivió. También <=staba allí herido el encargado de !a estación tele- gráfica del Caney señor Manzano, que se había batido con de- nuedo. Fueron trasladados al siguiente día al Hospital de .sanj^re que la Cruz Roja yanqui tenía establecido en la iglesia del Ca- ney. lín la acción todas las avan- zadas, cuando en un eucuentrii fué herido en las dos piernas. Se retiraba con sus tropas é iba en una camilla después de ha- ber sido curado, cuando los yanquis recrudecieron el ataque con ímpetu. Mataron íí los camilleros que lo coTiducían y á un sobrino del General que era ayudante suyo é hirieron tam- bién gravemente al capitán ayudante, herniano del General y llamado don Antonio. El bravo Vara del Rey recibió un balazo niá'^. El proyectil le penetró por un ojo. Las fuerzHS se retiraron como pudieron, y el cadáver, con otriis muchos, quedó abandonado, lo recogieron los yanquis y le dieron .sepultura en un camino. Después, cuando supieron de quien se trataba, lo desente- rraron y lo condujeron al Cementerio de Caney y le tributaron los honores de ordenanza. Tuvieron los yanquis ea el ataque á Caney, muchísimas bajas. b, Google .76 No piitdfi! cotivfjictrse dt; que había allí defendiendo el po- .blado 400 hunibres nada más; cieíau que eran algunos miles.» Ciiculó !a nolici;i, creida todavía muclio tiempo después tic la guerra, de que el General Pando al frente de 6000 hombres acudía en auxdio del general Linares, á marchas foizadas. Es- to era iiiexHCto. Los esperadus refuerzos salieron el 22 de Junio de Manzani- llo en medias brjgad^is, una UMndada por el general Rui/, Ra- ñoy y compuesta por los batallum^s de Puerto Rico y Alcánta- ra, y la otra por_Hsc;drio con el legiuiieiito de Isabel la Catoli- y fcl batallón de Andalucía, alternando en ir á vanguardia y á retaguardia. Al llegar á Bayanio se enteraron de que estaba ocupada por los insurrectos, I3i Gtueral Rañcy se ofreció á touiar la población y después de haberse nombrado veinte hombres de cada batallón con es- te objeto, apoyado por 400 caballos y otras fuerzas de reserva diú el asalt.» coii buen éxito. Los insuriectos apenas presenta- ron resistencia. I^as fuerzas españolas continnaron su marcha tomando des- de I''iguani hasta Palma Soriano todas las posiciones de los in- surrectos. Sin emb.irgo, cuando se pnci¿ron á las órid de íorzarlo: si» embargo, es nece- Bario bacer aJRo. l'rocurarí enviar « uatrd tres ó cuatro buques Pero serta can- Teniente que usted se comunicara conmigo puca no deiieo bacer nadH sin consul- tar con ustikI. La «ituacidn tiene qne eer más clara para uiiied quc! p^ra mf, pues cítá en pl sitio de los acontecí mien los, y si usted t6 manera alguna de mejorar la situación, le rufgo que mu informe lo más pronto que le sea posible. — "Maate- rola." "Santiago, Junio 24, — Almirante Manterola, Apostadero. Il.ib-ina, — Mi opi- nión ca que seria imposible pnrn los liuqiii's en el puerto. I'erzar el bloqueo. Las piovÍBioni B que tencninn A bordo alcanzarán para todo el meA de Julio; pero creo que para esa fecba c! sitio babrfi concluido; están sembrando torpedos ítuetaman- ti'! perú ha; todavlA una entrifln ni ISsCe del cabe íímíth. Mis felicitaciones por el hrillanle combate del "'Isal>el II," — "Cerrera." ■'Habana, Juuiü . 24 ílc 98.— Lieneral L¡ nares.— Santiago.— Di iga usted al Almi- nte Cerrera que deseo conocer si 1 opiní ión ysuspliinefl de mpañ*. Dígale 1 también, que yi dcl)D defar ese punto tan pronio eomo leda, é ir 6 dund. ! le parezca más oportuno, porque su posiiíicj m en esc puert», á i modo de penaai >te peí Igri.aa. La noche pasadi t había BÓloaieti n buq« leaallí, mientras quo en CienfuegoB ha- a tres y aquí nu ere, i. pesar de h ncual el 'Montevideo^' y e 1 "Santo Uomin- ílaBdoBdelam: anana, , pudieron forzar el blaqueo con facili- dad.— ' Blal . ■■Madrid, Junio 24 de 9g.~CapitAn Oeneral Blanco.— Habana.— F-stanilo rodu- eida la escuadra bloqui'ndora á siet« buques en Santiü^ro, el gobierno piensa quo es una excelente ocasión para (jue nuestra escuadra pueda bnir. — Corroa." "Santiago, Junio 55 de flH — CapitSn Genpral liianco. — (Por interme- dio del Almirante Mantcroln, Jefe del Apostadero) — Habana. — Desde el último despacho de usted, be recibido una carta del General Linares, trasmilíóndome un despacho do usted en el que me pide mi parecer acerca de la situación, Ra mi primera carta indicaba cual era, y en la presente ocasión entraré en detalles. No es cierto que la escuadra bloqucadora haya sido nunca reducida á solo siete bu- Sucb; y aun cuando así fuera, los seis principales Folamenti^, rcpiesentan una leria tres vece? mayor que la mfa. La (alta de caftones de gran alcance en las fortiñeacioneii i. la entrada del puerto, nos impido mantener loa buques america- nos á gran distancia, i'or tal razón, sucede que están siempre á U boca del puerto y consus poderosos locos de luz hacen pnra mf imposible escapar ñn pre- sentar batalla y derrotarlos: k mi jnicio cualquier.i tentativa para dejar cite puer- to, traerfa consigo de un mndo seguro, la pérdida de la escuadra, la muerto de casi Coda la tripulación, cosa que yo nunca toniaró bajo mi responsabilidad; pero si usted lo ordena, lo ejecutaré. A mi modo de pensar, ta pórdida de la escuadra era secura desde que bo me ordenó reñir aijuí, así es que la gravedad de la situa- ción presente, no me causa sorpresa. Usted ordenará si debo ú no, ir á este sacri- ficio que yo creo scrA Inútil. — "Cerrera." "Santiago, Junio 25 de 98, —CapitSn General Blanco, Habana.— El Goblorno me ordena ponerme bajo sus órdenes conforme a! decreto de Noviembre J3de I8I2, lo que hsRo con el mayor placer, pues tal es mi deber y daró á Ud. detalles b, Google El «Infanta María Teresa" «Oquentio» y «Vizcaya» se vieron obligados á encallar, fueron incendiados, siendo después vola- dos por los cañones de nuestros buqnes como á veinte millas distante de Santiago. Rl «Furor» y el «PUitóno fuero» destrnidos á veinticuatro millas del puerto. Nuestras bajas coiisi.síen en un muerto y dos heridos. ÜP Ir -s mil i)r(iyiTtilP" para lof. Mñiiiios li..ntí.ria ild catori'P ccTitimclr»». ínln <-iiai>iloí>alÍn]ofl (ti> fCap^rm lloü carinno» Ilnntoria de catorce efntími'trns (ivl "UqiiKnilo'' nn están liui'nnH y lie (it-denAdo que xt'an i^HinliiadiiH: un RrHii iniíiiorn ds e^poletiin e»t-h, fuera de Bi'niuio. Al "Oilua" [<• fult» s-u li 'terfu prini^ipRl. I'^l f.-ncio ,lf I ■■Viuriiya'; mlA nucí» v lis iierriid.i ku »-loc¡d»d. Kl ■;Ji)arí« T.-res.i" ti.- tip píi(S)B caüoiieB fifi lea y Ion del " Viicaya" v '' Oqiinndn" cü'i nii tienen parque. A<(f iii4". lenHinoB muy pot'u curhi^n y proymiimi'n iiar» '■! mi'» de Jiiüii. Ijh CfCiia- dra del hloqucoca cuHtrn ren-a Bii(ii-i-iiir. I'di- talen iiK.iivim, iiai'stm iriitativ» para dpjir esto piitrln, HÍpnjfifiirfrt riiesitrH ¡Tiiiw'diHtB, si'¡r\ira y absoluta di'BlriHt- ci<>n Uní' eran parlP iln mi» niarinrro» estíi i'n f ii-rr'i rpruriiindo la ensrnií'ión d« la ciudad. Kl día Híl consliU-rÓ cotii-. un d.lx-r tnío .■iivia' al (3ol.Í. rno lo« infiiT- mea con tenido» pn el BiRuientn teliírrann: ' ííl iiicniicoi'stá i n el mar, lia raptn- ra-iío Uaiqílirf. Hny capturará neKnrnii.fdtt! Silmni^y á pcnnr (!,■ la lirillante dcfi'n- tiaqite«0RnatRnl>abilidades dp .^^i- to, l'or otra parte, la deatruccirin de toa buques no es de ningún modu segura, pue! en una noche obi'cura y aprovechando una bnoria oportunidad como la partida ó reducriión temporal de la escuadr-a enemiga, nuestros Iniques sufrieran (rrandes daños. Una prueba de ej^to. esla salida de aquí il" "Kl Montevideo" y lU'l "Santo Domingo" í pesar de los nueve Iiuqu g bloqiieador'Sj lii salida del ''1'urt^Íma Concepción" T la llcpda del "Reina Cristina" á Cienfuegns cuando había treí buques enemigos Si sus buques fueran capturados de alg-ün modo en cualquier puerto cubano, el efecto en lodo el mundo, «cría desastroso y la guerra le consí- b, Google i8a Líis bajas al enemigo se cuentan por cientos, y mil tre.scieu- lus prisioiitiüs que se eucLientraii á bordo de mis buques. En- tre los pri-iidiieros se eiicntntra el Almirnule Cerveía. (Firma- Gran parte de la colonia española de México, y los iiumero- -sos simpatizadorf-s con quien cuenta ia causa de España, se iiejí-díau á dar créilito á la noticia, con lauta más razón, cuan- 'Urftrr.terFninn'UflnraTotajIaiie.ai».!. Cn asto* m > nenros roUa Iti naeiun"a de lii ticrrH tiuDUii lijaU miritilaen UeauuAilrH >lo ii~r.<.-.l; en eili e^iáencerr'Klo el honiircliilí incióu Cieno esc.>/ sug'iir.nie ii.ii;u-ii'l fiiniprBn.le. Kl Guliivrnn es (Ib U iiiiaiiia íipinión; la aiciinuión na um uireu,- ii|iij;nna liii.u, porque yo ti-ii- ([o|ír«nc.nil¡4iiz*fiiüi «xiru. Uej.i cornpl>!ii.i,i,-ine h U diai-reciiin do uai.'il .¡1 uiiastnal Knfinii.k.. .lubu iluuir áusteJqiiu el (jH^iláo del uruuro ale.N»!!' Gf.-r" íiai-spruBail.) U iiniiiiún A-i quuU eH.:u!iiir« puede «fec:t«sr k i^lidu do S«iiii.i opinliin nia di«cut¡rla, hnbiftiduJH ¡u (.■niiiuiiirnilo »ir o^í- iiiiin, duspiiés du moldura rd'lüxiáii Siempre lie erigid u qilucKitti'n utr.ia mariiiuB más «innpittentyü quejo, J muullo SÍunto (ju« iiÍdjuiíio ilt^eiLn pueda vei.ir p»ra K-grama t-urÉiu una orden paraBalír de la rad de Usted. IWeoá usted H.) airví fDtiliri.iar la orden de salida del \iu rrtii, porque ii» e^ti aseiitadaen térniiu.M eiulit^itos. y iúUüIio me ap^nnria el no itilurpreíar s»s Sauliano, Jiu.io -¿S Á<- 9j.— Uapiián General lH..iiro. — tl..l..na.— Eí iniposilile rl'«mb_irf»r las Cu r^a-i .lu la escuadra del Almiraule a-rvera hasta que llefju.^n loa rel'(ieri'-uii.-^"Ijiniires." ilabuna, Juiíin Ja d-' 9S.— Aimlrinto Cerrera. —áai¡t¡=<(;i>. — Despo mejorar lara ub-tiiduiiurlo, partiendo pin iloo'le nnied ur-ei mii conveniente; pero <>n caso de que Un B'>li itanients de la ma- nera que sea po.^ible, y su destina será ileienniíiado |i'>r u~ier< y loa dÍ!:ni)a eu. ndaiiti'S do liw liuiines. que no dudo coiilirní irán uou am actúa la reputación deqaeKOí,.n,--UUn,n.' ■ 'iStinii^i^o, Junio ':nd.^ ■ 9S.— Capit; lelcerania. Favor de rep.- tirlode.de b L'uniplidHS Como mejor aea potiute. a pe' ir ul'J liecho qu ' la uactaez d - e^rlion lo hará diffuil. líatoi iiuquea neL-eaitdn doce linra' para c ■ eufirse, y ai permanecen encf ndidos para perinitirlea apri'veuhar la prioiera uportun'dad para salir 'h'! puerto, quemarán á razón lie quines tivneladis diari.i^ d" etrtión i^ada uno. Sin enibargu. oreo li:iber interpretado la sijüiiiticaeión de i-us órleiirg. que i-t, ni tei>ga lina oportunidad favorable, la aproveeno de la mejor nnnera pn.sible y si no, á última bnr^i li^ibré de salir del puerto aún á p'^sar oe que la pérdida de la escus' dra será inevit ible. — "Cerrera." "Habana, Julio 1. ° de .'8.— Almirante Cerrera,— SantUgii. —lie tenido noti- cia riel avance del oneinipn á peaar de los heroicos esfaerzos de defensa de laa tropas en Santiau'o, y doauuerdo con las ínitruccionea del Uob^erno. u^ted ;ir «le ]ii había de Siiii- tiago, des|in¿s de iin coinbate fiiiii>S(> con los barco'; america- nos, dirigiéndose á lodn vapor hacia el Oeste, lín Madnd uiis- nio prevaleció con tal insistencia esta noticia qne [Uibo públicas manifestaciones de regocijo j)ara celebrarla. Ferii el siguiente cablegrama de la Prensa Asociada no dejó lugar ¡i ninguna duda. "Madrid, Julio 5.— Hl Presidente del Consejo ile Ministros, Señor Sagasta, anuncia oficialmente que la escuadra del Al- mirante Cervera lia sido dt-rrotada; que el "Almirante Oqueii- don fué incendiado; el «Infanta María Teresa» echado á pique, y que el almirante Cervera es lioy prisionero l iii.c;. ¡ in^Ur tí , .tris r.;! ont'H ■ ^ I» pus i tiiliil'i'l de va-'apar. iMK.'d qi: í<,Ih..1,.1I itoh», r r.-s liiiquH* eiioiniaor" bloqm mulo -i puer -10. s In llal>»T \íxy t,u>' ■lili., rt... -1)1.1! dfi.ri! .ort.,..«ia.-- Üluic. timiiici. rij.fo, J, (lio i. 'd.-tíS— Uíi td,.grai.i« de ayt,,-, jírán (i.-nerHÍ I3lan<^ , del.«ii,furin«r á u» -Ií«li sna.-Uij i'l (¡ei.er 'al"Lin q,.v no fm>-d.- d.'.ol luirían ¡i v«iiz»r rj..r U.« imi.t .(.í T^ica.l.w. rSineHl.i ]:idra 1 porir» s :.lir det 1 ya-no. K-n.l-lrd — ■Oti-em ■San ti^ff... J, .' '<<■ 98--C: i;.ili.n (i>-rier»i Ií!r.i -.<-0.-ll • lia .».- í'.ir en ducto d el (;t>n<>r hI Toral ilciiuu.'t»! 1 nnriuift d.'l cnmhali ^ d„ h.,J. . Kl Ge. i.-ral T r»l ..pi riH íjiíp B lii»rino«de lo» pTiiit •»«)(ar la c»f.l 1. d»> S» t"" nr'?r.¡'«á*iHrs JL^í iníón U m>«» ,« quf^ 1 adel U.'i.'-ral Tora i(ane- < 'manera. linTÍc Un .-pulí. -C-rveí "Hat inn:>, .l'i iio2dees.— Almiri íiile Ceríi ra— Hantiaeo. — Ki prisa SI ..«J-S.lfrHd-lpil.Tt.l linirii-dUtamcnt.- coi 1 llie'l'H; BU-ico (Con y letra.elG.'ix-ral iílaNooaarcgó h1 iW. -pacho 1, 1- «ienii iHbraa 1 auo osori ibióSl.vueÜadH iLle^rama: "Duco li oras »uL (■rías para qup Cerrera B.; aliste.)' iUdí ■id. Juli. i>3.-C>.pitánUem.i -al lílani-o.-Jlabana, Lmí nmuccioneHd»d>ii en ausen- cia del Almirante Sampson, asumió el mando, á la vez que el «Resoluteii partía, con toda su velocidad, á dar parte al Almi- rante Sampson de que el eTieuiigo pretendía alejarse. Una vez fuera de la rada los buques espaííoles trataron de escapar, doblando por su derecha, á la izquierda de " la escua- dra bloqueadora. En razón á su velocidad, pronto cambiaron de posición: el bCoIóu" y el "Vizcalla,» conao más veloces, se pusieron á la vanguardia dejando frente á la nota al /rexas» enviaban hu.s granadas contra el «Vizcaya» y e] «Colón» si l>ieu este último media hora después de su flalida de !a bahía, iba poniéndose fuera del alcance de sus perseguidores. Entretanto el «María Teresau que como hemos dicho, ha!)ía recibido una granada del "lowao, fné alcanzado por otra me- tralla del "Indiana» que prodnjo el incendio á bordo con suma rapidez. A las diez, y quines minutos el «Teresa» t;nía la mayor par- te de sus cañones desmontados y uii violento incendio había invadido todos sus departamentos: empezaba á hundirse. En- tonces el Almirante Cervera cediendo ante lo imposible, deter- minó embarrancar su buque y así lo verificó en las rocas de Ninia-Nima, á .-eis millas de Santiago, arriando su bandera. B;I Ahnirante abandonó el último el navio; salió á nado á la playa inmediata ayudado por nn hijo suyo, oficial de su mis- mo buque; más viendo que el "Gloucester» envió sus botes pa- ra salvar á los náufragos, se rindió al teniente Mortou y se hizo conducir prisionero al referido buque. Al ser recibido en el portalón le eiítreclió la mano el coman- dante y ledijti: «Saludóos Señor. Habéis sostenido un combate como ninguno se vio en ei mar.» El nOqnendo» fné averiado también muy pronto por los pro* yectiles del «Brooklyno «Oregon,» «lowan é «Indiana». Uno de ellos determinó la explosión de la santa bárbara y prodnjo el incendio rápidamente. Luego hicieron explosión sus propios torpedos. A las lo y 30 a. m. ó sea un cuartí) de hora después del "Teresa>i, e1 «Oqnendo», completamente destruido, arrió su ban- dera y enarholó la de rendición, embarrancando en el lugar de la costa llamado Juan González. Fuera de combate estos dos buques, el fuego americano- se concentró en el «Vizcaya» que en pos del «Colón» amenazaba escapara de sulcance. El "Oregou" y el "Texas» lo perseguían mas de cerca; el es- tallido de las baterías indicaban que los proyectiles americanos hacían explosión en el interior del buque. El «Plutonu y el «Furor» pretenden entonces acercarse al «Vizcaya,» á tiempo que e! "lowa'i reforzaba el ataque del «Oregonw y el «Texas,» y más tarde el «Gloiicester.» El «Vizcaya» continuaba haciendo fuego sobre sus enemigos con objeto de favorecer el avance de los torpederos; más fué imposible. El »Gloncesteri). á la vez que recibía una descarga de toda la segunda batería del «Vizcaya», se puso frente á los torpederos á fin de impedirles el paso. El «Oregon» el «lowa» y b, Google el «Texasu descargaron eiitoiict-s lina lluvia ile iiietríiüns y balas -solif ol "Vizca''a,» prccisaineiile á tiempa que el Almirante Sapsoii. á bordo del New Vuik liejíaba ai teatro de la guerra. ííl (• Vizcaya», bastante averiaiio ya, tuvo aun que hacer fren te á un enemigo mas: el ImJiaua que llegó á reforzare! ataque, no sin haber atite-i (Iejaii!i>. Sit Iripnlación fué recoj^ida por el «lowa» el nííricson» y el "Hist" que se apresuraron á socorrer á los náufragos. Debido á la supciiorida() bajas; d-a éste ni'iniero 600 corresponde á los nni.-rtos y 1 4 nu fueron lie- dlos prisioneros. Tatiibién sobr;- el mar se vt-Nin llolar numero- sos restos luinianos. La luiniaredn que desprendían los buques incendiados cubría un espacio de cuatro millas. He aquí el parte oficial de Almiíaiite Cerverii: "Playa uésde couibtte di-si^i: .1 v cmura tuerzas tres veces uiayores quL' la mía, Imbí mi t— 1, '. 1 .(u-dó deslriii da, lial>iéndoles (huin orden de ipi^.- ei- ■ ■ I .1 ,1 ■■ -..Ihv- l.is lucas. El «María Teresa" H «Oquendo,- y el A'i;'.-i, ,:> lucieron e.tplo- sión y el BC á un lindarlo pasarán de seiscientos los iiuiertos y los iieridc)- si.n iiinolios, aunque 110 en tan gran pri>porciüii. Nosotros los siipeiviviciues sonios pri- sioneros de los americanos Mi f^i-iite s^- por ló cmi gran valor y se han Conqtii-itad imla el enemino. Viilainil se cuenta entre los mueitosycien I/i/aua tanibiéii pereció. Knlre los btriii<íS se eircueutra iCulate. Hemos perdido todo y necesito fondos. —Cervera He aquí l:i deícripción que liaie de la D-tmorable batí^lla el capitán lívans, del ulowa,» !a cual es, sin duda, la más deta- llada: «Cuando el primer buque del Almirpule Cervera enseñó su proa á la entrada de la bahía de S.Liitiitgo. un marino que en esos moruenfos se encoutralja sentado en el puente del buque de guerra "lowa» gritó: ¿qué es aquél punto negro que se des- taca en la boca de la barra? En un ni-iineiito la tripulación del flowan estaba en sus pu;s- tos respectivos, y la aproximación del buque enemigo era seña- b, Google lada á la vez por nna espesa nube de humo que anunciaba el primer cañonazo de alarma, á la.s nueve y treinta minutos de la mañana. A la sazón yo me encontraba en mi camarote, y al oír el dis- paro prtcipitéme á la cubierta, y en el acto comenzó la manió bra de guerra; el timbre de señales ordenó al maquinihta mar- char á plena velocidad; cargué el timón á •estribor y en breves instantes el «lowa» cruzaba los límites de proa del «Infanta María Teresa,» el primer buque de la escuadra enemiga, que majásluosamente salía de la bahía de Sautiago de Cuba. Luego que los movimientos del «lowa» fueron conocidos del enemigo, el «María Teresa» rápidamente se escabuyó hacia el Oeste, más un tanto fuera de tiempo, pues una metralla de d()Ce pulgadas, hábilmente lanzada del cañón frontero bacía su terrible explo- sión en la proa del elegante buque español. ¡Tíntabióse la lucha! y esta constituyó un verdadero espec- táculo. La salida de la hermo.sa, pero infortunada escuadra enemiga, en perfecta columna, equidistante, aumentando su velocidad á trece nudos, era soberbia. Rl «lowa.» desde ese momento no cesó de hacer fuego con sus cañones de grueso calibre; siempre adelante del "María Teresa,» obligándole á mantener su proa á estribor y procu- rando con mis cañones de proa, echar á pique uno de los bu- ques que tomábanla descubierta, «el Oregón,» «el Indiana,» "el Brookiyn" y "el Texas," por su parte hacían excelente trabajo con sus cañones de grueso calibre. En un corto espacio de tiempo, relativamente, todos los bu- ques enemigos habían salido de la barra, y se hizo casi impo- sible para el "lowa" poder destruir el primero ó segundo buque enemigo, dada la inferioridad de locomoción á los cru- ceros españoles. A esa hora, después de la salida de la escuadra del Almiran- te Cervera, la columna enemiga se encontraba á diez mil 3'ar das de nosotros, casi poniéndose fuera de tiro certero. No ha- bía tiempo que perder, y cargué el timón á estribor, virando rápidamente, para descargar sobre el «María Teresa» una com- pleta andanada de los cañones de ese lad" del «Iowa,« quien, volviendo á tomar su posición con suma presteza, dirigió su proa al segundo crucero que pasaba, el "Oquendo," y descar- gó sobre éste sus gruesos cañones del frente. Las máquinas, durante estas maniobras, movían sus excén- tricas con uua velocidad vertiginosa, imprimiendo á nuestros buques un avance de proa tan fuerte, que las turbulentas olas eran hendidas hasta llevar su, espuma sobre el puente; en tan- b, Google to que el "Oqueiido" y el "María Teresa" disparaban sobre mi buque «lowa» una verdadera granizada de bombas, cuyos es- tragos sólo fueron sentidos en las cliimeneas y el palo mayor. El "Cristóbal Colón," siendo de más rápido andar que el resto de la flota española, presto dejó á sus compañeros á reta- guardii, haciendo poderosos esfuerzos para escaparse. Este crucero al pasar frente á "lowa" colocó dos metrallas de á seis pulgadas con magnífica puntería en nuestra proa por el lado del estribor; una de éstas atravesó de parte á parte nuestra caja impermeable, derribó la defensa y fué á reventar en el interior de los camarotes de proa, causando estragos de consideración; la otra pasó e! casco á la altura de la línea de flotación y se fué á alojar cerca de la caja impermeable, donde aún permanece. Una vez que era imposible para el "lowa" la destrucción de alguno de los cruceros españoles, que habían avanzado mu- cho adelante del "Oquendo," determiné cortar el paso á éste y, para el efecto, cargué el timón á estribor y gané la paialela del buque enemigo; colocándose el "lowa" á mil cien yardas de distancia y disparando toda la batería, inclusive los cañones de tiro rápido, hice suspender un tanto la marcha del nOquendo.» El resultado de esta descarga fué aterrador! Muchas bombas de á doce y de á ocho pulgadas vimos que hicieron explosión dentro del casco del buque, y pronto las lia- mas y el humo comeuzatou á envolverle. Pasado que hubo el pánico las máquinas del «Oquendo» volvieron á funcionar, y listo alejóse del «lowa" para, en ma- la hora pasar frente al «Oregónu y el «Texas», que á su turno descargaron sus baterías sobre el enemigo. En esos momentos el grito de alarma de nuestro vigía anun- ciaba la aparición de dos torpederos destructores, un cuarto á estribor y á cuatro mil yardas de distancia. Inmediatamente fué abierto el fuego .sobre ellos, y una me- tralla de doce pulgadas destrozó completamente la popa de uno .... Al mismo tiempo que hacía explosión nuestra bomba en el bote enemigo, una, lanzada por ellos, pasaba á muy pocos pies sobre mi cabtza, ¡Bravo! exclemé ese parece saber mucho de artillería!... En la horrible revuelta de los cruceros que en desorden avan- zaban, se movía de uno á otro lado el pequeño «Gloucestern, ora disparando sobre un crucero, ora sobre un torpedero, y cau- sando estragos por todas partes donde había blanco sobre que hacer tiro. Fué una verdadera maravilla que no hubiese que- dado destruido por el chaparrón de metrallas que en su derre- dor hacían explosión. I^a sangrienta lucha tomaba incremento por instantes. El «Vizcaya" se defendía con desesperación y logró colocar algu- b, Google nos proyectiles en ia cnhierta del nlowa»; durante quince luinu tos el Cañoneo, par ambas parles, llegó á su luaxiniun de ac- ción. Kl «Vizcaya» con asombrosa rapidez disparaba sobre el «lowa»; más fsus proyectiles no cansaban efecto alguno debido á su ma- la dirección; en cambio las bombas del buque smericauo visi- taban ctm sutna frecuencia los flancos del crucero español que al pasar frente al «Oregónu recüiió de éste una completa grani- zada de bond)as. I,os estragos del combate empezaron á ser palpables: el "In- fanta María Teresa» y eí «Almirante Oquendo» alejándose de la columna del enemigo, poiu'a su proa con rumbo á la playa, envuelto en espesos nubarrones de liumo producido por el in- cendio. El «Texas» el «Oregón» y el ulowa» atacaban sin tregua á los buques españoles, los cuales en pocos moraententos queda- ron convertidos en informes masas de liumo y fuego, arriando su bandera. Presto el «María Teresa» desplegó su bandera blanca, á la vez que su tripulación en completo desorden, se precipitaba á la mar. Pocos minutos después la «santa bárbara» de este her- moso buque producía una formidable explosión. Esto pasaba veinte minutos después que fué disparado el primer cañonazo de esa memorable acción nava!. Kn segundo término, y á una aparente larga distancia, el «Broi>klyn» y el «Cristóbal Colón» ocupábanse con matemática precisión en cambiar metrallas mutuamente. Cincuenta minutos después de haber disparado nuestro pri- mer proyectil, había -otro crucero fuera de combate: el "Vizca- ya» lamido por las llamas dirigía su proa hacia la playa de Ase- rraderos, donde al fin encontró su último lecho de descanso. Sabiendo que yo no podía dar alcance al «Cristóbal Colón." y que el «Oregóu" y el «Brooklyu» indudablemente podían, en compañía del «New York.» siendo éste el que más se acercaba á él, resolví acudir al llamamieto de la humanidad, y me alle- gué á aquel brillante y bravo cuerpo de marinos que habían rendido .'•n bandera á la escuadra americana, al mando del Al- mirante Sampson. Así fué cómo la proa del «lowa» se dirigió hacia el «Vizcaya» cuyo casco estaba envuelto en largas llamas. Mi buque avanzó hasta donde la profundidad lo permitía y en seguida se largarotí todos los botes para socorrer á tos vencidos que se estaban ahogando por docenas. Los que por sus horri- bles heridas, no habían podido echarse al mar, se retorcían desesperadamente sobre la cubierta del crucero español, presas del fuego que los asara, vivos aun. El número de valientes ren- didos era grande. b, Google AI mismo tiempo que me acercaba á impartir auxilios á los mariuns españoles, descubrí que una partirla de cubaiios desde los arrecifes hacía fuego sobre íiquelloB desafortunados náufra- gos que luchaban cuerpo á cuerpo con la muerte, arrollados por las enormes olas que con furia reventaban en las rocas abruptas de la playa. Esto no duró mucho tiempo, pues tres ó cuatro bonbas de grueso calibre se encargaron de calmar la furia de los que bien piutiérainos, por la barbarie que cabe en el acto, llamar saU'a' jes. Lo qne á mi pesar no puede remediar, fué la mutilación de tanto hombie cometida por la tremenda cantidad de enormes tiburones. Estos seres inhumanos se encontraban en un alto grado de exitación producida por el espectáculo que ofrecía el mar tinto en sangre y los ayes supremos de dolor salidos de los moribun- dos valientes. Mi tripulación activa, bien pronto había recogido algunos centenares de iiáníragos, y pude á la vez socorrer á los qne se quemaban en la cubierta del crucero <(VÍ7Caya»i cnyns pequeños alniHcenes hacían explosión á cortos intervalos causando ho- rrorosos estragos en el buque. Mis botes regresando con su car- ga humana formaban un largo cordón y presto se lleno la cu- bierta del «lowa" con la fuerza española, siendo de notar que todos desde oficiales á marineros, estaban completamenle des- nudos. Las piernas de algunos de ellos estaban enteramente destrozadas por el contacto délas metrallas, y otros estaban mutilados de una manera inconcebible. En el fondo de los botes había tres ó cuatro pulgadas de san gre; en muchos viajes llegaban algunos cadáveres sumergidos en aquel rojo imponente líquido. Estos bravos luchadores muer tos por la querida patria, fueron después sepultados con los huiiores militares debidos, por los tripulantes del "lowa». Ejem- plos de heroísmo, ó mejor dicho de fanatismo por la disciplina, jaulas habían sido llevados a! terreno de la práctica tal cual se llevaron por los valientes marinos españoles. Uno de estos, coa el brazo izquierdo completamente arrancado de su sitio, el hue- so descarnado pendiendo solamente de pequeños fragmentos de piel, enteramente desnudo, bañado en sangre, con serenidades- tóica, subió la escala y al pisar la cubierta del «lowa", se cua- dró y saludó á mi tripulación con tan hondo respeto que todos nos .sentimos altamente conmovidos. Otro de estos valientes lle- gó, metido en una charca de sangre, con la pierna derecha úni- camente; fué atado con un cable c izado á bordo sin proferir una sola que^'a. Gradualmente se fué llenando la cubierta de españoles; el maderamen siempre blanco y limpio, se veía entonces, total- b, Google mente rojo de sangre, y ya plenamente ocupado por los rendi- dos, era casi difícil reconocer en el niowa» un buque de guerra americano. L,a sangre imperaba por doquiera, y después de algunas ho- ras de fatigas nobles, doscientos setenta y dos hombres desnu- dos recibían agua y alimentos, de aquellos que pocos minutos antes, les habían enviado verdadera lluvia de metrallas que sembraban desolación y ruina. Para terminar aquella faena llegó el óltimo bote conduciendo al capitán del «Vizcaya, u señor Eulate, para quien se llevó una silla, pues evidentemente estaba herido. Todos sus oficiales y marineros al verlo llegar se apresuraron á darle la bienvenida, cuadrándose y presentaron armas luego que se desató la silla de la carrucha. El capitán Eulate, poco á poco se puso en pié me saludó con grave dignidad, desprendió su espada del cinto llevó su guarnición á la altura desús labios, la besó reveren- temente y con los ojos brotando lágrimas me le entregó!!! Aquel hermoso acto quedará indeleble para siempre en mi iiienioria. Saludé ai valiente español y no ecepté su espada. Un sonoro y prolongado ¡linrra! sulíó de la tripulación del «lo- wa.» Luego tomaron mis oficiales al capitán Eulate en silla de manos y lo condujeron á un camarote ya dispuesto, para que e! médico le reconociera las heridas; ya que íbamos á bajar de la cubierta una formidable explosión, que hizo vibrar las capas del aiie á varias millas en rededor, anunciaba el fin del "Viz- ' caya." El capitán Eulate volvió la cara y extendiendo los bra- zos hacia el lugar donde se produjera la detonación grito: "A- dios «Vizcaya» , . . ya . . , >■ y los sollozos ahogaron sus palabras. La guerra había entonces asumido otro aspecto: el pagador del "lowa" ordenaba la distribución de uniformes entre aque- lla multitnd de hombres desnudos y presto las provisiones re- paraban los cuerpos fatigados del combate. Como viera yo que la 'ripulación de los dos primeros buques echados á pique no había sido visitada por los nuestros, puse la proa hacía donde se hallaban. A poco andar encontré al "Gloucester" que regresaba trayendo al Almirante Cervera á sus oficiales y un grau número de heridos, muchos de estos enteramente mutilados. Varios prisioneros que gauarou la pla- ya fueron muertos por las balas cubanas. En seguida el "Haward" recogió la tripulación del "Almi- rante Oquendo" y del "Infanta María Teresa" y cerca ya de media noche, el primero de estos buques tenía á su bordo nove- cientos setenta y seis prisioneros de guerra estando heridos un Donsiderable número de ellos. b, Google 193 Con respecto á valor y energía nada hay registrado en las páginas de la historia que pueda ser un símil cuu la acción del Almirante Cervera. Salió, como él perfectamente lo sabía, con la plena convic- ción de que su flota quedaría destruida por la escuadra ameri- cana; mas tenía la esperanza de poder salvar al "Cristóbal Co- lón" debido á su gran velocidad. El espectáculo que ofrecían los dos torpederos destrucctores, meras cascaras de papel, mar- chando á todo vapor bajo la granizada de bombas enemigas en pleno día, sólo se puede describir de esta manera: un acto es- pañol y ordenado por el General Blanco; la misma frase encaja perfectamente con respecto á todo movimiento de la escuadra espailola: heroísmo en su más alto grado. En contraste con los candentes arranques de los españoles estaba el efecto del frío y deliberado trabajo yanquee. La escuadra americana permanecía sorda á todo sentimiento huTuanitario; al parecer estaba allí para combatir y destruir, y así fué que al entrar en zafarrancho de combate, atacó sin pie- dad al enemigo; mas esta crueldad trocóse en geuerosa corte- sía cuan presto arriaron su pabellón los españoles, y sin apa- sionamiento diré, que si en alguna memorable jornada cupo el sentimiento de humanidad, éste fué dei'nostrado por los ame- ricanos. El Almirante Cervera fué trasbordado á mi buque del «Glou- cester» que lo había salvado de una muerte segura. Al saltar sobre cubierta fué recibido militarmente por un completo esta- do mayor del Camaiidante y los artilleros del «lowa.» Cflii los rostros ennegrecidos por la pólvora, salieron casi desnudos á dar la bien venida al valiente marino, que en traje interior úni- camente y con la cabeza descubierta gravemente pisaba el puen- te del buque vencedor. La numerosa tripulación de «lowa» en unión de la del «Glou- cester" prorumpía en un grito de júbilo cuando el Almirante español respetuosamente saludó á los marinos americanos. Aunque el valiente vencido sin insignia ninguna, ponía su desnudo pié en la cubierta del «lowa" todo el mundo hubiera reconoido que cada molécula del cuerpo de Cervera, constituía por si sola, un almirante. Su rendición á los rudos golpes de la guerra la efectuó con tan heroicos y nobles detalles, que por siempre lo colocarán á una altura envidiable. El "lowa» disparó treinta y una metrallas de doce pulgadas, cuarenta y ocho, de á ocho, doscientas setenta de á cuatro, mil sesenta proyectiles de A seis libras y cientT veinte de á una libra. Los oficiales del «Vizcaya" me dijeron que les había sido imposible sujetar á sus artilleros ante sus cañones respectivos, debido al nutridísimo fuego de los buques americanos. b, Google 194 El agua que arrojaban las mangueras, mezclado cou !a san- gre que abundantemente manaba de las heridas de los españo- les, daba á la cubierta de sus cruceros un aspecto imponente y desolador. Fragmentos de seres humanos yacían en coufu- sión entre los cañones enemigos, y á cortos intervalos las me- trallas sembraban el pánico. Por las cavidades de uno de los costados del «Vizxaya» se escapaban enormes leuguas de fuego que enroscándose en la cubierta, tostaban los cuerpos de los moribundos que desespe- radamente pedían socorro con lastimeros gritos. Las explosiones de los buques encallados se sucedíau sin tre- gua y cada conmoción de estas era seguida de inmensos ayes de martirio. De los cañones de seis libras fueron disparados cuatrocien- tos cuarenta proyectiles. En la parte superior de la torrecilla los artilleros no descansaban un instante disparando sÍu cesar con los cañones de á libra. Lis bombas enemigas cruzaban sil- bando por encima de los artilleros sin que estos siquiera se, agachasen para esquivar sus golpes. Uno de estos aguerridos hombres, cegado completamente por la pólvora, permanecía sobre la manivela de sus cañonea de á do ■ ce, maniobrando al acaso, sin que humanos esfuerzos bastaran á desprenderlo de su pue.-;to. Otros, carbonizados casi, con un pañuelo mojado sobre la cara, con dos agujeros para los i jos, disparaban metrallas con una presteza increíble. Como los cañones de á seis estaban tan cerca de los de á ocho, no se podía permanecer entre ellos con seguridad, y así, cada vez que erao disparados los de grutso calibre se ordenaba á los artilleros de los primeros retirarse; mas estos se negaban á obedecer aquella orden y seguían en su sitio enviaudo chapa- rrones de bombas. Cuando los cañones de á ocho pulgadas eran disparados, la conmoción era tan terrible, que repelía á la parada de artilleros de los cañones de menor calibre á una dis- tancia de diez pies, cual si fuesen de papel. ¡Nada importaba! Estos, sordos como uu canto, deb'do á las tremendas vibracio- nes, regresaban furiosos á sus cañones y, á su vez, hacían fue- go sin cesar, hasta que por último, por la fuerza, eran arrastra- dos de sus puestos. Tal encarnizamiento y tal bravura eran frecuentemente ob- servados en todos los crucerus empeñados en la refriega. Durante la permanencia del Almirante Cervera en el «lowa,» de todos se hizo amar. Nos dijo que después que recibió la or- den de marcha del Gral. Blanco que efectuaría la noche del día 2 de Julio pero que el Gral Linares se lo impidió dicién- dole: "Espere vd. hasta mañana en la mañana, que á esa hora los sorprenderá cuando estén entregados al servicio divino, pues es domingo. b, Google "95 Para terminar mi mal trazada descripción agregaré que, el nlndiatia» fué tocado dos veces, el "Oregóii" tres y el «lowa» nueve veces. Con respecto á los oíros buques aniericanos, no podría yo fijar sus averías, pues eso toca á sus capitanes res- pectivamente. >i Hasta aquí la narración del capitán Evans. L"s marinos españoles supervivientes al desastre afirman que el capitán del lOquendow Don Juan de Lasaga se suicidó antes de declararse prisionero. Bl comandante Villami!, segundo de Cervera, y jefe de la flotilla torpedera, pereció á bordo del "Pintón.» Villamíl era re- conocido en España como el perito más eminente en materia de explosivos aplicados á la guerra naval. De la tripulación del «Oquendo» que se componía de 487 personas, sólo se salvaron cinco. He aquí los nombres de tos jefes y oficiales hechos prisione- ros. Dei "María Teresa:» Almirante, D. Pascual Cervera: Capi- tán, Me Choron; Pagador, Mellado; Tenientes: Burquetas, Ir- naz, Cerón, Cervera. Carrasco; Cadete, Mureiio. Del «Vizcaya:>' Capitán Enlate (herido); segnndo Capitán Roldan; Tenientes, Capríles, Quorija, Leujo, Pa.sos y Suaucés; Guardias Marinas: Castro, Castaííeda, Manjón, Sobrini; Cape- llán, Biesa; Cirujano, Jurada; Cadetes: Morris, Manjón, Vega. Quezaria, Tossi, Obertin y Bentiiz; infantería de Marina: Ca- pitán, Beleato. «Cristóbal Colón» Comodoro, Don José Paredes; Capitán D. Emilio Moren; Capitán de Infantería de Marina, León; Tenien- tes; Brutóti. Cal y Paredes; Cirujano, Nuñez; Subtenientes: Arancibia, Lerba; Pagador, Cobanillas; segnndo Cirujano, Meneseíí; Capellán, Gronero; Ingeniero, Chapelle. Caza- torpedero «Furor:" Teniente, Carlier; Ingeniero, Cur- uéa. Caza-torpedero «Plutón:» Teniente Vesca; Ingeniero, Bordo; Marinos, setecientos treinta y ocho. b, Google b, Google CAPITULO XIV. iTiftiiitaa de rendición do Santiago. — Consecuencia do )a perdida tlp !s eíijua- dra española. JJificulta los un U común ieadón con Es]wña. — Rendición do Siintiagii — üasi's du la capitulación. — Coaan las hustiliitades, — Capitiiiación de Mauila. os pliegos, que hemos visto en el capítulo anteriot, |iie eiu'ió jjI General Toral el jefe aniericaiio Shafter -■íniteiiíaii la deinaiida de la rendición y tanii)iéii ti _aviso de que, si no se accedía á su solicitud, boinbar- iicaiu la ciudad, Cuum el General Toral por sí solo no pudiese resolver nada respecto á ia rendición sin coniiin)carlo antes á Madrid para obtener instrucciones, la respuesta que envió al General americano uo fue la que éste deseaba, esto es, no de- cidía la capimlacióu, pero indicaba se debían suspender las hostilidades para dar tiempo á que las mujeres, niíios. ancianos y no combatientes se pusiesen á sslvo dct bombardeo, caso de que'para el plazo fijado por Shafler iiu hubiese decidido nada el jefe español. Al día siguiente se intimó de nuevo al General Toral, jefe de la guarnición de Santiago, la rendición de la plaza, y como respondiese CDU una negativa firme y enérgica, más de quince mil personas embargadas por el pánico inlentaron .';alir de la ciudad huyendo de los horrores del bombardeo y del hambre. Ancianos decadentes, mujeres llevando en braz.os á sus crías, niños de poca edad, se dirigieron á Caney, á San Luis y otros puntos eu busca de pan y de seguridad. He aquí las comunicaciones cambiadas con tal motivo eotre oís jefes de ambos ejércitos: «Cuartel General de las tropas americanas, cerca del río de San Juan, Isla de Cuba. Julio 3 de i8g8. K. a. m. — Al coman- dante en Jefe de las tropas esfañolas.- -Santiago de Cuba. Se b, Google fior: Me veré obligado, si usted no rinde la plaza, á boiiibar- dearlH. Ruego á iisttd intorine á los ciudadanos de naciones extrniijc-ras y á Ihs mujeres y niños que deben abandonar la ciudad antes de la nníi del día de uiañ-ma. — De usted respetuo- so y obediente srrvidor. — li. IV. S/ia/íer, Mayor General del Ejército de los I-M.-idos Unidos •> La sijíuiente es la contt:^.taciÚIl que por conducto del Coro- nel Dorst rícibió á las seis y treinta p. in; «Sanüíígo de Cuba, 2 p. ni. Julio 3- — A >u excelencia el Gral. eti jefe de Ias tropas de los Est!.dns Unidos. Kío de S-\n Juan,— Tengo el liouor de responder á la cninunicacióii de Ud. fucilada lioy á las 8. 30 p. in, y recibida á la una de la tanSe, eu la cual demanda Ud. ¡a rendición de la ciudad, y, en caso contrario, me anuncia que bombardeará la ciudad y que debo arísar á los extranjeros, mujeres y niños, que abaudoneu la ciudad antes de la una de la tarde de iiiüñíina. Ks de mi deber decir á Ud. que esta ciudad no se rendirá, y qne informaré á los Cónsules extranjeros y h^íbitanles, del ci>n- tenido de su mensaje. — De Ud. respetuo.-aniente. Toral, Co- ujandaiile en jefe del cuarto cierpo de! ejército » li! día A se reaauiló, pues, el combate, en vista de la negati- va de Toral. El resnlladn inmediato de la irreparable pérdida de la escua- dra española fué que los americanos pudie'rolonga de milla distaiit^^s de la costa, dis- parando por elevación sobre las colinas que descienden hasta la playa, y ocultan á la vista la ciudad di-tante cinco millas. El bombanU'ii se efectuó durante mía hora, siendo suspendido para continuarlo en las primeras horas dei día siguiente. Después de haberse disparado 35 proyectiles de los cañone.s de 8 pnlgüdas el C'.'moiior rogó entonces que la respuesta se enviara por duplicado, mandando un ejemplar al General gobe nador de la plaza y otro á él. La acción del arzobispo, ejerció, sin duda alguna, poderosa influencia en ias autoridades españolas d; Santiago. Aquella tarde el General Linares, aunque desde el 19 de Ju- lio en que fué herido, había entregado el mindo activo de las fuerzas al General Toral, envió un largo cablegrama á Madrid. Yo pude ver una copia de este documento. El General Linares manifestaba que su situacióu en Santiago era impo.sible; que tenía muy pocas provisiones, y que no le quedaban municiones b, Google 5iiás que para alfiiiiios días; que la población le bahía abando- nado y que tanibién el clero amenazaba ausentar.se. «Indicaba la difeiencia entre el ^itio de Santiago y el sitio de Gerona ¡jues en ■'sta ciudad, todii el mundo, sin exceptuar las iiinjere.s y los niños, había coituerado á la defensa. Final- mente, ofrecía .-^aerificar SU reputación y sacrificarse él misino haciendo la entrega á los aniericHiios. «A este despacho no recibió contestación de Madrid, pero al día sifíiiiente, el Giíuera! Blanco, á q\iieii también se había di- rifíido el Gpneral Linares, le autorizó á hacer 'a capitulación.» El cerco de la Ciudad se había completado, entretanto avan- zaron las fuerzas amttricinins al mando del General Lawton ha- cia la parte Norte. El General Toral deliberaba .sobre la.s pro- po.^ioione.s que .se ie habían lieclio para obtener la rendición, y procuraba comunicarse con el Capitán General. Al terminar el día, en vista de que Shafter en cniíipliiniento de lo que se le ordenalia de WashingtoTí, exigía la rendición incondicional de la plaza y la guarnición, el jefe español decidió mantenerse fir- me lia.sta (1 último t-xtrenio y así lo comunicó. Los americanos se riispiisii-ron para el a.salto. Hl 13 tuvieron una conferencia los generales Sljafter Wheeler y Toral, nianifcstandu este último que estaba autorizado por su i^obieriio para proponer su retirada y la entrega de la bahía y de! puerto, la posesión oriental lie Cuba y las municiones de guerra. Los generales americanos en virtud de sus iiistruccio- ni'S rontcslarun que 710 podían tratar siiKi sobre la rendición del ejército, el cual ofrecía el Gobierno de Washiutoug condu- cir por su cuenta á Üspaíía. Toral pidió un plazo de veinticua- tro horas para cou'^ultar á Madrid, sobreestá proposicióu de transladar á la Península á los denfensores de Santiago. A primera hora del día 14, telegrafió el General Shafter al Gobierno americai]t>, que el comandante de la.s tropas españo- las en Santiago aceptaba la rendicióii de la plaz^ Tiombrando corni.sioiíados para ultimar las bases respectivas. Este arreglo comprendía á más de la ciudad, toda la parte oiieutal de la Is- la de Cuba, de.sde Aserraderos, punto situado en la costa Sur, hasta Sagua en 1; co^ta Norte, vía Palma; extensión de terri- t rio en la cna! se encontraban operando en total del cuarto cuerpo del ejército español. El Almirante Sampson exigió de Sbafter que no se terminara la capitulación sin estipular la completa remoción de las minas puestas á ta entrada de la bahía, y la evacuación de los fuertes que habían disparado con- tra sus buques. El mismo día en que el General Toral aceptóla rendición de sus fuerzas, bajo la condición de ser transLiiJadas á España, el General Shafter declaraba que una considerable parte de su ejército se hallaba infest.ida de fiebre amarilla y que era nece- b, Google sario proceder sin pérciida de tiempo á embarcar las fuerzas ha- cia Estados Unidos compreiidíeiidd que. de i)0 hacerlu así se- rían diezmadas irremisiblemente por la epidemia. A la vez toniaii--i toda cla^e de medidas para impedir ia pro- pagación (le la fifchre amarilla. Hemos visto que los soldados del ejercito qne defendió á Santiago, y los liabitiiites de la ciudad, no rirntaiiau ya con medios de subsistencia p;ira oponerse á la rendición mi:cho tiempo; hemos visto el dennedo con que fué defendida 'a plaza á costa de tanta sangre española: hemos visto la prande supe rioridad del ejército de Shafter, mi sólo iiúineríca. sino también y principalmente en los eienin-ntos de guerra ds todas clases, y hemos visto, por último, qne Toral recibr- rje Madrid pur me dio del General Blanco la orden de rendirse No obstante, dia- do fué publicada por la prensa la noticia de la capitulación de Santiago, una tempestad de iras populares se ilesató contra e! jefe español que rindiera el territorio. Ijos preparativ s que hacía la tercera escuadra americana, al mando del comodoro WüSts.n para su viaje á través d^-l A tlántico, no eran un rai.'^terio para n^die. Se sabía que las órde- nes expedidas por el ^iepartarnento de Guerra se refería al bmn- bardeo de puertos españoles, si era posible vencer antes á la flota del Almirante Cámar; , lo cual era de llamar la atención cuando se areglaban ya por conductos extra oficiales los tra- tados de paz No cesaban tampoco de alistarse las tropas de invasión para la campaña en Puerto Rico. I,os arreglos de la capitulación fueron, pues, terminados el día 14, entre los comisionados de Shafter y los de Toral. El territorio Tens comi- sionados americanos recomendarán al gobierno que st permita á los españoles llevar á Espyña las anuas que lau valientemen- te han defendido. b, Google 204 Este punto depende de la volmitíd del gobierno de Washing- ton. Me tomo la libertad de llamar la atención á que entre miles de los soldados rendidos, -ifgún dice el General Toral, hay cerca de 12,000 que no kan hecho nn sólo diaparo Ascienden á cerca de 24,000 el núinern desoldados qiiü habrán de transportarse á España, según el cAIíhíIo d^l General Toral, (Firmado) W. R Ska/ler, Mayor General.» En qné punto se encuilraban esos doce mil hombres que no hicieron un solo dispar'>, y qué disculpa tendría la rendición en este caso? Entretanto había sido declarada la ley marcial por el Go- bierno español en toda ¡a Península, estableciendo la rigurosa censura de la prensa, mientras se terminaban los aireglos de la capitulación [le Santiago. Las bases fueron sancionadas el día 16 por el Gobierno de Madrid y eran las sisruientesr «Primero. Las hostilidadei cesarán mientras se llegue al acuerdo formal de la rendici6n. SegUTido, Lü renilición incluye la rendición de las tropas es pañolas y material de guerra dentro de los límites de la pro- vincia. Tercero, Los Estados Unidos, transportarán á España, por su propia cuenta, todas las 'ropas españolas que se rindan, eni barcándiise éstas en el puerto más próximo al higar de su rendición- Cuarto. Los oficiales guardarán sus armas a! cinto y los sol ■ dados sus efectos personales. Quinto. Después de la rendición, las fuerzas españolas ayu' darán á la remoción de las obstrucciones á la navegacióu en la entrada del Puerto de Santiagct. Sexto, Después de la capitulación, el Comandante español entregará un inventario de las armas y municiones de guerra, así como el roll de las tropas en el Distrito. Séptimo, Al General español se le permitirá conservar los archivos militares de la Provincia, Octavo. Todas las guerrillas y voluntarios que deseen per- manecer, bajo su palabra de tío volver á tornar armas contra los Estados Unidos, podrán hacerlo. Noveno. Las tropas españolas marcharán fuera de la ciudad con todos los honores de la guerra, deponiendo sus armas, de las que dispondrá el Gobierno de los Estados Unidos. Los co- misionados americanos recomendarán A su Gobieru"' que esas arniaít sean devueltas á aquellos que tan heroicamente las han defendido.» b, Google 205 Eñtas bases habían sido discutidas el día anterior por los co- misionados de ambos ejércitos y la sanción fué comunicada á Cuba el 17. Ijltgaban entonces á AnnápoHs en la costa americana á bor- do del crucero «St. Louis» el Almirante Cervera y sus vale- rosos marinos como prisioneros de guerra. La lista entregada al General Sliafter por el General Toral, de los soldados rendidos que habían de transportarse á Espima, alcanzaba á 22.7S9 el 19 de Jul'o. Este día salió de ,San Francisco una nueva expedición para Dewey en el traspoite "Pensylvaiiia,» compuesta de 1.500 hom- bres al mando del coronel Kessler. A la vez hacía sus últimos preparativos para zarpar de Sibo- ney abordo del crucero «Yale» !a expedición invasora de Puer- to Rico r.I mando de General Nelson A. Miles, TI^ aquí los nieusajcs oficiales cambiados entre el Gabinete español y las autoridades militares de la Habaua y Santiago sobrí la rendición; "Habana, Junio 8 de 9S. — Gral. Correa, Ministro de la Gue- rra, Madrid. — -El ejercito siempre dispuesto para cualquier sa- crificio en bien de la nación, permanece intacto en los actuales niouientos y está lleno de espíritu, pues todavía se sostiene con vigor eii Santiago de Cuba, Después de brillantes batallas en las que aunque se ha perdido algún terreno, ha disputado con gran valor el terreno palmo á palmo, al enemigo se le han causado grandes bajas. Es mi opiuióu que la mayoría de las clases militares, no eí-:cucharíaa con paciencia proposiciones de paz, mucho menos escucharían proposiciones para abandonar el territorio que el ejército ha defendido con tanto ahinco. Con provismnes y municiones, podríamos mantener nuestras posi- ciones durante muchos meses y la victoria costaría muy cara al enemigo, aunque la absoluta pesesióu del mar, que gozan los americanos, haría penosa la existencia por la falta de pro- visiones. Las batallas son en extremo difícile-s por razón de la escasez de municiones, y el Gobierno se vé constantemente es- torbiido debido á las frecuentes perturbaciones del orden públi- co. En lesunien, permítaseme decir, que el ejército en mayoría, desea la guerra por el honor de las armas así como por propio honor: y que sería en extremo penoso para ellos abandonar al enemigo sin combatir, la tierra que han conservado durante tantos aííos á costa de su preciosa sangre. Esta es la opinión y yo también sostengo que esta es la mía, — Blanco. — b, Google 206 «Madrid, Julio 12 de 98 — CapitauGral. Blanco, Habana. — Recibí su telejíraraa No 202: me sorprend* mucho que estan- do salvado el honor de su ejército indomable, como á no du- darlo lo está, para gloria de la nación, las fuerzas en San- tiago insistan en la continuación de la guerra en la que con to- ta seguridad no pueden ya ganar más laureles ui llegará otro resultado que el ser compelldos á rendirse en poco tiempo, de- bido á la falta de provisiones y municiones. No es de creerse que el enemigo conociendo la lamentable situación de nuestras tropas en Santiago, se dé prisa para sufrir y arriesgar nuevas pérdidas, especialmente desde qne estando en posición por me- dio del bloqueo, de impedir la llegada de socorros, ellos pue- den posesionarse de la isla sin más sacrificio de sangre por su parte. Tampoco puede explicarse el motivo de la tenacidad de us- ted en mantener una poseción en esa tierra ingrata que nos re- chaza y hace odiosa ante nosotros por su deseo de separararse de la madre Patria. Yo creo que el ejército preferiría abando- narla, á la ruina y desolación que tanta insistencia acarrearía al desgraciado país qne en vista del porvenir que la aguarda, clama por paz con honor. El actual momento será el que debe asegurarse. Sea lo que fuere, y sin dejar de sentir en el fondo de mi corazón el verda- dero orgullo de un español y soldado, los excelsos sentimientos de nuestro ejército si mal concibo y deduzco que se permitirá que sus nobles fines intervengan coéi la disciplina y qne los soldados no olvidarán sus deberes de obediencia y sumisión á los decretos del Gobierno, dándoles aquella atención que segura- mente conservara el honor del ejército. Yo creo por lo tanto, que cualesquiera sean los decretos del gobierno el ejército los ejecutará y no pretenderá constituirse en una amenaza para la nación de esta suerte, acarreando sobre sí mismo la gran des- gracia de tener que rendirse por falta de provisiones y otros medios de sostén. Sin embargo, deseo tener absoluta seguridad de esto, y us- ted, solo usted puede dármela. Tenga usted la amabilidad de comunicármelo tan pronto co- mo sea posible, pues estos son momentos críticos. — Correa. Habana, Julio 13 de 98 — Gral. Correa, Ministro de la Gue- rra, Madrid, — Los asuntos que discute en su telegrama confi- dencial no 107, dirigido á mí, siendo de suprema gravedad é importancia y como los generales en su mayoría se encuentran ausentes al frente de sus mandes, no rae será posible responder á usted hasta mañana. Ruego á usted excuse esta corta demo- ra que confío será para hien. — Blanco.'» «Madrid, Julio 12 de 98. — Blanco, Capitán General, Haba- na. — Los americanos, dueños absolutos del sitio, sabiendo por b, Google 207 •experiencia lo costoso que lia sido para ellos trabar combate -con nuestros bravos soldados, se limitarán en lo de adelante de extender y estrechar el bloqueo, y á bombardear los puer- tos al mismo tiempo despachando buques para atacar Puerto Rico, Las Canarias, las Baleares y aún las ciudades de la cos- ta de la península, esperando que ayudados por los indios to- marán posesión de las Filipinas y seguramente perturbarán el orden público en la nación. E! inequívoco deber de cualquier Gobierno es el evitar se- mejante é irreparable mal bnscando por todos medio^ el fin de un combate tan desigual como desastroso. La paz puede obte- nerse hoy bajo condiciones que serían aceptadas y honorables para el ejército, pero una vez que Cuba haya sido reducida por el hambre, el Puerto de Manila perdido, mía parte si no toda Ik Isla de Puerto Rico ocupada y !a mayor parte de nuestras ciu- dades importantes de la costa sean bombardeadas, ya no será posible pensar en la paz. La descompostura y ruina sería el re- sultado. Confío en vista de estas razones en que U, y los gene- rales bajo sus órdenes á quienes nuestras instituciones, y sobre todo, nuestra querida patria les son laucaras, sabrán responder á la disciplina del siempre valeroso ejército y rendir obediencia á las resoluciones del Gobierno respecto á Ih püz. Espero con verdadera ansiedad su respuesta, que le ruego me envié con toda prisa. — Sagasía.y "Santiago, Julio 12. de 98. — Capitán General Blanco, Ha- bana. — Y Gral, Correa Ministro de la Guerra, Madrid. — Aun- que postrado en cama por gran debilidad y atroces dolores, la situación de nuestras aguerridas tropas ocupa mi pensamiento á tal grado que creo de mi deber imponer á Vuestra Excelen- cia y al Ministro de la Guerra, del estado de cosas tal como en realidad son. Las lineas del enemigo se encuentran muy cerca de la ciudad por razones de la naturaleza de! terreno, y los nuestros se encuentran extendidos á 14 kilómetros de distancia de la población. Las tropas están débiles y enfermas en consi- derable proporción; no se les envía á los hospitales por la ne- cesidad de tenerlos en las trincheras. Durante las últimas vein- te horas ha llovido torrencialmente y las tropas en las trinche- ras están sin protección alguna contra el elemento, les es has- ta imposible secar sus ropas, se mantienen únicamente con arroz, varios de los jefes han muerto, muchos oficiales se en- cuentran heridos enfermos ó han desaparecido. Bajo estas circunstancias, es imposible querer formar el sitio, porque al Intentarlo nuestras fuerzas calecerían de una tercera parte de su número que no podía salir y nos veríamos debilita- dos por las bajas que nos causara el enemigo; resultando un ver-- dadero desastre sin salvar como Ud. lo desea, nuestro diezma- do batallón. Para poder salir protegidos por la división de 01- b, Google 3o9 giíín sería necesario que las línefis del enemigo se rompan, y para hacer esto en Cfunbinaclóii con los refuerzos de Holguín necesitarían nna marcha forzada de ocho días y la conducción de gran canttrlad de raciones que ¡ipenas podría hacerse. Kn ta! virtud, la situnción lia llegado á una crisis aguda, el sacri- ficio sería ináti!. El encinigo ha comprendido nuestra situación, y estando estabíecidn tsn cerra de nosotros, puede agotar nues- tra.s fuerzas sin exponer las .■^uyas como se jjizo ayer bombar- deándonos por tierra y á grande elevación por mar sin que pu- diéramos ver sn;i baterías. Parece que la escuadra enemiga ha fijado la dirección pues que bombardea la ciudad por secciones Con precisión matemática. I^a ciudad de Santingo no es Gerona, un punto amurallado, parte del tcrritnrio de la Tnetrópo'i defendido palmo á palmo por sus propios hijos incluyendo ancianos, mujeres y niños, quienes ayudaban y exponían sus vidas impulsados por el sa- cro.santo ideal de la independencia y estimulados por la espe- ranza de auxilio que al fin les llegó. Este es un lugar solitario, el completo éxodo de sus habitantes tanto cubanos como es- pañoles, incluyendo aun los empleados públicos; solamente perrnaneceaqní e! rlcroy éste principió á salirayer con el Arzo- bispo á la cabeza; estos defensores no pueden comenzar ya una campnña llena de entu.siasmo y energía. Han estado luchando durante tres años Cuntra el clima, privaciones y fatigas y hoy se encuentran cokicados en las tristes circunstancias de no te- ner ni alimento, ni fuerza física. tii medios de recuperarla. El honor del ejército tiene sus límites y apelo al buen senti- do del Gobierno y al de la nación entera para que diga si estas sufridas tropas no le han mantenido incólume tantas veces des- de el iS de Mayo, ciiando se vieron sujetos a] primer bombar- deo. Si se hace necesario que hagamos un sacrificio por razones que yo ignore, ó si se hace necesario que alguna otra persona asuma la responsabilidad que he anticipado en mis telegramas anteriores, me ofrezco lealmente al altar de mi patria, ó si por otra parte se desea, retendré el mando con el objeto de firmar la rendición, pues mi modesta reputación es de poco valor com- parada con los intereses de li nación. — Linares.» Habana, Julio 14 de 98.— Sagasta, Madrid. — La opinión que prevalece entre !a generalidad del ejercito en Cuba y de la que nosotros, todos los generales, participamos, demanda la coati- nu^clón de la guerra. Creemos nosotros queel honor del ejérci- to demanda mayores sacrificios, pero el ejército jamás se pre- sentará como obstáculo para el cumplimiento de las órdenes del gobierno, las que obedecerá como es de su deber hacerlo. Profundamente agradecido estoy por las frases halagadoras que se sirve dirigirme en su telegrama fecha 12 del corriente; pero al mismo tiempo me apena en extremo tener que infoimar á Ud. b, Google 209 qtie no me i,erá posible continuar por más tiempo á la cabeza de este ejército, en caso de que el Gobierno resuelva solicitarla paz. — Blanco. nHabaiia, Junio 17,— General Correa, Ministro de la Guerra, Madrid.— I,a rendición de Santiago se efectuó esta mañana sin la menor intervención de uii autoridad, según los informes que he transmitido á U. A pesar de este desuienibramiento de la isla, el ejército continúa lleno de espíritu y la guerra podría continuarse si usted nos enviara provisiones que sería conve- niente hacer por conducto de buques b;ijo la protección déla bandera neutral; al mismo tiempo buscando la manera de en- viarnos municic/ties. L,a caída de Santiago no entraña en sí verdadera importancia militar y puede decirse qne la guerra en realidad no ha principiado todavía. Hace varios días envié instrucciones para la concentración de las divisiones de Holgiiín y Puerto Principe, para maniobrar de acuerdo con los niivi- mieutos del enemigo. I,a campaña decisiva tendrá que hacerse de este lado de la trocha, y el enemigo tendrá que sufrir graves pérdidas para porier penetrar á esta sy:cc\ón.— Blanco.» La institución que se llama de la Cruz Roja, cuya sublime y filantrópica misión consiste en auxiliar á los herido.s en el cam- po de batalla impartiéndoles toda clase de cuidados, prestó grandes servicios no sólo á los heridos en los combates, sino también á los necesitados que por la escasez de víveres estaban á punto de perecer. De estos desgraciados había algunos mulares en el territorio rendido y fueron de mucha importancia los servicios que aque- lla a.sociacíón les impartió. Después de la batalla naval fuera de la bahía de Santiago acudió á socorrer á los heridos un buque hospital fletado por la misma asociación de la Cruz Roja. Según hemos dicho, la escuadra española al mando del Al- mirante Cámara tuvo que regresar á las costas de España des- pués de haber entrado et! el Canal de Suez. El permiso para haber entrado y regresado luego por aquella posesión inglesa costó á España 160.000 pe.sos de oro. La flota americana de Comodoro Wastson recibió instruccio- nes depermanecer á la espectativa para en caso de que la escua- dra de Cámara intenta.se dirigirse á Cuba saliera á sn encuen- tro para destruirla. Entre tauto la expedición que había de invadir á Puerto Ri- co se habia alistado y el 21 de Julio á las tres de la tarde se hl- b, Google zo á la mar en Siboiicy, Cuba, un convoy compuesto del «Ma- ssachusett» el «Cincinati» y el «Aimápolis y además cuatro barcos uxiliares, el «Gloucester» el «Guasp» el "Leyden» y el «Dixie.M «El Yaleu conducía la mayor parte de las tropas cuyo núme- ro ascendía á 3,000 hombres. Al tercer día se organizó otra expedición llevando 4,000 hom- bres más. Las noticias de los triunfos obtenidos por el ejército america- no en Cuba influyeron grandemente en el animo del Dewey para normar sn conducta respecto á la toma de Manila. El 17 de Julio anunció á las fuerzas españolas que aun que- daban en la cuidad que si en término de seis días no se rendían bombardearía la ciudad. Mas con esperanza de! anunciado arribo de la escuadra de Cámara no quisieron rendirse los espa- ñoles á pesar de las continuas molestias que les causaban las huestes de Aguinaldo, que pedían también la rendición desde muchos días antes. El día 23 de Julio coínunicaba el General Shafter el siguien- te mensaje de Santiago de Cuba: "El teniente Miles llegó hoy procedente de San Euis y Las Palmas, á donde fué á recibir las armas de las tropas españo- las rendidas según el tratado con el General Toral. "El número de hombres rendidos pasan del anunciado por el General Toral, ascienden á 3,005 regulares y 300 voluntarios los que han rendido sus armas. «Tres mil rifles furou entregados, los que serán conducidos á esta ciudad. Según parece, el número de tropas que habrá de embarcarse para' España, pasará de 24,000. Hay cerca de 12,000 eu este punto, 3000 en San Luis, 6000 en Guantáiíamo, ymásde z.ooo en Sagua y Baracoa. — (Firmado). — Shafter.y p;i día 26 la expedición de Puerto Rico desembarcó en Gua- naca. El siguiente mensaje oficial da cuenta del desembarque: «Saint Thonias, Julio 26, — Hoy á las 9 15 á. m. llegó la ex- pedición. Desenibarqne electuóse sin novedad. No hay baterías en Puerto Guanaca. E! «Gloucester» entró á la bahía y desem- barcó una compañía de infantería al mando de los Tenientes Hliss y Wood, quienes dispersaron á un destacíimento de espa- ñoles, Enarbolamos bandera americana, T,os transportes de- sembarcaron á las tropas sin oposición alguna ayudados por los botes del uMassachusetts." El día 26 fué presentado al Presidente McKinley un mensa- je por el Ministro francés en Washington, Mr. Jules Camben solicitando á nombre de España la terminación de la guerra y en solicitud de las demandas que para restablecer la paz hiciera el gobierno americano. El Presidente contestó que consultaría b, Google con el consejo de Ministros y daría su resolueiói! á aquel asun- to sin pérdida de tiempo.El documento que M. Cani1)on f.ntre- gó á Mr. McKiuley, está concebido en les siguientes términos: «Los gobiernos de los Estados Unidos y de España, están, por desgracia, empeñados en una guerra originada á conse- cuencia de haber pedido el gobierno norte- aineticano que Eh- paña abandonase su dominación en la isla de Cuija, demanda ésta á que España no quiso someterse. «En la lucha armada, resultado de esta negativa, reconoce España haber sido vencida. «Los perjuicios que le ha causado esta guerra son grandes, y cree llegado el momento de poder pedir dignamente á los Esta dos Unidos su cooperación, con objeto de ienniíiar la guerra; por lo tanto niega que se la den á conocer, por medio del Em- bajador de Francia en Washington, las condiciones que exigirá deEspañael gobiíirnode Estados Unid-.'S, para concluir la paz.» Por lo que hace á la guerra en Cuba no había cesado, excep- tuando en el territorio rendido. Las tropas americanas y la es- cuadra habían conseguido !a rendiciór) de otras poblaciones in- mediatas á Santiago y algunas distantes como la de Gibara. La fiebre amarilla causaba entre las tropas americanas gran- des estragos. El siguiente boletín publicado por el General Shafter el día 2 de Agosto da á conocer la ten ¡ble proporción en que la epidemia .se había desarrollado entre las tropas eu Cuba, alcanzando una cifra alarmante: uEl estado sanitario de las tropas el día 31 de Julio es como sigue: Total de enfermos 4,255. Total atacados de fiebre, 3, 164. Casos nuevos de fiebre 653. Alacüdos de fiebre vueltos a! ser- vicio, 722. Muertes ocurridas el día 30 de Julio: 6 soldados ra- sos, 4 artilleros y un sargento de caballería. Un .soldado murió de herida causada por su propia mano.» Al tener conocimiento de este mensaje dispuso el Secretario de la Guerra que las tropas avanzaran á un punto del interior de la Isla llamado San Luis, para cambiar su recidencia. Poco después, y antes ds recibirse la respuesta de España, se ordenó el reembarque para Estados Unidos de las tropas americanas que habían hecho la campaña en Santiago. Las proposiciones que los Estados Unidos presentaron á Es- pana como respuesta á la denianda de paz hecha por el Mi- nistro francés Caiiibon, faerou transmitidas á Madrid y puestas á discusión por el Gabinete Sagasta. Sin embargo, la respuesta de España tardó en comunicarse más de una semana, lo cual hizo .suponer que tales proposiciones habían sido rechazadas. Se solicitó desde luego por parte de! gobierno déla Peninsula que cesaran las hostilidades mientras se discutían las bases de la paz; el ejército americano continuaba sin embargo sus ope- raciones eu Puerto Rico. Cuba y Manila, b, Google Eli Puerto Rico aunque fué recliazadoel cuerpo de vanguardia qiie iti'eutó desembarcar en Puerto Punce, pudo al fin Ilevrase á cabo esta maniobra dos díaa más tarde auxiliadas las tropas por los buques de guerra que lo acompañó y por fin la plaza dt; puerto Pónce fué tomada. ¿n Filipinas tuvo lugar un sangriento comb-ite el día 31 de Juüo entre americanos y españoles. A la llegada de la tercera expedición de tropas americanas ios voluntarios españoles, in- dignados, decidieron atacar las trincheras enemigas y así lo ve- rificaron en el punto llamado Malate, cerca de Manila. Las tro pas españolas que formaban la guariu:;ióu de Manila atacaron el campamento americano. Las tropas españolas pasaban de 3,oOo. Cargaron repetidas veces. El fuego de los americanos rompió el centro de las fuerzas españolas retiráiidose éstas. Mas tarde hicieron un segundo ataque, retirándose después á los matorrales, desde donde sostuvieron nutrido tiroteo. Once ame- ricanos resultaron muertos y treinta y siete heridos. Las pérdi- das de los españoles no fueron grandes. Durante el combate los rebeldes permanecieron neutrales. Hl parte americano de la batalla dice lo siguiente: «Las tropas del general Green en número de 3.000 habían estado avanzando y atrincherándose. La llegada de la tercera expedición enfureció á los españoles y resolvieron dar batalla á las tropas americanas antes de que el campamento Dewey fuera reforzado. Las trisiciiera- americanas se extendían desde la playa en un tramo de 300 yardí s al flanco izquierdo de !as tro- pas insurrectas. El domingo, siendo día festivo para los rebel- des, el flanco izquierdo se retiró, dejando expuesto e! fianco dereclio de las tropas americanas. Las Compañías A y E del batallón 1 10 de Pensylvania y la Batería de Utah recibieron órdenes de reforzar ese punto. En medio de un aguacero torrencial, las tropas españolas en número de 3,000 intentaron sorprender el campamento ameri- cano. Las avanzadas viéronse obligadas á refugiarse dentro de las trincheras, las que fuerou asaltadas. Las tropas de Pensylvania no se movieron y resistieron con tenacidad al enemigo á pesar del nutrido fuego de fusilería que sobre ellos caía. No se veía más que el fulgor de los disparos de ios rifles Maiisser de los españoles. Los americanos se lanzaron sobre las tropas asaltantes. La batería de Utah se distinguió, pues tuvo que arrastrar sus cañones por entre lodazales donde las piezas se hundían hasta el eje de cureña. Dos cañones hicieron uu mouvimieüto de flanco haciendo terrible fuego sobre las tropas españolas, las que se retiraron en desorden. La infantería ame- ricana liabía agotado sus municiones, por lo que no persiguió á los que se retiraban. b, Google 213 TDuraute la noche los españoles recogieron sus muertos. Los americanos muertos fueron enterrados al día siguiente. Duran- te la noche del día 19 c'e Agosto se continuó la lucha; pero los españoles hacían fuego de cañón, la batería de Ulah respondió y el fuego dé la artillería duró una hora. Los muertos americanos ascienden á 13 y en los hospitales hay diez hombres gravemente heridos.» El día 4 de Agosto se verificó un tercer desembarque de tro- pas en Puerto Rico, llegadas en los vapores «St. Louis" y «Si. Paul.» Todavía en esta fecha se libró un combate en Matanzas, Cu- ba, entre españoles é insurrectos, siendo estos derrotados, Kra de notarse por entonces el cambio operado en la opinión pública en cuanto al restablecimiento de la paz en España. En la capital ,se discutía en todos los círculos políticos y se expre- saba claramente ei deseo de que terminara aquella serie de cala- midades que la guerra había traído. Ya no se impugnaba dura- mente al que se atrevía á pedir paz, como antes sucedió, y ex- ceptuando el elemento militar, que permaneció hasta el fin re- hacio á todo arreglo para obtener la paz, podía decirse que el sentimiento público estaba en favor de ella. Las sesudas reflexiones de Pi y Margall resonaron entonces de nuevo eu los oidos del pueblo pero esta vez no parecieron ya una locura como antes de ir á la guerra, Hl Protocolo que contenía las prüpo.siciones para el restable- cimiento de la paz y que era el objeto de la discución del Gabi- nete de Madrid sufrir algunas modificaciones por una y otra parte Por fin fué aprobado y se hizo público su contenido en las dos naciones el 11 de Agosto. He aquí el texto de Protocolo: la España renuncia á todo título y derecho de soberanía en la Isla de Cuba. 2a La Isla de Puerto Rico y las demás islas en las Antillas que hasta hoy han reconocido la soberanía de España y una de las islas de! grupo de las Ladronas, á elección de los Estados Unidos, será" cedidas por España á los Estados Unidos. 3a Los Estados Unidos ocuparan y retendrán la bahía y ciudad de Manila, mientras se concluye el tratado de paz el cual determinará el dominio, disposición y gobierno délas islas Filipinas. 4a Cuba, Puerto Rico y las otras Antillas es^iañolas serán evacuadas inmediatamente por España, y los comisionados se nombrarán dentro del término de diez días y se reunirán dentro del término de treinta días después de firmado el Protocolo en la Habana y San Juan de Puerto Rico para arreglar y ejecutar los detalles de la ejecución. b, Google 214 5? Los Estados Unidos y España JiombraráQ cada una no más de cinco Plenipotenciarios para negociar y concluir el tra- tado de paz. Los Plenipotenciarios se reunirán eu París antes del día lo de Octubre próximo. 6? A! 6rniarse el Protocolo, se suspenderán las hostilidades y se darán órdenes á este efecto, tan pronto como sea posible á cada gobierno comunicarse con los comandantes de sus fuerzas navales y militares. En la misma fecha se publicó una proclama de McKlnley ordenando la suspensión de las hostilidades. El Protocolo fué firmado por Mr. Cambon representando á España y Mr. Alger en representación de los Estados Unidos. Si la comunicación cablegráfica con Manila no hubiese esta- do interrumpida, se habría evitado u:i nuevo y superfino derra- mamiento de sangre, en la toma de esa ciudad por los ame- ricanos. En efecto el día I2 fué trasmitido un mensaje al General Merrit, ordenándole ¡a suspensión de ¡as hostilidades en virtud de los tratados de paz con España; más el mensuje llegó á su destino el día i6, esto es, cuando ya se había consumado la capitulación de Manila, tras un largo y sangriento combate. Desde el día 6 de Agosto el comodoro Dewey demandó la rendición de la ciudad obteniendo del Comandante españul una enérgica ntfgativa. El General Augustín que había n^nunciiido el puesto de Ca pitan General, recibió órdenes de rendirse, las cuales se excu- só de cumplir por no estar ya al frente de las tropas. Se ha a,se- gurado en España que dicho General será juzgado por un Con- sejo de Guerra por haber desobedecido una orden superior. Dewey fijó un plazo de cuarenta y nclio horas para que se le resolviera acerca de !a capitulación que solicitaba, y enton- ces el Comandante españul pidió una tregua para hacer que se pusieran en .salvo las mujeres y los niños. El asalto de la ciudad debería pnjs tener lugar el día 8 á me dio día, que expiraba e! plazo fijado por los americanos, pero habiendo conf<:reiic¡ado Dewey y Merrit, jefe de las fuerzas de tierra, acordaron diferirlo hasta el día 13. En esta fecha no habiendo obtenido respuesta afirmativa en cuauto á la rendición de la ciudad, en la mañana se formó en línea de batalla fíente á Manila la escuadra americana. El "O- lympiau fué el buque que hizo el primer disparo contra el fuer- te de Malate, Las bombas de los americanos no alcanzaban á b, Google 2Í5 llegar al blanco, y se gastó algún tiempo en ponerse á distancia conveniente para hacer tiro. En seguida el «Callao,» uno de los cañoneros apresados por Dewey, avanzó hasta ponerse junto á los fuertes y les mandó nutrido fuego. El fuerte dtjc de contes- tar, pero disparó sobre las tropas americanas que estaban em- bistiendo contra las trincheras españolas. Después de una hora de combate, se ordenó que suspendiesen el fuego los buques americanos, en atención á qne el fuerte uo respondía. I,a escuadra continuó haciendo disparos hacia el lado Sur de la ciudad para despejar e! camino á las tropas americanas que daban el asalto, las cuales avanzaban á medida que el campo iba siendo despejado por los españoles. A la vanguardia de las tropas iban las baterías Utha y As- tor, pero como la primera tenía cañones de tuucho peso no pu- dieron arrastrarse por los pantanos, continuando solo la batería Astor á quien tocó la parte mas ruda del combate. L,a seguían el 23" de línea y los voluntarios de Minuesota, á lo largo del camino de la margen derecha del río Pa,sig, á donde ya la es- cuadra lio pudo prestar ayuda alguna. Al llegar á la unión con el camino de Cingalon la vanguar- dia sorprendió las poderosas trincheras de los españoles. Ines- peradamente, los espaííoles hicieron una descarga terrible sobre los americanos matando á los artilleros de la batería de Astor y á un soldado de los voluntarios de Mimiesota. La batería se vio obligada á retr./.-eder debido al mortiforo fuego de los e.spa- ñoles dejando abandonados dos cañones. Pero á tiempo llega- ron las reservas al mando del Coronel Over.shine y con este au- xilio los artilleros lograron recobrar sus piezas haciéndolas funcionar nuevamente con más vigor. Los españoles se vieron obligados á retroceder hasta reple- garse dentro de la parte amurallada de la ciudad. El combate duró hasta la tarde. Convencidos los españoles de que sería inútil continuar por mas tiempo haciendo resisten- cia á costa de tanta sangre, resolvieron rendirse después de ha- ber hecho una heroica defensa. Se euarboló pues una bandera de tregua por los españoles. El Cónsul belga de Manila, M. Andree, fué á bordo del «Olympia' y volvió con un teniente americano á donde estaba el gobernador militar español, que convino en rendirse. El General Merritt se encaminó al palacio á las 3 y 30 mi- nutos, y allí halló á los españoles formados en línea de batalla. Los soldados rindieron sus armas, pero los oficiales obtuvieron el permiso de conservar sus espadas. La Cnis Roja de California prestó valiosa ayuda á los enfer- mos y heridos. Perfecto orden reinó en Manila en la noche de! 13 de Agosto, pues los americanos entraron á la ciudad y se pusieron guar- b, Google 2l6 días en torno de las casas de todos los extranjeros, cou el fin de impedir que fueran saqueadas. A los insurrectos no se les per- mitió tomar parte en el ataque de la ciudad, sino que se les mantuvo á retaguardia de los americanos. Para evitar derra- tuamieiito de sangre, se les vedó que entrasen á la ciudad des- pués de la rendición, como no fuera sin armas. Antes de capitular, los españoles quemaron el trasporte «Ce- bú" en el río Pasig. El General Merrit asumió el mando como Gobernador militar. Un despacho de Manila, fechado el día 18 dice que el núme- ro total de bajas por parte de los americanos en el ataque y to- ma de la ciudad, fué 46 muertos y 100 heridos. Los Españ(.les luvierou 200 muertos y 400 heridos, Los ame- ricanos trataron de no causar destrozos en la población y respe- tar á los no c mbatientes; cinco rebeldes fueron fusilados por haber saqueado una casa. El general Merritt publicó una proclama decretando que el gobierno provisional y las autoridades locales conservarán sus puestos y todo permanecería invariable. Una nueva proclama declaró que cualquier habitante que se resistiese á reconocer á las autoridades actuales sería tratado co- , mo infractor de la ley. El General Jardenes tuvo una entrevista con un representan- te de la Prensa Asociada en el curso de la cual dijo, que sa- bía que la lucha no ofrecía ninguna esperanza, pero que trató de resistir á los americanos en nombre del honor; pero qoe es- tábil decidido á rendirse por cuidado de los no comlsatieates, y que aplaudía la humanidad que habían mostrado los america- nos. El General Augustín no quiso presenciar la redición de la ciudad que hubiera soportado aquel áitio prolongado por más de tres meses. Poco antes logró que se le admitiera á bordo de un vapor alema», en compañía de su familia y su .servidumbre emprendió el viaje á Hung^Kong. Nombradas las comisiones respectivas por uno y otro ejér- cito para discutir las bases de la capitulación, éstas llegaron á iiu acuerdo el día siguiente y la rendición se llevó á cabo. He aquí el parte oficial que recibió cuatro días después el Gobierno de Washington: Parte oficial del Almirante Dewey relativo á la rendición de Manila «Manila, Agosto 15.— A! Ministro de la Marina. — ^Washing- ton. — La ciudad de Manila se rindió hoy á las cinco de la tar- de á las fuerzas americanas de mar y tierra, después de un ata- que combinado. Una división de la escuadra bombardeó los fuertes y trincheras de Malate ó sea el lado Sur de la ciudad, re- b, Google 217 chazando al enemigo, mientras nuestras tropas avanzaban por ese mismo lado y al mismo tiempo. La bandera americana fué enarbolada por el Teniente Brnmby, Hicimos cerca de 7.000 prisioneros. La escuadra sufrió algunas bajas. Uno de los buques salió averiado. El día 7 del actual el General Merrit y yo demandamos la rendición de la plaza, pero el gobernador general se negó á ca- pitular, — (Firmado). — Dezcey.'* — irHong Kong. Agosto 20. — Al ayudante General Corbiii. — Washintou. — Las siguientes son las bases de la capitulación de Mani!a:^Los subscritos, nombrados para las comisiones que han de determinar las bases de la capitulación de la ciudad y defensas de Manila y sus suburbios y las tropas españolas esta- cionadas allí, de acuerdo con el arreglo convenido el día ante- rior, entre el Mayor General Wesley Merritt, General en Jefe de las tropas de los Estados Unidos en las Filipinas, y Su Ex- celencia D. Fermín Jardenes, General en Jefe interino de las tropas españolas en Filipinas. 19 Todas las tropas españolas tanta europeas como nativos capitulan con la ciudad y sus defensas con todos los honores de la guerra, depositando -sus armas en los puntos designados por las autoridades de los Estados Uuido.s, y permanecerán en Jos cuarteles y bajo las órdenes de sus oficiales y sujetos á las órdenes de las autoridades citadas hasta la conclusión de la paz entre las dos naciones beligerantes. Todas las personas inclui- das en la capitulación permanecerán en Lnzón; pero los oficia- les harán uso de sus casas habitación las que serán respetadas mientras se observen las ordenanzas prescritas por su gobierno y leyes vigentes. 20 Los oficiales retendrán sus armas al cinto, cabalgaduras y propiedades personales. Todos los edificios públicos y propie- dades públicas por lista detallada serán entregados á losofi:cia- les designados por los Estados Unidos. 30 Dentro de diez días de la fecha se entregará á los oficia- les de los Estados Unidos, una lista completa y por duplicado de las tropas rendidas y las propiedades públicas y material de guerra que se incluyen en la capitulación. 40 Toda cuestión relativa á la repatriación de las tropas es- pañolas ó sus oficiales y sus familias, deberán someterse al Go- bierno de los Estados Unidos en Washington, Las familias es- pañolas podrán salir de la ciudad en cualquier tiempo que lo deseen. La entrega de la armas á las tropas españolas se efec- tuará cuando éstas evacúen la isla ó lo hagan las tropas de los Estados Unidos. 59 Los oficiales y tropas del Ejército español incluÍdo-S en es- ta capitulación serán provistos, según su rango, por el gobier- no de los Estados Unidos de las raciones y toda ayuda aecesa- b, Google rifi tal cual si fueren prisioneros de guerra, basta la conclusión del tratítdo de paz entre España y los Estados Unidos, Tí'dos los fondos en la Tesorería española y todos los fondos p-'ljlios serán entregados á las autoridades de los Estados Unidos. 70— íí-ta ciudad, sus habitantes, iglesias, sus instituciones dt- ens. ÜHiiza y las propiedades particulares de toda prescripción qiifíLnán li:ijo la protección y honor del ejercito de los Esta- dos UtiííUís— [Firmado] F. N. Green, Brigadier General. ~B. L. Laiiib: rton. Capitán de Navio de la marina de los Estados Unido'^ de América. — Charles A. Witter, Teniente Coronel. — A. — H, Crf)wder, Teniente Coronel y Asesor. — Nicolás de la Pfiía. Auditor general. — -Carlos Reyes. Coronel de ingenieros. — Jo^é María Oriatu. Jefe de Estado Mayor— (Firmado) ñferritt M;iy«r General.» El dÍ!¿ 21 llegaron á Manila los transportes «Puebla» y «Perú» teniendo á su bordo á las tropas de los Generales Ottis y Huges las cuales una vez desembarcadas aumentaron la numerosa guarnición de la ciudad. La toma de Manila por los americanos alentó á los insurrectos de las demás islas á la rebelión contra la wutorrdiid e.'-pHÜola. Algunas ciudades fueron tomadas des- piiés jinr los rt-beldes, los peninsulares maltratados y encarce- lados los inofen.'.ivos religiosos, A filies de noviembre de 98 había en las prisiones de los re- beldes filipinos mas de 6000 españoles, por cuyo rescate pedían una fuerte .'■uiJia. Hn loa trillados de paz de España con Estados Unidos se es- tipuló la libr-rlad de los prisioneros políticos así españoles cotuo cubanos y filipinos, por lo cual lo de exigir dinero por la liber- tad de los españoles no pasó de un buen deseo de loa revo- lucionarios. -^^e^ b, Google CAPITULO XV. -l'i-oti'.sta de Es- Noiülírada.s las comisiones respectivas por «na y otra nació», dieron principio á s!is labores en los primeros días de Octubre, L^is conferencias tiu'ieron ItiRar en el suntuoso edificio del Mi- iiisteiio de ReLiciones en Parí:. La Comisión anitricana presidida por el Juez y ex-Mluistro Willain R. Day la componían los senadores C. R. Davis, W. P. Tiiyt-, Wentciew ReaJ y G. Gray. El Secretario lo fué Mr. Mooi-e. En cnanto á la e.spañola, cuyos nohramientos fueron acepta- dos con visible repugnancia después de grandes instancias de parte del Gobii^rno, la formaban el Sr, Montero Ríos, como pre- sidente, y los señores, General Cerezo, Arbazuza, Garnica y Willaurrutia. Secretario Sr. Ojeda. Las discusiones se prolongaron por más de dos meses, auu cuando el resultado se esperaba pocos días después de haberse reunido los comisionados. El primer punto objeto de disensión para las comisiones fué el porvenir de Filipinas. Los americanos, á nombre de su Go- bierno exigieron la sesión del archipiélago á la cual con pal- maria justicia y alegando razones fundadas en el derecho in- ternacional, pretendieron opongrse los españoles. La misión de los representantes de España y Norte Ameri- ca era fijar en un texto conciso y detallado el Protocolo que dos meses antes se había firmado en Washington. Descender á las minuciosidades que aquel documento no pudo abarcar debido á la premura con que las circunstancias exigían se ter- b, Google minara, en liien de los intereses de los b:;lígerantes. Se tení^ que desarroliar los puntos que esencialmeote ó en extracto cons- taban ya en el Protocolo, sin añadir nada diverso, siu alterar lo esencial de él. Por esta razón, además de la grande injusticia qne envolvía la deruanda americana sobre las Filipinas, pareció á los comi- sionados españoles qne era apartarse de las estipulaciones con- tenidas en el Protocolo el exigir una nueva y capital concesióu que cambiaba radicalmente la índole del couvenio primitivo. Eu efecto, en el artículo 39 del Protocolo relativo á Filipinas nada se dice de su adquisición por los Estados Unidos y sí se establece que será ocupada !a capital del Archipiélago por las fuerzas americanas así como la bahía de Manila mie7dras se concluía el tratado de pas. Los comisionados espaííoles rechazaron naturalmente la in- noble proposición americana, lo cual vino á entorpecer la mar- cba de las negociaciones al grado que, no queriendo ceder ni los americanos en su injnsta demanda ni los españoles eu cou- cederla, se llegó á dificultar una solución pacífica, ó lo que es lo mismo, no quedaba otro camino que el de continuar la guerra. En tal extremo los comisionados americanos presentaron un memorándum á sus colegas españoles reiterando con exigencia la cesión de! archipiélago y señalando un plazo perentorio de una semana para que se contestara á sus pretensiones, asegu- rando que en caso de no accederse á ellas, darían por termina- das sus labores y lo notificarían á su gobierno para que se con- tinuaran las hostilidades. En tal extremo, y ante la imposibilidad material de España para aceptar ia prosecusión de la guerra, tuvieron que ceder los comisiouados ante la fuerza bruta, tolerando, pues no puede decirse que hayan aceptado, la expoliación consumada por el vencedor. La prensa fiancesa fué la primera eu hacer uotar ia aberra- ción americaua. Le Temps dijo con fecha 30 de Noviembre: «Los americanos realmente intentan abandonar la doctrina Monroe? ó ¿intentarán todavía sostener esa insostenible doctri- na? De las últimas noticias que tenemos á la mano, se deduce qne los americanos están atacados de fiebre territorial- ¿Dónde acabará todo esto? «Si los americanos se proponen mezclarse eu el Asia, ¿qué im- pedimento h^y qne les prohiba mezclarse en el África? En nuestra opinión, las Potencias cometieron un error irreparable cuando se negaron á evitarla guerra ibero- americana.» •Le FigarO" opina que hoy que la guerra se ha terminado, Inglaterra y los Estados Unidos tendrán sus dificultades cou motivo de la división de los despojos. b, Google "Es increíble, dice, que el interés de Inglaterra haya sido puramente por amor á sus hijos rebeldes. La Inglaterra no está establecida bajo estos principios. Muy pronto demandará su parte de los despojos, y es de preguntarse que los yankees en medio de su desmedida ambición están dispuestos á dar at Cé- sar lo que es del César. No tendremos rancho que esperar.» «Le Soleil» dice: No tardará mucho en sonar la hora en que los americanos recibirán el condigno castigo por su ambición. Las Filipinas serán para ellos una inversión muy cara. Las Fi- lipinas arruinaron á España y esas mismas islas serán los arre- cifes donde la nave de la nación americana va á estrellarse. Los Estados Unidos se han apartado de los gloriosos principios que la hicieron tan grande, y su expiación será segura, aunque tal vez no tan pronto,» Allanada la dificultad que presentó la cuestión filipina para término de las negociaciones de paz, éstas avanzaron rápida- mente. A fines de Noviembre pudieron llegar á nn acuerdo fi- na! y el día 30 se convino en las bases del Tratado, que debían redactarse para ser firmadas en seguida. Los artículos que abraza el Tratado son diecisiete y se re- lacionan con los puntos siguientes: Art, 10 E.spaña renuncia á su soberanía sobre Cuba, Art, 29 España cede á los Estados Unidos la isla de Puerto Rico, y las otras islas que eytán bajo el dominio de España en las Antillas, así como la isla Gnan del grupo de las Ladronas. Art. 30 Cesión del Archipiélago filipino, mediante una com- pensación de 20.000000 de pesos. Art. 49 Contiene los detalles relativos á la cesión de Filipi- nas, la liberación de los españoles prisioneros délos tagalos, etc. Art. 59 Se refiere á la cesión de los cuarteles, del material de guerra, de los almacenes, de los edificios y de todas las propie- dades pertenecientes á la administración española en Filipinas. Art, 69 Contiene la renuncia de ambas naciones á toda re- clamación mutua. Art, 70 Concede á España durante el término de diez años, los mismos derechos que á los E-stados Unidos para su comer- cio y su navegación en Filipinas. Art. 80 Se refiere á la libertad de todos los prisioneros de guerra hechos por España, así como de los individuos aprehen- didos por crimines ó delitos políticos cometidos en las Colonias cedidas á los Estados Unidos. Art, 99 Garantida los derechos legales de los e.spañoles resi- dentes en Cuba. Art. 109 Establece la libertad religiosa en Filipinas y conce- de los mismos derechos á todas las Iglesias. Art. 1 19 Se refiere á la composición de toda clase de tribuna- les ea Puerto Rico y en Cuba. b, Google Art, I20 Se refiere á la Administración de la Justicia en Cu- ba y en Puerto Rico. Art. 139 Concede á España, durante cinco años, la conserva- ción de sus derechos de reproducción y de autores, en los te- rritorios cedidos, así como la admisión, libre de gastos, de li- bros españoles en dicho territorio. Art. 140 Trata del establecimiento de consulados españoles en les territorios cedidos á los Estados Unidos. Art. 159 Concede al comercio de España, en Cuba, en Puer- to Rico y en Filipinas, el mismo tratado que al comercio de los Estados Unidos, durante diez años. Los buques españoles serán considerados como costeros. Art. 16" Estipula que las obligaciones de los Estados Unidos respecto á los ciudadanos españoles y de sus propiedades en Cuba, cesarán cuando los Estados Unidos abandonen la autori- dad que van á ejercer sobre la isla. Alt. 17" Dice que el tratado debe ser ratificado por los dos gobiernas durante los seis meses qoe seguirán á la fecha de la firma de las dos comisiones. El Tratado se firiiió el día 10 de Diciembre de 1898 á las 9 y 15 minutos p. m. En el mismo documento se hizo constar una valiente y enér- gica protesta de España contra la conducta de los Estados Uni- dos, qne contiene, entre otras, estas frases: «Ivas concesiones que uos han obligado á hacer, nos afectan menos que el insulto lanzado á nuestra patria por el Presiden- te Me Kinley en su mensaje al Congreso, respecto al incidente del «Maine,» y nos proponemos de nuevo intentar someter la cuestión á un tribunal internacional, compuesto de Inglaterra, Francia y Alemania, para que determine quién ha de cargar con la responsabilidad de la catástrofe." Y en otro lugar dice la protesta, sobre el mismo asunto. «España ha propuesto el arbitraje; pero los Estados Unidos se niegan á concederle el derecho que se otorga á los crimina- les, á saber, el de defenderse," b, Google CONCLUSIOÍí. j en ios mOlneiitüs que terminamos esta segund* :Íón de la Historia de la Guerra Hispano Ameri" caua, apenas acaba de firmarse el tratado de Parísi para concluir la paz, no,s hemos visto en el caso de apelar íil testimonio de la prensa para reunir las iracompletas notas que publicamos en el capitulo anterior relativas á dicho tratado, en la imposibilidad de disponer de otras fuentes his- tóricas. Al cerrar nuestro Hbro no quedamos en la comisión de qne él no pueda contener quizás algún error, pues no creemos que los libros históricos no contengau errores. Al gran historiador Cesar Cantú lo hemos visto al juzgar á Dn. Benito Juárez incurrir en tales inexactitudes, qne un hijo de este hombre celébrelo s ha hallado insultantes y aun calum- niosas á la memoria de su padre. Nosotros hemos propurado despojarnos de toda pasión en el curso de nuestro trabajo, ahogando las propias simpalis, mu- chas veces, que el pueblo español nos inspira y con el cual fra- ternizamos porque pertenece á la misma rosa latina, asi cumo por la ideutidad de creencia, costumbres é Índole. Con todo, á pesar de haber suprimido nuestros propios jui- cios; á pesar de omitir los comentarios á que se presentan mu- chos episodios de la guerra, la sola narración de los .sucesos descritos creemos que constituye el mejor comentario y la más enérgica de todas las protestas que pudieran hacerse contra la cadeua de Ínju.sticias y atentados de que ha sido victima Es- paña. Nosotros hemos luchado por dejar consignada la verdad so- bre los hechos históricos porque, repetimos, creemos la raajor protestr, aun cuando la historia que terminamos traiga un do- loroso recuerdo para los buenos hijos de F b, Google 224 Sólo nos resta consagrar los últimos renglones de nuestro li- bro al homenaje de tantos marinos como sucumbieron, márti- res del deber y el patriotismo, en las batallas de Santiago y Cavile, EO menos que al de los soldados muertos en la épica defensa del Caney y Santiago. Sus uombres quedarán resplandecientes en los bronces déla historia y su patria los cubrirá agradecida con eí manto de la inmortalidad. Cumple también á nuestro propósito insertar á continuación algunos documentos, de origen español, que dan á conocer el verdadero estado de la opinión pública respecto á los tristes su- cesos, que acabamos de referir. En ellos damos lugar preferente al juicio crítico del Señor Andrés Barral y Arteaga, distinguido miembro de la colonia española en la ciudad de México, y á ^uien debemos la narra- ción de la batalla en que fué destruida la escuadra en Cavíte. según manifestamos en el lugar que corresponde. b, Google opinión Española sobre la Guerra. Vamos á peruiitirnos hacer un ligero examen de los antece- dentes de la guerra hispano americana y sus resultados, procu- rando demostrar que la causa del desastre , -sufrido por Hspaiía no ha sido otra que la ineptitud de su Gobierno, Mientras estuvo al frente del Gobierno español el malogrado é inolvi/lable Cánovas del Castillo la previsión y el acierto guia- ban los actos de aquel respetable cuerpo. Podía mos decir que en - tonces España no temía ni provocaba la guerra y sin euibargt), tomábalas precauciones que la prudencia aconseja; en otros términos, se disponía á la guerra, conforme á aquel apotegma antiguo: Si vis pacem para bclíum; es decir, estaba prevenida contra cualquiera emergencia. Ante los densos nubarrones que empezaban á obscurecer el cielo de nuestra patria el Gabinete Cánovas ge^-tionó la compra de buques de guerra poco antes de su trágica muerte en el es- tablecimiento balneario de Santa Águeda^ ¿Por qué el Gabinete sucesor no dio cima á estas gestiones? No lo sabemos; pero nadie nos podrá dar una respuesta que disminuya en algo siquiera, los graves cargos hechos al Gabi - nete de Sagasta por su falta de patiiotismo. Nadie se explica, siu pensar involunlariamenle en alguna traición, cómo aquellos arrf=glos para la compra de buqms de guerra hayan sido abandonados en víspera d^l coíiflicto con los Estados Unidos. Con la desaparición de Cánovas del Castillo principian los errores y las torpezas del Gobierno. El Gabinete presidido por D. Práxiydes Mateo Sagasta aban- dona la política de su predecesor y sigue una línea de conducta opuesta á los intereses de la Nación. No así el Gobierno americano que mientras ensaya la punte- ría de los cañones de sus numerosos buques de guerra, aleccio- naba al cónsul Wildam en Hong-Kong y al ministro Woodford en España para que obrando de concierto con los planes idea- dos por McKinley preparasen el resultada que la diplomacia maduraba desde mucho tiempo antes. El cónsul Wildam que estaba muy cerca de nuestro Archi- piélago Filipino, conoció á la perfección la falta de defensas en estas colonias y la casi nulidad de nuestra escuadra de Manila, sostuvo constante comunicación con el Gabinete de Washing- ton, desde el puerto de Hong Kong, teniendo á aquel muy al corrieute de todo lo que se relacionara directa é indirectamen- te con la guerra. El infatigable cónsul no dio ni por uu mo- mento Ireg'ja á su? labores; pues logró por medio de astucias b, Google 226 6 por el dintro cerciorarse iiiitiuciosaüíente de la verdadera si~ tviacióu de Filipinas, ayudado por Ioh immerosos agentes chi- nos é ingleses, ptódigamente retribuidos. La atracción de los artilleros británicos para la escuadra de Dewey, fué uno de sus golpes más audaces. Parece cosa averiguñda, que por desgracia aún no se extir- pa por completo en nuestro País esa maldita raza de los Oppas. Los sucesos que todos los espafíoJes hoy lamentamos, han veni- do á revelarnos tan dolcrosa realidad. Es necesario abrir una minuciosa averiguación y tomarles cuenta estrechísima á todos los iiidividuos, sean quienes fueren, los cuales hayan tomado algún participio en los acontecimientos que tanto han conster- nado y aun consternarán á España, La salud nacional así lo exige y lo reclama, ¿Qué medidas tomó nuestro actual Gobierno para conjurar la horrorosa tormenta que amenazara á la Nación? Ninguna,- absolulsinenle ninguna. Se nos objctaiá que fuimos estrecha- dos y conipelidos á la guerra; más debemos hacer constar que nuestros políticos no agotaron todos los recursos de la diplo niacia para evitarla, puesto que no nos encontrábamos en con- diciones de poderla aceptar con alguna probabilidad de buen re- sultado. Tampoco admitimos la hipótesis, de que el pueblo orilló al Gabinete de D. Práxedes á aceptarla. Lo único que hizo Sagasta fué llevar á la Nación á la contienda, no por sa- tisfacer la voluntad del pueblo, en el caso problemático que és- te realmente la hubiese deseado, sino más bien por salvar á la actual dinastía irremisible y grandemente comprometida al no at-nder á la justas exigencias del país, hondamente indignado con las humillantes pretensiones del Gabinete de Wasbigton. Creemos que la Patria está sobre todas las conveniencias, y ella es la que debe tener en todos los casos y circunstancias, el lugar preferente. Y suponiendo, sin conceder, que el pueblo positivamente hubiese comprometido y obligado al Gobierno á lecoger el guan- te arrojado por el coloso norte americano, ¿se había puesto ese mismo Gobierno á la altura de su misión, dadas las circunstan- cias por que atravesaba el país desde que se inició la revolu- ción antillana? Nó; la América del Norte ya nos tenía declara- da tácit mente la guerra desde hace mucho tiempo, demostrán- donoslo con toda evidencia al impartirle franca protección á la guerra de Cuba. Pero nuestro apático Gobierno no se preo- cupó ante el grave problema presentado á nuestra Nación. No solamente dejó de evitar el mal, pero ni aún siquiera lo había previsto, como era su obligación. La malhadada autonomía concedida sin previo y concienzudo examen á los descontenta- b, Google 227 dizos cubanos, fué el principio de unestro calvario, por más que se proclamara en enfático discurso, dichd en Z-tragoza por D. Sigismundo Moret, que la autonomía era la paz. ¿Qué preparativos tenía hechos ntiestrn Gobierno ante Ja ine- vitable perspectiva de la guerra? ¡Solemne buria! ni Cuba ni Puerto Rico, ni mucho menos las lejanas Islas Filipinas po- seían los raás indispensables elementos de defensa, llegándose hasta ignorar ó dejar de advertir la anticipada permanencia de la escuadra americana en las aguas a.siáiicas, que debía causar bien pronto nuestro primer desastre. Kl criminal abandono del Ministro de la guerra almirante Bermejo, fué tan grande que permitió zarpase del puerto de Cádiz la escuadra de Cervera llevando tan solo lycinta cUitiichos por pieza de ariillería. No tiR-iHis desdichada fué la táctica que observara su sucesor, el Ministro, capitán de navio, D, Ramón Anñón. lis cosa comprobada que la escuadra carecía de carbón y mu- niciones, fhitátidoles á los cabos de cañón la instrucción nece- saria y la práctica indispensable para el buen manejo de la ar- tillería, y era tan notoria la caiencia oe esos conoijniientos en dichos cabos, ( ue tan solo habían hecho tres disparas, mucho tiempo antes con los cationes de 14 centíinetros, y absolutamen- te ninguno con los de 28: esta aseveración ha sido ratificada por los mismo-i oficiales de nuestra Armada. ¿Querría decirnos el Sr. Ministro de Marina, para qué servirán esos barcos en se- mejantes condiciones? ¿Quién <>r perior en número y en tlcni'^titos, pero tampoco hniíinios de suponemos qne iniesfro Gobierno había d" buscar una paK lan denigrante, aceptada porel Gabinete de Washington, crin- do aún teníamos fundadas probabilidades de continuar luchan- do, si nó para vencer, repetimos, sí al menos para conseguir mayores y más honrosas ventajas, rd firmar el abominable Pro- tocolo. PCs dolorosaniente i'ierto que nuestro aniquilamiento en el mar había .sido completo, ñero todavía nos quedaban en Cuba más de cien mil hombres dispuestos á pelear hasta el úl- timo momenttj, el cual ejército había originatío no pocos desca- labros á las hnestas enemigas, máxime cuando éstas comenza- ban á diezniiir.ss á causa de las numerosas enfermedades produ- cidas por la falta de aclimatación. Aunque no nos deslumhran los galones ni las charreteras debemos hacer constar que el ejército ha estado á la altura de su elevada misión, habiendo cumplido, en lo general, con su deber luchando hasta morir cuando era preciso, y obedeciendo con toda disciplina las órde- nes superiores auque estas pugnaran con sus convicciones y principios. Nuestros hombres de Estado, no teniendo armas posibles con que defenderse, pretenden ahora lanzar sobre el ejército el sambenito de la deslioiira y del ultraje, descargando en él sin justicia ni razón el peso abrumador de todas las responsabili- dades. Los que nos eucontraaios separados de las altas esferas' b, Google 230 del Poder, los que vivimos alejados de! círculo impuro, corrom- pido de la política, no podríamos justificadamente hacerle car- go á la digiia institución que nos ocupa, principalmente cuan- do sus hechos y honrosos antecedentes históricos la ponen al abrigo de toda sospecha; los mismos jefes y oficiales norteame- ricanos, y aun la'prensa hispanófoba é iracunda de aquel país, han hecho merecidos elogios de la bizarría con que lucharon nuestros soldados y marinos, á quienes llamó el Emperador Goi- llertjio II: ¡'¡Valientes, pero desgraciados!» De la actual política del gobierno ni aun siquiera podemos esperar ya las atrevidas empresas y los idealismos, desorganiza- dores, 'pero grandes y generosos de tiempos no lejanos, porque en medio de su decreptitud carece de ánimo y de entereza, y só- lo tiende á su propia conservación antes de consentir ser noblemente vencida, en los rudos pero honrosos embates de la lucha. El desenlace de los acontecimientos que hoy lamentamos puede sernos tal vez ventajoso. Con el pretexto colonial se in- ponía la necesidad de mantener constantemente sobre las armas un numeroso ejército, que originaba grandes mermas á nuestro exhausto Tesoro nacional. Por el mismo motivo nos hacíamos la ilusión de poseer una escuadra que no existífi, y que sin em- bargo su presupuesto cuesta á la Nación muchos millones de pesetas. Ahora no deben de pesar sobre el país esas gabelas. No es necesario ya sostener tantos soldados, ui conservar tara- poco esos cascarones viejos que hoy yacen en su mayor parte en las profundidas del Océano. No sufrirán más las desventuradas madres que veían con ho- rror el alistamiento de sus hijos para irle á servir al Rey en las apartadas y mortíferas regiones de sus dominios, donde tantos infelices perdieron su existencia sin que hubieran recibido los últimos coTisuelos que les impartiera una mano amante y cariñO' sa. Por el contrario, bendecirán á Dios una y mil veces por ha^ berlas librado de tan cruel y tremendo azote. Los que lamenta- rán profundamente la pérdida de nuestras colonias, son esa ca- terva de hambrientos individuos, que como aluvión desenfrena- do irrupcionaban constantemente los principales puestos en la ministración pública debido al punible favoritismo del cacicaz- go. Ya no habrá para ellos la facilidad que antes tenían de en- rriquecerse de la noche á la mañana ni de regresar con humos de grandes señores á la Metrópoli, para disfrutar en ella el /ar niente que les proporcionara e! no despreciable producto de su insólita rapiña. Nuestras provincias de Castilla y Extremadu- ra, y otras muchas, poseen extensas y fértiles llanuras donde cou el esfuerzo de la laboriosidad y la constancia, pueden al- canzar magníficos y honestos resultados. Ahí es á donde deben dirigir sus miradas todos aquellos sujetos que ayer esquilma- ran sin escrúpulos, las exhuberantes fuentes de riqueza de núes- b, Google 231 tros tesoros ultraujariiios. El Gobierno que venga á levantar á la España de esa abrumadora postración que enerva su vigor y su grandeza, al optar por una política de sabia reconstitución económica, debe también transformar cuanto antes esas espa- das y bayonetas, hoy cesantes, en arados y demás implementos propios para nuestra abandonada agricultura. La humanidad en general ganaría no poco sí se realizara el actualmente debatido proyecto de desarme universa!: todos esos brazos paralizados, todas esas energías sin acción podrían tener brillante éxito si se emplearan en el desenvolvimiento y desarrollo de la industria, las artes y la agricultura. Nuestro país debe ahora acomodar su vida á la situación de ingente estrechez en que se encuentra, pero, por supuesto, sin renun- ciar ni un solo instante á sus elevados destinos, aviniéndose resignado á los infortunios y ái^ desgracia que hoy lo agobian sin clemencia. Ahora más que nunca debemos aplicar los gran- des remedios á nuestros enormes males, poniendo en armonía los medios con el fin, cosa en que jamás hubimos pensado an- tes. Habemos vivido en un sueño profundo y constante, y hoy que nuestros delirios de grandeza se han convertido en terribles y espantosas realidades, nos asustamos con nuestras desgracias y miserias, y aún queremos desfallecer abrumados por el enorme peso de nuestros infortunios. Descalabros quizás más importan- tes y dolorosos hemos sufrido antes, sin haber dado muestras tan marcadas de abatimiento y de desesperación. Perdimos en los reinados de los Felipes, á los Países líajos, á Portugal y GÍ- braltar; más tarde hubimos de renunciar á nuestra soberanía sobre Ñapóles, Sicilia y Tánger, empezando después, durando el reinado el Carlos III, la desmembración del entonces nuestro vasto imperio americano, perdiéndose éste, casi en su totalidad, por el imbécil y pusiiáiiime Fernando VII. No son, pues, nuevas nuestras desdichís y por más que és- tau nos sean profundamente sensibles, repetimos, no debemos renunciar al imperio de nuestra legendaria grandeza. Todas las principales naciones han sufrido su Waterloo; y tras de ese doloro.so vía crucis que pone hoy á prueba nuestra entereza y abnegación, pueden ocultarse no lejanos días de bienestar, para nuestra Patria. Es menester que todos nos decidamos á emprender la ardua, pero grandiosa tarea de nuestra resconstitución interna y de nuestra rehabilitación ante el mundo entero. Hay que salvar los restos de nuestro patrimonio nacional proscribiendo para siempre esa maldita política que nos ha perdido y aniquilado constantemente. No debe España, no puede resignarse nuestro país á las abyecciones de su- desastres actuales, cuando por fortuna aun no llega al completo agotamiento de sus grandes elementos de vida. Poseemos todavía las Baleares, las Canarias b, Google 232 y las plazas del Norle de África, que es liácia donde dtbemws dirigir imestraíí aspiraciones predilectas, después di; alende: con esmero á toilas iiueHlras iiece.-.idade5 internas. Profunda indignación nos pruvoca t! inicuo proceder de Nor- te América, cuyo país, atropellaudo á la razón y la justicia, viene á arrebatarnos villanamente lo que hubimos de conservar por espacio de cuatro siglos, y á fuerza de nuestra ino- pia sangre. Es una burla sangrienta el atreverse á tomar en serio, los pueriles pretextos dados por aquellu Nación para sancionar ante la faz del mundo su pérfida conducta. Es tin sarcasmo inaudito el considerar que ese país proceda de buena fé, llevando su nobleza hasta el sacrificio, en aras sacrosantas de la iiumanidad. No, no es posible que el que conozca el espí- ritu de ese pueblo inmoral, que el que haya estudiado su índo- le y su historia, lo considere dotado de las grandes virtudes y lo juzgUB capaz de practicar el bien, á costa de sus intereses y conveniencias. Antes que los Estados Unidos declarasen injus- tamente la güera á España, los hombres prominentes de aquel país llenaban de elogiosa losprincipalesjefesde la insurrección cubana; hacían notar las buenas cualidades que adornaban á los Maceo, Gómez, García y demás cabecillas, considerándolos dignos de que el Gobierno de Washigton les concediese la be- ligerancia. Pocüdespués, no satisfechos \osj'a>i/vees con esa pre- rrogativa hacia ios cubanos, hicieron formal promesa de que la Gránele Antilia se haría independiente de la Metrópoli, arras- trando á nuestro país á desigual y ventajosísima contienda, se- guros ya del triunfo, dada la superioridad en níimero y en ele- mentos. Es, por último, invadido el suelo cubano y cuando apenas las huestes del general Shafter huellan cou sus disformes plan- tas las vírgenes playas antillanas, y sin conocer á fondo á los que fuesen poco tiempo antes motivo de su admiración y sim- patía, se desata dicho general americano en terribles imprope- rios contra los jefes cubanos, los llama un hato de bandidos. I^a bombástica y exagerada prensa americana viene después á corroborar las opiniones del general Shafter, y aparecen furi- bundos artículos en los diarios más caracterizados, tales como el «Sun.« el «Tribune" y e! "Herald," diciendo que sólo se pue- de comparar á los cubanos cou \á.s pieles ro/aí é igorrotes y agotan contra ellos sus dicterios. Ese caifibio tan intempestivo de los norte americanos no nos sorprende. Procuraron atraerse la simpatía de los ^íía/Vroj en- dulzándoles á estos la boca cou la miel de su decantada liber- tad, y una vez que ya no necesitaron de ellos, los maltratan y desprecian. Dueños hoy de la situación como lo están en el Ar- chipiélago hawaiano harán de la infeliz autüla lo que más cua- dre con sus plaues de sórdida ambición. b, Google =33 Pocns, muy pocos pensaban eu la Unión Norteamericana co- mo el honrado escritor Mr. CuUins, qne decía al principio de la guerra. «Si no fuera por este hecho [el hecho de darle á Cu- ba la independencia] nuestra guerra con España sería el pilla- je de un ladrón audaz y poderoso.» Esta elocuente frase del referido escritor americano es tan terminante qne no da lugar á comentarios. Baste recordar el injusto despi.jo de que Méxi- co fufi víctima eu 47 para que pueda comprenderse la verdad que eu el fondo encierran las palabras de Mr, CoUius, en esle arranque de cínica franqueza. Alentado hoy ese país con su nueva victoria, y no habiendo tenido, durante la guerra cou España, ni siquiera una protesta por parte de la Europa, que era la úuíca que pudo haber puesto coto á su incalificable con- ducta, fácil es comprender el género de [.olitica que ha cíe ob servar en el porvenir. La integridad y soberanía de la América española estáu gravemente amenazadas. Dueños los norteamericanos de la llave del Golfo mexicano y del Océano Pacífico; teniendo en con-iiieración sus proyectos sobre el Canal de Nicaragua, su preponderancia comercial y marítima en Centro América, y contando como cuentan con una formidable escuadra, próxima á aumentarse enonuemente con nuevos y poderosos cruceros y acorazados, no creemos pe- car de pesimistas al prever que en no lejanos díjs proseguirá el invasor Tío Samuel su marcha triunfal hacia el cabo de Hor- uos. Creemos de rigurosa justicia, antes de te..ui!iar estos ren- glones, consagrarle un merecido elogio á nuestros compatiio- tas dignamente diseminados por la hospitalaria tierra hispano americana, quienes con generoso y uoble desprendimiento acu- dieron al llamado que les hiciera la Patria, contribuyendo to- dos, ricos y desheredados, cou su óbolo para los cuantiosos gas- tos que originó la guerra, movidos por el más leal y ardiente patriotismo, La di.stinguida y numerosa colonia de la Repú- blica Argentina se hizo notable por su esplendidez, porque además de haber enviado á nuestra corte gruesas sumas de di- nero, acaba de regalar á la Nación el magnífico crucero "Río de la Pla'aw, construido á sus expensas. Acciones como estas no necesitan encomios: se recomiendan ampliamente por sí mis- mas. Y sin embargo, el esfuerzo hecho por los españoles auseutes de la Patria, no alcanzó todo el esplendor que nosotros mismos hubiéramos deseado. ¿Por qué? Porque á través de la inmensa distancia que nos limita de los patrios lares, traslucíamos la iu- fame perfidia de nuestros gobernantes, y comprendíamos, lle- nos de indignación, que todos nuestros sacrificios resultarían estériles, dada la actitud denigrante y desdichada asumida por Sagasta, ante el sangriento ultraje inferido al paií', por el impío [nvasor norteamericano. El desenlace funesto de los sucesos vi- b, Google 234 no á corroborar nuestros dolorosos presen ti mi en tos. Nuestra consternación es hoy ^eneía!, pues la herida fué tremenda yde difícil cicatrización. ¡Quiera Dios que pronto se disipen los den- sos nubarroues que opacan en estos mementos el cielo esplen- doroso de nuestra adorada Patria! Andrés Barral Arteaga. Protestas de la colonia española en México. Insertamos á continuación alguuas de las núnierosas proles tas publicadas por la colonia españala con motivo del desas- troso fin que la guerra tuvo para Píspaña, y las condiciones onerosas del Protocolo. !,a mayor parte están escritas en un tono demasiado vehe- mente; pero ellas dan idea del grado de excitación á que había llegado el seutimieiito público, y por lo mismo, las insertamos á pesar de la destemplanzíi qne se advierte en el lenguaje de todas ellas: Protola ílc la Ouloiihi Usuaílolii de I.uifiiim del Curmen, EsUidü (lyo,— Matías del P'uyo — Francisco C. Ferrando.— Antonio Sierra, — Carlos Lorenzo, ^J osé Arznaga. — Antonio Peña, — Adolfo Fernandez Madrero, — José Graiida, — José F, Fernández, — Ranión Tato déla Fuente, — AnloníoR. Peña. — Pedro G. Blan- co. — Francisco Luiña. Protesta de h\ Colonia Española en Matebunla. San Luis Fotosf Los qne suscribimos, en vista de las noticias que respecto á la paz entre los Estados Unidos y España publican los perió- dicos españoles de México, acordamos protestar, contra los ac- tos del Gobierno que actualmente rige los destinos de nuestra querida Patria, por creer que rl ser aceptadas las proposiciones generales que para la terminación de la guerra ofrecen los yau- kees, se menoscaban la honra de Kspaña y la gloria adquirida por ella durante siglos de heroica lucha. No pretendemos que todos los españoles residentes en esta República sean de nues- tro modo de pensar; a los qne estén acordes con nuestra protes- ta invitamos á que lo hagan constar á 6n de que allá, en nues- tra Patria, sepan el mcdo de pensar de los que á miles de leguas lloran las desgracias inherentes á la guerra y se avergüenzan al saber que van á ser despojados de pedazos queridos del te- rritorio español- b, Google ?40- La actual contienda la originó la decantada independencia de Cuba; en las bases propuestas por los Estados Unidos para la paz, no se conforman éstos con pedir dicha independencia contraria á los deseos de la población culta de la Isla; piden también la cesión de nuestra fiel Antilla, Puerto Rico, amada p'r España por su adhesión, y una de las islas Ladronas, del archipiélago Carolino, al cual defendimos en época no remota contra las intenciones de una poderosa nacióa europea. No nos ha sido favorable hasta ahora la suerte en la guerra; pero por períodos más críticos pasó España y supo salir de ellos con el honor qne la nación requería. La Colouia Española de México, ea varias ocasiones felicitó al Gobierno de España por su valerosa actitud frente á otra nación mucho más poderosa; ahora, a! ser aceptadas las condi- ciones de paz impuestas, iniciamos esta protesta contra la acep- tación de ellas por ei Gobierno da España, por creerlas humi- llantes para ti valiente pueblo español. Suyos afTmos. attos. S. S. Q S. M. B.— Valentín Fernández. — Dámaso Ortiz, — Andrés Senosiaín. — Antonio Gaverre. — Juan M. Escajadillo. -Miguel Gayare. — José Díaz Cascares, — Francisco Quintana. Manuel Aranda. — ^Jose García. — I. Nare- zo.— José Pérez y Pérez —Indalecio de la Torre.— R. Guiña- res. — Germán Martínez. — Felipe Ortiz.— -Maiirlque Diez. — En- niqtie Calzada. — Joaquín Calzada. — Adolfo Dtm. — Juan Puen- te. — M. Romano. — Anastasio Cueto. — Santiago Vi vaneo. — Eustaquio de Cos. — Ceferiuo Guillen. — José R. Angelina. — Juan Gil Marroquíu.í b, Google índice Prologo 3 Introducción 9 CAPITULO I. Origen de las diferencias eutre Plspaña y los Es- tados Unidos. — Agentes americanos en Cuba. — Demandas á España. — LíaLuisiaaa y la Flo- rida. — Francia juzfia absurdas las reclamacio- nes amevicanas. — Primeros movimientos eti favor de la iusLirreccióa. — Expediciones de Narciso López. — Apoyo de los Estados Uni- dos á los filibusteros 15 CAPITULO II. Ciiierra separatista americana. — Cansas de esta gnerra é inflnjo sobre la insnrreccióu délas Antillas españolas. — Santo Domiugo y Puer- to Rico. — Grito de Yara. — Coincidencia con ]o.s sncesos revolncionarios de la Península. — Caudillos cubanos iu.surrectos 27 CAPITULO III. Continua la gnerra disidente, — Intervencióü de los Estados Unidos con motivo de las disposi- ciones contra los insurre-Hos. — Gestiones eu favor de la libertad de Cuba. — Otro incidente internacional. — Proposiciones de paz. — El Ge- neral Martíue:í Campos.—Tériuiuo de la gue- rra 35 CAPITULO IV. Martínez Campos, pacificador de la Isla. — Segun- da insurrección cubana. — Jefes revoluciona- rio?. — Actitu,d d,e España ante el movimiento. by Google Segundo mando del General Martínez Cam- pos. — Primo de Rivera y Weyler. — El Presi- dente y el Senado americano desaprueban la conducta del General Weyler en Cuba. — Es- tado de la guerra de insurrección el año de 1897 45 CAPITULO V. Destrucción del acorazado «Msioe» en la Habana. — ¿Cual fué la causa del accidente? — Opinión del teniente-coronel J, T. Bucknill sobre el dictamen de la comisión investigadora ameri- cana. — Los Estados Unidos juzgan llegado un «casus belli». — Injusticia de su proceder. . . 65 CAPITULO VI. Influencia de la destrucción del uMaine» en la gue- rra liispano-americauo. — Mensaje del Presi- dente McKinley al Congreso americano. — Re- soluciones del Senado. — Excitación popular-, — El ultimátum. — Retiro de los Ministros. — Nuevas demostraciones autí- americanas . . 77 CAPITULO VII. La salida de la Habana del Cónsul Lee. — Rom- pimiento de las hostilidades. — Captura de la barca española Buenaventura. — Salida de la escuadra americana. — El bloqueo de Cuba. — Declaracioues del Gobierno español y del Ge- neral Blanco. — Las potencias se declaran neu- trales. — Nueva proclama de McKinley .... 91 CAPITULO VIH. Principia la guerra. — Breve reseña histórica de las Islas Filipinas, — El primer convate naval. — Como eran los buques españoles y cómo los americanos que combatieron. — Descripciones de la batalla de Cavite. — Valerosa conducta de los españoles. — Muerte del Capitán Cadarso Rey. — Buques echados á, pique. — Partes ofi- ciales de la batalla. — Opinión de un escritor francés, testigo presencial 99 by Google CAPITULO IX. Verdión amerícaoa sobre la batalla de Cavíte. — Kl comandante del «Dou Antonio de Ulloa,» sucumbe heroica mente. — Los bnques que to- maron parte en el combate. — Los ínsuivectos ofrecen ayudar á los americanos en su ataque sobre Cuba. — Sucesos de la Habana. — Actitud de las naciones europeas. — Nuevas presas de guerra. — Disturbios en España. — Ataque re- chazado eu Cárdenas. — Los americanos son rechazados en San Juan de Puerto Rico. — Discurso de Mr, Chamberlaín 117 CAPITULO X. Movimiento de las escuadras. — Fracaso de la pri- mera expedición para invadir á Cuba. — La si- tuación en Manila. — Crisis en el Gabiuetees- paño!. — Nuevo ministerio. — Refuerzos para Dewey. — Actitud de los insurrectos filipinos. — Nueva proclama de McKínley. — Llegada de Cervera con sw escuadra á Santiago de Cuba. — Tentativa de desembarcos americanos. . . 131 CAPITULO XI. Ataque á Santiago de Cuba por los buques ame- ricanos . — Remores de paz. — Hundimiento del üMerrimac» — Primer desembarco de tropas americanas en Cuba. — Cooperación de los in- surrectos. — Santiago de Cuba bombardeado nuevamente. — Ataque á Caímeuera 139 CAPITULO XIL Continúan los combates en Guantáuamo. — Di- fícil situación en Manila. — Salida de la escua- dra española de reserva. — Desembarco eu Cu- ba de las fuerzas de invasión al mando del General Shafter. — Se prepara un ataque com- binado á la ciudad de Santiago. — Las defensas españolas. — Primeros combates con el grueso del ejército americano 155 by Google , Google